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El tenis masculino vive una transformación radical que no pasa inadvertida. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner han construido una hegemonía que recuerda a las grandes eras del pasado, pero con una velocidad de consolidación sin precedentes en la historia moderna del tenis.

Los números hablan por sí solos: ambos se han repartido los últimos ocho Grand Slams consecutivos. Este año 2025, excepto el Open de Australia donde Djokovic venció a Alcaraz en cuartos, todas las finales de los majors las han disputado exclusivamente el español y el italiano.

La dupla hispano-italiana ha protagonizado enfrentamientos épicos en Roland Garros, Wimbledon y el US Open durante esta temporada. Su dominio es tan aplastante que el estadounidense Marcos Giron, 50 del mundo, está más cerca del ranking de Zverev que este último de los dos primeros puestos.

Este duopolio ha generado reacciones encontradas entre sus principales rivales y expertos del circuito. Las voces críticas empiezan a surgir desde diferentes frentes, cuestionando no solo su supremacía deportiva sino las condiciones que la propician y mantienen en el tiempo.

Las quejas de Zverev

Alexander Zverev no pudo contenerse más tras su debut victorioso en Shanghai. El alemán, número tres mundial sin títulos de Grand Slam en su palmarés, lanzó una acusación directa que ha sacudido los cimientos del circuito profesional con una contundencia inusitada en él.

"Odio cuando la velocidad de la pista es la misma en todas partes", declaró 'Sascha' sin tapujos. Según su teoría, los directores de torneos están orquestando deliberadamente esta homogeneización porque "obviamente quieren que Sinner y Alcaraz ganen todos los torneos" y las finales siempre las disputen los mismos protagonistas.

El alemán profundiza en su argumento recordando tiempos pasados: "Siempre hemos tenido superficies diferentes: no se podía jugar al tenis de la misma manera en hierba, cemento y tierra batida". Esta diversidad obligaba a los jugadores a adaptar completamente su estilo según cada superficie específica.

"Hoy en día se puede jugar casi de la misma manera en todas las superficies", lamenta Zverev. Para él, esta estandarización elimina la variedad táctica que históricamente caracterizaba al tenis profesional, reduciendo las oportunidades de jugadores con estilos más específicos y diferenciados de explotar condiciones favorables.

La frustración del alemán es comprensible considerando su posición en el ranking ATP. La brecha que lo separa de Alcaraz y Sinner parece insalvable: está más lejos de ellos que Marcos Giron de él mismo, una estadística que refleja brutalmente la realidad del nuevo orden tenístico.

El respaldo de Federer

Las declaraciones de Zverev encontraron un eco inesperado en Roger Federer, quien había planteado una teoría similar. El suizo, con la elegancia diplomática que lo caracteriza, abordó el tema en el podcast de Andy Roddick con observaciones que respaldan indirectamente las acusaciones del alemán.

"Entiendo a los directores de torneo que, siguiendo instrucciones, intentan hacer las superficies más lentas", explicó Federer. Según su análisis, esta estrategia beneficia directamente a Sinner y Alcaraz porque obliga a sus rivales a "conectar golpes ganadores extraordinarios" para poder vencerlos en condiciones lentas.

Roger Federer, en la pista azul de Madrid. EFE

El ganador de 20 Grand Slams contrasta esta realidad con las posibilidades en pistas rápidas: "Si la pista es rápida, pueden conectar un par en el momento justo y avanzar". Esta observación sugiere que la diversidad de condiciones históricamente ofrecía más oportunidades a diferentes estilos de juego y perfiles tenísticos.

"Los directores de torneo piensan: 'Prefiero tener a Sinner y Alcaraz en la final, ¿sabes?'. En cierto modo, funciona para el tenis", reconoce Federer. Su comentario implica que existe una lógica comercial detrás de estas decisiones, priorizando el espectáculo garantizado sobre la incertidumbre competitiva tradicional.

La perspectiva de Federer añade peso institucional a la controversia porque proviene de alguien que vivió la era dorada de la diversidad de superficies. "En mi época, solo doce torneos importaban realmente, así que cada uno jugaba en su superficie favorita, y a veces no se enfrentaban: esos eran los mejores partidos", rememora con nostalgia evidente.

Entre algodones

Esta polémica ha llegado justo en un momento en el que ni Sinner ni Alcaraz van a ganar el próximo Masters 1.000. Desde enero de 2024 habían ganado 20 de 26 Masters o GS, pero en China no podrán continuar con su dominio de hierro.

Pero no será porque un rival haya podido derrocarlos en la pista sino por los problemas físicos que han terminado por pasarles factura. Alcaraz ni siquiera participó en el torneo para cuidarse el tobillo y Sinner tuvo que decir adiós en tercera ronda por unos calambres en las piernas.

Un dolor muscular que llegó fruto de las altas temperaturas y la humedad con la que se está jugando el Abierto de la ciudad china. Fue durante el tercer set contra Griekspoor. Disputó dos juegos acalambrado hasta que el dolor se hizo insoportable.

Con los dos fuera de combate todas las miradas recaen sobre Novak Djokovic. El serbio va a cumplir dos años sin ganar un Masters 1.000 y ahora es el gran favorito para hacerse con el título. Sería la quinta vez que conquista la ciudad china.