Cuando ya hace unos años se empezó a popularizar las famosas «PDA» se intentaban vender como «la posibilidad de llevar tu ordenador personal en el bolsillo» pero más allá del reclamo publicitario aquello estaba lejos de ser cierto y lo que teníamos era una agenda electrónica; sin embargo creo que pocos podían imaginar que unos años después un smartphone pudiera incluir un procesador de cuatro núcleos, 1gb de RAM, etc. Y es que si desde aquellos tiempos los ordenadores han evolucionado en prestaciones (casi siempre siendo la prioridad la potencia), la ruta que han recorrido los teléfonos móviles les ha llevado en un periodo de unos pocos años a igualar e incluso a superar a ordenadores de sobremesa de hace muy poco tiempo.

Hoy si que podemos decir que llevamos un ordenador en nuestros bolsillos, en los cuales poder jugar con gráficos de última generación, llevar nuestra biblioteca multimedia encima, etc. Los docks están pasando de simples bases con altavoces para reproducir música a cargadores pensados para que el móvil sustituya a los reproductores de DVD, Blu-ray, etc. E incluso los discos duros multimedia empezarán a caer en breve porque ¿para qué los necesitamos si puedes llegar a casa con un móvil de 16/32/64gb con tus películas favoritas y mientras se recarga estar disfrutando de vídeo en alta definición con la conexión a la televisión?.

Pero no sólo es ocio. Los smartphones más allá de recibir y contestar el correo o chatear (que el término «wasapear» tenga cada vez mayor aceptación popular a partir de una aplicación del mundo móvil es algo a tener en cuenta) te permiten acceder y editar tus documentos sin tener que esperar a llegar a casa y con su aumento de potencia estamos viendo con proyectos como el de Ubuntu para Android como tu móvil se puede convertir en tu futura CPU; y si te parece exagerado podemos echar una mirada al Padfone de Asus donde un  móvil se termina transformando en un ordenador portátil.

Es cierto que todavía falta para que los clientes asuman que con un móvil ya no necesitan un ordenador pero hay un producto derivado de los smartphones que nos da la pista de hacia donde se dirige el futuro de la informática, las tablets (en la mayoría de casos móviles que tomaron demasiados «petitsuis»), que han pasado de mero capricho a dar un golpe cada vez más grande en lo que hasta hace pocos años era el próspero mercado de ordenadores portátiles.

Y no olvidemos que con tu móvil también se puede realizar llamadas y enviar SMS (me niego a explicar que eran los SMS que no me quiero sentir viejo).

Los móviles de Matrix o el «esto ya lo he vivido»

Hasta aquí casi tenemos un canto de amor al progreso de la tecnología móvil pero no todo es perfecto, es más, hay ciertos detalles que tratándose del futuro nos traen a la cabeza momentos del pasado. Y es que a la vez que los móviles cada vez se parecen más a un ordenador también copian algunos de los inconvenientes de los mismos (o al menos éstos son los que yo encuentro) empezando por la brecha tecnológica entre generaciones.

Al igual que los ordenadores han marcado una frontera muy clara entre la generación que nació casi con uno bajo el brazo y quien se pelea con el manejo del ratón y dónde es suficiente con hacer un click y donde debe hacer dos, los smartphones también están marcando una barrera al convertirse cada vez más en una obligación impuesta no sólo por los fabricantes sino también por los operadores, lo que queda de manifiesto con una de las frases más repetidas en las técnicas de ventas a la hora de ofrecer estos terminales «el cliente que no quiere un smartphone es que todavía no sabe que lo necesita así que tenemos que descubrirle esa necesidad». Esto por supuesto choca con quienes acuden a una tienda buscando un móvil «de los de toda la vida» y que cada vez encuentran menos opciones viéndose empujados a la compra de un terminal al que no le van a sacar provecho ni tampoco se lo sabrían sacar en muchos casos (y por supuesto atados a su tarifa de datos asociada).

Así mismo y relacionado con los clientes, y sobre todo con aumentar las ventas, los móviles están repitiendo otro de los esquemas de los ordenadores y también de forma mucho más acusada, me refiero a la ya conocida obsolescencia, o lo que es lo mismo, el crear tanto un producto que en breve ya se encuentre desfasado como la necesidad de renovarlo por uno mejor. Y si en los ordenadores parece que el efecto está algo más atenuado puesto que tras años de carrera enloquecida por renovar equipos completos al final comprendimos que si hace falta se pueden renovar componentes de forma individual, en los móviles nos encontramos con la imposibilidad de darle una nueva vida a nuestro dispositivo.

Tenemos un terminal que a duras penas aguanta dos años (lejos quedan ya los tiempos de los primeros Nokia con los que se jugaba al Snake en blanco y negro, o verde y negro, y que hoy todavía funcionan) pero que ya de por si al año parece haber quedado anticuado porque ya no es capaz de soportar los últimos juegos, las últimas aplicaciones o peor aún las últimas actualizaciones del sistema operativo, algo que después queda en entredicho cuando un fabricante anuncia que no ofrecerá actualizaciones para un teléfono porque no las soporta y después éstas llegan de forma extraoficial y funcionando perfectamente… algo que nos lleva a estar pensando en una nueva compra a los 12 meses de la anterior porque además tampoco podemos simplemente cambiar la gráfica o el procesador.

Por último que un móvil cada vez se parezca más a un ordenador  tiene otro efecto indeseado que es el de «heredar» algunas vulnerabilidades o atraer el interés de quienes hasta ahora se centraban en los sistemas operativos de sobremesa para lanzar sus ataques en forma de malware, ya sea virus, spyware, etc. Por ello nos podemos llevar alguna sorpresa si somos muy dados a la instalación de aplicaciones de «origen desconocido» e incluso a pesar de los controles de las tiendas de aplicaciones también hemos visto como es posible que se cuele alguna aplicación que pide más permisos de los necesarios, lo que unido a la dejadez de los usuarios (que también repiten los mismos esquemas que ya conocemos de tantas veces en ordenadores completamente infectados e infestados de malware) hará que en los próximos años sea cada vez más necesario aplicar una buena política de prevención en nuestros futuros ordenadores móviles.

Lo que está claro es que por mucho que avancemos parecemos condenados a repetir ciertos errores pero esta vez multiplicados por la velocidad del mundo móvil.

Imágenes | DiegoLopezCastan | MasUnoMedia