Me permitirá el lector una anécdota personal. En el año 2011 entrevisté a Jenaro García para Actualidad Económica. Y me creí todo lo que me contó. No engañó, eso sí, al fotógrafo de la revista, Máximo García, que le miraba como si estuviese loco. Jenaro tenía una rara habilidad: su modelo de negocio era tan complejo que, cuando lo comprendías, te hacía sentir más listo de lo que eras. Tanto, que no te parabas a pensar si era verdad. 

Cuando saltó el escándalo, en julio de 2014, conseguí hablar con un exempleado de la compañía que zanjó todas mis dudas y me dejó claro que Gowex era todo el pufo que parecía ser. Y me fascinó la figura de Jenaro. Un hombre menudo, inquieto, calvo y con una energía contagiosa envuelto en una red de mentiras. 

Me dolió mucho la facilidad con la que me había engañado. Aún me duele. Recordaba especialmente su certeza, su seguridad, lo mucho que parecía confiar en el proyecto. Mi "garganta profunda" tenía una teoría: "Hay algo que no funciona bien en su cabeza. En algún momento ha empezado a creerse sus propias mentiras. Incluso a mí, que estaba en la compañía y sabía cómo funcionaba todo, intentaba convencerme de que todo era como decía a los medios y a los inversores".

Como Jeff Bezos

El Jenaro García que en su entrevista a EL ESPAÑOL muestra la misma energía que exhibía cuando intentaba evitar que se desvelase el fraude. Sigue creyendo que, más allá de que lo hiciera todo mal, lo hizo todo bien. Se compara con Jeff Bezos, cree que sus hijos pueden tener en él un modelo y reconoce sus culpas de una manera inédita e insólita para España.

Una vez más, me cuesta medir a un individuo al que muchos periodistas calificábamos, tras conocerse el pufo, como "Enajenaro". Sus insólitas reacciones, su peculiar forma de ser, su determinación de aparecer como alguien cuya aportación neta para el mundo será, al final del camino, positiva... 

García no encaja en nuestras categorías. No duda en reconocer que fue mesiánico, que fue su labia la que le llevó al éxito y habla de su futuro con el mismo entusiasmo que un emprendedor que lanza su primera start-up. Empieza la entrevista hablando de cómo salvó la vida de una joven. Sólo con eso, en cierta forma, ya habrá justificado todos estos años de cara al lector. Muestra empatía por quienes perdieron sus ahorros, pide entrar en la cárcel y clama por la redención.  

El 6 de julio de 2004, días después de empezar el escándalo, Jenaro tuiteaba: "Pido perdón a todos. Lo siento de todo corazón". Semanas antes se comparaba con Rafa Nadal. 

Redención

Una parte de mí, la misma a la que engañó en 2011, quiere venganza. Quiere hundirle y que pague por sus crímenes. Otra parte se pregunta: "¿No es eso exactamente lo que dice que quiere hacer?". 

Será la vida la que determine si Jenaro García tiene una segunda oportunidad en el mundo de los negocios. Cosas más raras se han visto. Pero lo que nadie puede negar es que a los españoles nos iría mejor si cada persona atrapada en una red de mentiras elaboradas y falsificaciones reconociese su culpa y se fuese a pedir al juez el ingreso  en prisión. Luego, si eso, que hagan entrevistas pidiendo la redención y prometiendo el oro y el moro.