El tenis es uno de los deportes más seguidos del mundo, en especial en la época reciente, que ha tenido la oportunidad de congregar a los tres más grandes de la historia. Los unió en el espacio y en el tiempo y les dio la oportunidad de medirse y de batirse, y de regalar los tres enfrentamientos más repetidos y que más gloria le han dado a un deporte de siempre.

El tenis es hoy más grande por la presencia en el circuito de tres jugadores como Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic. Entre los tres han acaparado los grandes logros y registros de los últimos 15 años. Pocos se han atrevido, de vez en cuando, a entrar en un espacio reservado para tres leyendas absolutas e insuperables. Cada vez que uno de los tres alcanzaba el estrellato, parecía que nadie más podría detenerle, pero ahí estaban los otros dos para recordarle que este juego sí podía ser cosa de tres, del 'Big Three'.

Además, estos tres genios de la raqueta, que han triunfado en casi todos los torneos, que han devorado el número 1 del ranking y que se han quedado sin rivales en la historia del tenis, han creado una rivalidad inmaculada, siendo capaces de llevarse bien, de tener una relación buena y cordial, de ser deportivos los unos con los otros, de apreciarse y de valorarse mutuamente. En definitiva, han sido capaces de tener una rivalidad deportiva y no personal dando un ejemplo al mundo. Sin embargo, lo que el tenis unió e hizo fuerte, podrían ahora separarlo los despachos.

Rafa Nadal y Djokovic tras la final de Roma 2019 que se llevó el español

Un deporte único

El tenis, como ellos, es un deporte único y particular. Se cree que sus inicios están a finales del siglo XVIII en Alemania, donde se empezó a golpear la pelota con la mano para después hacerlo con palos de golf. Más tarde, llegarían las raquetas, los diferentes tipos de pistas, pues las primeras eran de hierba natural, y la primera competición ciertamente oficial, en el año 1877. Ya desde aquellos días, sabían que unas décadas más tardes llegarían tres ciclones que arrasarían con todos y que llevarían ese deporte a su máxima expresión.

El tenis es un deporte especial donde los haya. Bonito de ver como pocos, emocionante, elegante, tiene un toque de distinción y de arrojo que pocos pueden alcanzar. Encarna perfectamente la soledad del deportista y el enfrentamiento del uno contra el otro, incluso en la modalidad de dobles, porque desaparecen los equipos, los entrenadores y hasta los árbitros, que tienen un papel menos decisivo en el resultado que en otros deportes.

Además, el tenis es una disciplina con una enorme carga histórica, con una tradición centenaria y que es muy respetada en muchos de los torneos más importantes del mundo. Es casi imposible imaginarse un Roland Garros con techo en las pistas y ojos de halcón en cada partido, o un jugador que acuda a Wimbledon y no juegue de blanco. Son tradiciones, unas más lógicas que otras, que dan belleza al tenis y que le ayudan a crear su propio código interno, único e indivisible.

Roger Federer y Rafa Nadal en un Wimbledon de hace una década Reuters

Sin embargo, como todo, también ha evolucionado como otras disciplinas, como la vida misma. A pesar de ser un deporte tradicional, abraza, con pequeños gestos, a la tecnología. La utilización del ojo de halcón fue una introducción novedosa y revolucionaria que supuso un avance perfecto y que no generaba dudas en los torneos en los que se consideraba realmente necesario, y que luego fue "copiado" en otros deportes, como por ejemplo, en el fútbol con su línea de gol.

La evolución en el tenis se ha producido en muchos aspectos, intentando no perder la esencia histórica del deporte. Hace mucho que se abandonaron las raquetas de madera y que se invirtió en mejorar las superficies de las pistas, pero sin derribar una historia que se ha labrado durante décadas. Por ello, es comprensible esa lucha permanente que ha existido entre tradición y evolución, algo así como la que sucede hoy entre Nadal y Djokovic.

Djokovic, el defensor

Novak Djokovic se ha propuesto, y lo ha conseguido, ser la nota discordante de todo. No solo del 'Big Three', sino también del circuito en general. Su estatus de estrella y de número 1 le han dado siempre alas para buscar lo rompedor, lo novedoso, la revolución por encima de la evolución. Por ello, ha decidido crear su propia guerra en la que, evidentemente, va por libre, alejado de la ATP y solo acompañado de sus fieles guerreros que le siguen allá donde va.

Djokovic se lamenta durante un partido Reuters

El serbio decidió hace un tiempo puso en marcha la creación de una asociación de tenistas propia, ajena a la ya existente y que trabaja, conjuntamente con la ATP, por los derechos de los tenistas. El propósito de 'Nole' es luchar por aumentar el valor de jugadores con poco ranking, asegurando que estos ganen más dinero del que ganan para que pasen menos dificultades. Él asegura que puede conseguirlo, que se puede sacar más beneficio de este deporte y para ello ha creado su propio 'sindicato' con el que quiere romper con todo lo anterior e imponer sus propias normas.

Además, Djokovic ha comenzado una cruzada contra la tradición en el tenis y se ha hecho el defensor máximo de la tecnología. El serbio considera que, con la tecnología, lo único no prescindible son los tenistas y la pelota. Por ello, defiende un tenis sin jueces de línea y, en un futuro, seguramente piense que sobra hasta el juez de silla. Djokovic no quiere enemigos en la pista más que su rival y por eso persigue un tenis sin árbitros donde el control lo lleve la tecnología con el ojo de halcón a la cabeza. Ya en el pasado Roland Garros afirmó que, si por él fuera, eliminaría inmediatamente a los jueces de la pista. Incluso reconoció que, sin ellos, tendría menos cabreos.

Sin embargo, este no es el único cambio importante que quiere introducir el número 1, ya que ha abogado también por romper con la tradición de los 5 sets en los Grand Slams. Djokovic quiere partidos más cortos, a tres sets, como en el resto de torneos porque considera que así el tenis será más atractivo, más movido, más eléctrico. Partidos más cortos, más movimiento y más dinero en circulación, quizás con más torneos. Pero esto, ha generado una enorme polémica.

Novak Djokovic se queja al árbitro, en la final de Roland Garros 2020 Reuters

Nadal, un clásico

En contraposición a la postura del rompedor Djokovic se encuentra Nadal, sensato donde los haya. El español no es amante de romper drásticamente con lo clásico, con lo que ha funcionado durante toda la vida y con lo que otorga una distinción básica y esencial. Por ello, Rafa apuesta por un tenis más cercano a la ATP, con valores clásicos y con espacio para todos.

Nadal es partidario de la tecnología, de todo lo que sume, pero no cree que la solución para mejorar el tenis esté en eliminar a los jueces y árbitros. Rafa considera que es necesario ese factor humano que aportan y con el que arropan este deporte, que no se puede dejar todo en mano de las máquinas y convertir una disciplina tan viva en algo frío y artificial. Para Nadal, que considera que se han alcanzado muchas mejoras en los últimos años y que se ha apostado también por los tenistas con menor ranking para que también puedan crecer deportiva y económicamente, alejarse de la ATP y de lo establecido no es la solución.

Sin embargo, lo que más rechaza Rafa sin duda es la reducción de los partidos en Grand Slams a tres sets. Nadal considera que va en contra de la esencia del tenis cambiar aquello que hace a esos torneos diferentes, especiales y más difíciles de conseguir. Si son los grandes torneos de la temporada, deben tener alguna distinción, ser más difíciles de ganar. No tendría sentido cambiar esa dinámica porque restarían su valor e irían completamente contra la tradición de un deporte centenario.

Nadal, con el título de campeón de Roland Garros. Christian Hartmann Reuters

Ya se han implantado algunos cambios respecto a lo antiguo, como la implantación de un 'súper tie break' en el Abierto de Australia, que se juega a 10 puntos cuando se llega con 6-6 al quinto. Por su parte, Wimbledon puso un tie break especial de 7 puntos si se llegada con empate a 12 juegos en el quinto. Y el US Open introdujo un tie break normal para el quinto set, al igual que en los anteriores. Mientras, otros como Roland Garros siguen con su sistema tradicional de diferencia de dos. Estas con las medidas que busca la ATP y que Rafa apoya en mayor y menor medida, porque siguen dándole una esencia diferente a quien la tiene.

Nadal valora cambios positivos como el que se produjo hace ya varios años con los Master 1000, cuyas finales se disputaban a cinco sets y, en ocasiones, se alargaban tanto que impedían a los jugadores poder participar en el siguiente torneo por dificultades de horarios, viajes y desgaste. Esa medida, como tantas otras, fue aprobada con sentido y mesura, algo que parece no reinar en los nuevos torneos 'Grandes'.

El tenis opina

Esta 'guerra'’ que se ha creado entre Nadal y Djokovic no ha hecho más que empezar. Ambos tendrán que sentarse a hablar junto a la ATP y a otros pesos pesados como Roger Federer para tomar una decisión acerca de las nuevas derivas del tenis mundial. No obstante, el serbio ya tiene decidido romper con todo lo establecido y seguir su propio camino con aquellos que le sigan y que estén de acuerdo, no solo con sus propuestas, si no con que él tenga el mando único, tanto para lo bueno como para lo malo.

Djokovic era anteriormente el Presidente del Consejo de Jugadores, cargo del que dimitió por sus discrepancias con la ATP y que le sirvió para crear su propia asociación, la Asociación de Jugadores de Tenis Profesionales, anunciada durante la celebración del Master 1000 de Cincinnati. En dicho consejo se encuentran como miembros Nadal y Federer. El objetivo principal de esta asociación es, a priori, mejorar el reparto de los ingresos por los torneos, las facilidades de los viajes y las pensiones de los jugadores, puntos que afectan a los profesionales con peor ranking. Del lado del serbio ya se han posicionado tenistas como Vasek Pospisil, John Isner, Matteo Berrettini, Diego Schwartzman, Casper Ruud, Taylor Fritz, Guido Pella o Milos Raonic.

Nadal, Federer y Fognini en la Laver Cup Reuters

Por su parte, del lado de Rafa Nadal se encuentra su mayor apoyo, Roger Federer, pero también otros tenistas de la talla de Andy Murray, el otro integrante del 'Big Four', pero también tenistas de las nuevas generaciones como Dominic Thiem o Alexander Zverev. Además, Andy Murray llegó a asegurar que, tal y como defienden Nadal y Federer, el camino a mejorar es el de aumentar los derechos de las jugadoras de tenis mediante la unión de todos, y darle tiempo a la ATP para que transite el camino correcto como en estos últimos años.

La pelea en el tenis es amplia. Parece que la guerra ha comenzado y tiene a dos grandes grupos muy diferenciados. Nadal por un lado, encabezando la visión más global del tenis, clásica, que no cierra puertas a la tecnología, pero que da espacio y cabida a todos. Y Djokovic, la apuesta rompedora que quiere cambiar el tenis y el circuito y que además quiere llevar la bandera de la lucha de los más modestos. El juego ha comenzado y será la ATP quien tenga que buscar el punto intermedio del partido más extraño.

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