Londres

Por si quedaban dudas, Carlos Alcaraz es una realidad imparable, presente y futuro del deporte sin que ya quede duda alguna. Al ganar su primer Wimbledon (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4 a Novak Djokovic), el español consiguió el segundo Grand Slam de su carrera y se convirtió en rey del All England Tennis Club con solo 20 años, una barbaridad. La victoria, por encima de todo, confirma una cosa: Alcaraz tiene un apetito a prueba de bombas, incluso ante el mismísimo Nole. [Así vivimos en directo la final de Wimbledon entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic]

Djokovic llegó al partido envuelto por un mar de estadísticas de otro mundo: 34 victorias seguidas en Wimbledon, 10 años sin perder un partido en la pista central del tercer grande del año y siete finales ganadas de ocho disputadas. En consecuencia, Alcaraz, con 11 triunfos seguidos en hierba (incluyendo el título en Queen’s), se encontró ante un monstruo al salir a buscar su segundo título grande, un reto mayúsculo.

Con solo 20 años, el murciano se plantó de nuevo ante Djokovic tras asombrar al mundo brillando en la hierba de Wimbledon, una superficie en la que había jugado muy poquito antes de la gira de 2023 (solo seis partidos, con un balance de 4-2). Lo hizo con ganas de sacudirse la sensación con la que se marchó de las semifinales de Roland Garros, cuando unos calambres consecuencia de los nervios le impidieron competir los dos sets finales (tercer y cuarto) del encuentro ante el serbio, ganador por KO tras los problemas de su rival.

Así, Alcaraz arrancó con ganas de demostrar la lección aprendida en París, pero se encontró con una versión de Nole inabordable y quizás con algunos nervios propios que le impidieron exhibir la versión que le llevó a empatar el partido ganando el segundo set, cuando el serbio estaba disparado después de hacerse con la primera manga por 6-1.

Después de caer el primer parcial, Alcaraz normalizó el partido desde una premisa básica: agarrarse a su saque y ponérselo duro a Djokovic. El español, más suelto, más decidido, más agresivo, fue fluyendo durante todo el segundo set hasta que llegó al tie-break dispuesto

Ataduras, atacar la copa sin presión, olvidarse de la alargada sombra de Djokovic, colosal sobre hierba. De esa colisión, una declaración de intenciones, salió victorioso el español, que a lomos de una tormenta de golpes anuló una pelota de set y celebró el empate de la final con el puño cerrado.

Carlos Alcarz, en la final de Wimbledon 2023 Reuters

Después de hacerse con el tercer set en línea recta, aprovechando un mal trago de Djokovic, Alcaraz vio cómo el serbio resurgía llevándose un cuarto set impecable, entrenando por una rendija que estaba cerrado. Así, el número dos comenzó la quinta manga fabricándose una pelota de break que no convirtió, cometiendo un error infantil, y la final se volteó de nuevo.

De ganador en ganador, pura decisión para hacerse con la copa, Alcaraz quebró el servicio del serbio y se acercó sin dudar hacia el título de campeón de Wimbledon, el momento más importante de su carrera. Un sueño hecho realidad.