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Este 4 de mayo marca el final de la suspensión de tres meses que pesaba sobre Jannik Sinner por el polémico 'caso Clostebol'. Tras superar este periodo, que coincidió con un tramo del calendario sin Grand Slam, el italiano regresa al circuito como número uno del mundo, posición que ha mantenido a buen resguardo pese a los intentos de alcanzarle de Alexander Zverev y Carlos Alcaraz durante su ausencia.

El retorno del tenista transalpino no podría haber sido más favorable: vuelve en casa, en el Masters 1.000 de Roma, arropado por la organización local y el fervor de los aficionados italianos. Sin embargo, en el interior de la 'burbuja' de jugadores todavía resuenan ecos de incomodidad. Sinner había confesado sentirse “incómodo” en el vestuario del Abierto de Australia que conquistó en enero, hasta el punto de pensar "por un momento en dejarlo todo”.

La cláusula de atenuación aplicada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) redujo la sanción a cuestión de meses, reconociendo la no intencionalidad tras detectar el esteroide clostebol en su organismo. El origen, atribuido a un masaje indebido realizado sin guantes por su fisioterapeuta —que posteriormente fue despedido— en una lesión tratada con un ungüento contaminado, sirvió de argumento para acordar la suspensión mínima.

Anteriormente, en agosto de 2024, la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) había declarado exculpado al jugador, pero la reapertura del expediente por la AMA, que inicialmente solicitó de uno a dos años de inhabilitación, concluyó con un veredicto mixto: "No hubo beneficio físico alguno”, pero la responsabilidad de su equipo era incuestionable.

En una reciente entrevista concedida a Speciale Tg1 de la Rai, Sinner resaltó: "Echo de menos la competición, estoy muy contento de que esta fase haya terminado y estoy listo para empezar de nuevo". Fue entonces cuando relató las dudas que le asaltaron al aterrizar en Melbourne: "Cuando llegué a Australia en enero me sentí incómodo, me parecía que los demás jugadores me miraban de forma diferente. Por un momento incluso pensé en dejarlo todo. Mi suerte fue la gente que me rodeó, que me ayudó mucho y creyó en mí".

El vestuario, dividido

El conflicto se agudizó hace apenas unos días con la imposición de una sanción de 18 meses al australiano Max Purcell, también por dopaje al superar el límite de 100 ml de vitaminas inyectadas intravenosamente en 12 horas, según el Código Mundial Antidopaje. El castigo, seis veces mayor que el de Sinner, reavivó las críticas internas del circuito.

Uno de los más vehementes ha sido Nick Kyrgios, compatriota de Purcell y declarado detractor del italiano. Kyrgios arremetió en redes sociales: "Honestamente, ¿qué pensáis de la ridícula sanción a Purcell? ¿Vitaminas? ¿Se puede justificar? ¿O podemos admitir que todo el sistema está amañado?". Además, compartió un tuit burlón: "Moraleja de la historia: toma esteroides, no vitaminas".