Padres, la última frontera. Bueno, no sabemos si ellos son la última frontera, pero desde luego para algunos de ellos los smartphones sí que son una complicación similar a la de viajar allende las estrellas. Por suerte, ahí estamos los hijos, dispuestos a solucionar todo escollo de nuestros progenitores con la tecnología.

Padres del mundo, os queremos mucho. Nos habéis traído a este mundo y nos habéis criado lo mejor que habéis sabido. Sin embargo, aunque los hijos no traigamos manual de instrucciones ¡los smartphones sí! El mayor drama es cuando tu progenitor trata de explicarte los síntomas. La conversación telefónica suele ser así.

– A mi móvil le pasa algo.

-¿El qué?

-No sé. algo.

-Pero dime al menos…

-¿VAS A VENIR A ARREGLÁRMELO O NO?

A los padres hay que reconocerles una capacidad increíble para tocar cosas del teléfono que no sabías ni que existían. No importa lo mucho que lo esconda Google, seguro que hay algún padre capaz de activar sin querer las opciones de desarrollador. Sin embargo, la mayoría son bastante fáciles de solucionar. ¡Padres del mundo! ¡No desesperéis! ¡Respirad y seguir estos consejos!

«No me van las llamadas»

Explicado así, a quemarropa suena grave. Normalmente los síntomas son que no se reciben ni se pueden realizar llamadas, y que la conexión a Internet no funciona. Venga, hay que reconocer que nosotros también nos preocuparíamos si nos pasase eso y no supiéramos por qué.

Veamos, padre. ¿Aparece la figurita de un avión en la parte superior de la pantalla? ¿Sí? Entonces tranquilízate. Basta con bajar el panel de accesos rápidos deslizando con dos dedos desde arriba y tocar el botón del avión para que todo vuelva a funcionar. Como es debido. No hace falta que comiences a gritar «brujería».

«No me funciona Internet»

Esta es, en realidad, una variante de la anterior. En general, muchos padres lo resumirán en un «no me va el Whatsapp», aunque quizá algunos padres algo más avanzados también incluyan el correo en lo que no les funciona. Normalmente aquí lo que ha ocurrido es que, de alguna manera, han desactivado los datos sin querer.

Según el teléfono que tenga, puede ser más fácil o más complicado. Fabricantes como Samsung o Sony incluyen acceso directo a esta opción, algo que Android Stock, por ejemplo, no es tan directo. -y con los padres, los accesos directos los carga el diablo-. Si hay acceso directo, basta con desactivarlo desde ahí. Si no, tendrás que abrir el panel de accesos, pulsar sobre la cobertura y ahí activar el interruptor de los datos.

«He perdido el Whatsapp»

Cuando éramos pequeños, nada parecía imposible para un padre o una madre. Incluso perder una aplicación como quien pierde las llaves. En realidad puede pasar con cualquier aplicación que use -la del teléfono, la del tiempo o el correo- pero por alguna razón normalmente ocurre con Whatsapp.

¿Y a dónde habrá ido esta aplicación? ¿Se habrá creído Andy Dufresne? En realidad, la solución tiene tres variantes:

  • La ha movido a la última pantalla del escritorio donde, solitaria, espera a ser encontrada.
  • La ha metido en una carpeta con otra aplicación que no usa nunca.
  • Ha eliminado el acceso desde el escritorio.

En este caso la solución no puede ser más fácil, con arrastrar la aplicación a su sitio basta.

«No se oyen los Whatsapps»

Le llaman y suena, pero cuando le llega un Whatsapp no. Esta situación puede ser incomprensible para ciertos padres. Porque si suenan las llamadas, el teléfono no está en silencio. ¿Qué diablos ocurre? ¿Dónde están Mulder y Scully cuando se les necesita?

La solución a tan intrincado enigma es el modo prioridad. Activado sin querer como sólo un padre puede conseguir, puede conseguir exactamente eso. Basta con quitarlo, pero en casos de reincidencia paternal se recomienda configurar las aplicaciones necesarias para que suenen con el modo prioridad activado.

No sé por qué me sale todo esto aquí

Si por algo se caracterizan algunos padres es por ignorar todas las notificaciones más allá de Whatsapp y las perdidas. Y cuando tienen la pantalla y la barra superior absolutamente colapsada, se acercan y te dicen «¿por qué me sale todo esto aquí?

Y tras una mirada rápida el hijo puede encontrar desde llamadas perdidas del cretácico inferior, avisos del tiempo, SMS de publicidad, 2.600 correos sin leer (la cifra puede parecer exagerada, pero damos fe de que es posible). Y claro, todas las actualizaciones que tiene pendiente. Trata de explicarle que deslizando la notificación la elimina, que en semana y media vuelve a tenerlo así.