Madrid

Casi un año después de jugar por última vez en Roma, Novak Djokovic y Rafael Nadal volverán a medirse y alimentarán así la rivalidad con más episodios de la historia (49 hasta ahora). La victoria del mallorquín (7-6 y 6-2 a David Goffin) y la clasificación del serbio después de la retirada de Kei Nishikori (lesionado en la muñeca derecha) configuraron una semifinal espectacular, de alto voltaje, imperdible. El sábado, con una plaza de la final del Mutua Madrid Open en juego, serbio y español se enfrentarán en un partido claramente marcado por los precedentes: Djokovic le ha ganado los últimos siete duelos a Nadal, que no celebra un triunfo contra el número dos mundial desde la final de Roland Garros en 2014. [Narración y estadísticas]

“Ha sido un partido muy bueno, vistoso”, reconoció Nadal después de alcanzar su décima final en Madrid al imponerse a Goffin. “Tanto él como yo hemos jugado fenomenal. En la primera manga podía haber pasado cualquier cosa, pero también es cierto que yo he dominado un poco más porque he tenido más opciones”, añadió el mallorquín. “He tenido que estar al máximo nivel. Por eso, uno se va a casa muy satisfecho y con la adrenalina alta”, cerró el número cinco mundial.

“Ha sido un partidazo de los dos”, coincidió Carlos Moyà, uno de los técnicos de Nadal. “Ambos han dado un nivel bastante alto. Goffin te exigen eso, tomar riesgos, llevar la iniciativa. Y Nadal lo ha conseguido”, cerró el ex número uno mundial. “Ha sido un partido excelente, los dos han jugado muy bien”, coincidió Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 14 grandes. “Ha sido un encuentro de una gran belleza, con puntos espectaculares”.

Goffin, descentrado en el partido de Montecarlo por un punto que había ganado y que le obligaron a repetir después de una rectificación errónea del juez de silla, jugó un tenis para paladares exigentes. El belga destaca por su facilidad para golpear la bola, por su buen posicionamiento y por la limpieza de sus tiros, tres cualidades que agradece cualquier espectador que sepa un poco de qué va la cosa. Contra la versión más sólida de Nadal le sirvió para competir el cruce de tú a tú durante la primera manga, para ir al extremo, pero ni así le alcanzó. En el desempate, territorio de fuertes, Goffin se desfondó mentalmente y ahí se le escaparon sus opciones de victoria, aunque lo siguió intentando en la segunda manga.

Nadal, voleando en el partido ante Goffin. Álvaro Díaz Mutua Madrid Open

Con buena actitud y un tenis impecable, Nadal fue anulando todas las bolas de rotura que se procuró el belga en el partido (cinco), cerrándole la puerta en la cara cada vez al número 10 mundial quiso pegarle un bocado al marcador. Para el campeón de 14 grandes, a años luz del que debutó el miércoles en Madrid, las buenas noticias llegaron a pares porque aterrizó en sus sextas semifinales de la temporada (Abierto de Australia, Acapulco, Miami, Montecarlo y Barcelona) tras coronar un partido bonito por parte de los dos, ajustado y amarrado con lucidez por el mallorquín, protagonista de una evolución escalonada en Madrid. 

La noche anterior, tras tumbar a Nick Kyrgios, el mallorquín se marchó a la cama sabiendo que había recuperado su derecha y que todavía tenía margen de crecimiento en el revés. Dejado atrás el partido de perros que jugó el primer día contra Fabio Fognini, la evolución de Nadal en el torneo ha sido la esperada por sus técnicos, que confiaban en que sucedería así desde el primer momento: ahora, el número cinco es un jugador con el colmillo afilado, el mismo que Djokovic le exigirá el sábado, aunque el serbio siga lejos de su versión indomable.

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