Hace tiempo que Jannik Sinner se mueve en el alambre como si fuera un perfecto funambulista. No debe de ser fácil compaginar la faceta de mejor tenista del mundo sobre la pista mientras mira de reojo a los tribunales sabiendo que tiene un juicio pendiente por presunto dopaje.
El italiano se confirmó como el nuevo rey del Open de Australia al derrotar de manera clara y contundente a Alexander Zverev en la final. Tres sets, por la vía rápida, para revalidar el trono en Melbourne y sumar ya su segundo entorchado. La amenaza de un nuevo dominio de época en Oceanía ya es real.
Sin embargo, seguro que la alegría fue contenida porque a Sinner no se le va de la cabeza las fechas del 16 y 17 de abril. Será ahí cuando tendrá que declarar ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y donde se jugará mucho más que en cualquier partido, porque la sombra de una sanción de uno o dos años tras su positivo por clostebol acecha con mucho peligro.
Sinner celebra su triunfo en el Open de Australia 2025.
Exhibición en la pista
Jannik Sinner ha empezado el 2025 como finalizó el 2024, ganando. El Open de Australia era un examen perfecto para comprobar el estado físico y de ánimo del italiano de cara a la nueva temporada y lo cierto es que ha superado la prueba con nota.
Defendía título y puntos en Australia después de su gesta del año pasado, y su regreso a Melbourne no pudo ser mejor. Allí sumó su tercer Grand Slam y el segundo Abierto de Australia en su palmarés, lo que demuestra que empieza a tener una conexión especial con esa pista azul de la Rod Laver Arena.
Como hacen los grandes, Sinner fue de menos a más en el torneo. Tras jugarse el pan en algún tiebreak e incluso ceder un set en las primeras rondas, su nivel fue subiendo paulatinamente a medida que aumentaba la entidad de sus rivales.
La primera prueba seria llegó ante Holger Rune, que exigió al número 1 y llegó a 'rascarle' un set. Ahí incluso preocupó su imagen en el banquillo, sufriendo temblores que casi le impedían coger la toalla o beber agua sin derramar líquido.
Sin embargo, tuvo una gran recuperación y en el encuentro de cuartos de final ante Alex de Miñaur, ídolo local que llegaba enrachado, sacó a relucir su mejor tenis y ventiló el partido con una facilidad pasmosa. Ese fue el toque de atención definitivo del número 1, que tampoco pasó apuros para superar a Ben Shelton en la semifinal.