Las gaviotas que revolotearon toda la tarde por el cielo se marcharon asustadas por el último golpe de Fernando Verdasco, que sonó como una bala de cañón, desprendiendo violencia al aterrizar sobre el azulado cemento de la Rod Laver Arena. En la primera ronda del Abierto de Australia, un fulgurante resto cerró la victoria del madrileño sobre Rafael Nadal (7-6, 4-6, 3-6, 7-6 y 6-2 en 4h41m), la segunda que sufre el número cinco del mundo en su estreno en un Grand Slam (cayó en Wimbledon 2013 contra el belga Darcis). El balear, que se marchó ovacionado por una pista que le ha visto sonreír (título en 2009), sudar como nadie antes (final más larga de la historia en los torneos grandes en 2012, un total de 5h53m) y llorar desconsolado (perdió la copa en 2014, lesionado en la espalda), se quedó de piedra.

“Estoy fuera merecidamente porque no he sido capaz de poner en práctica lo que llevo entrenando durante mucho tiempo”, se arrancó Nadal con gesto serio ante la prensa. “Es una derrota que me hace daño. Cuando uno está mal toca perder, pero cuando uno está bien no tiene que perder, o al menos no espera perder”, prosiguió el campeón de 14 grandes. “Yo he perdido en un momento en el que había entrenado bien y había trabajado mucho. Me sentía preparado para la competición y para aprovechar este Abierto de Australia. Esperaba tener posibilidades de hacer un buen torneo y me voy fuera a la primera”.

Para despedir a Nadal en su estreno en Melbourne, Verdasco asaltó el partido con una idea innegociable: jugar con el cuchillo entre los dientes, aunque eso le costase la derrota. En una exhibición de juego ofensivo (90 ganadores por 91 errores no forzados y saques que superaron regularmente los 210 kilómetros por hora), el madrileño atacó sin miramientos desde los dos lados de la pista, conectando tiros impresionantes y haciendo saltar por los aires las defensas del mallorquín, que no puedo protegerse de los estacazos del número 45, inspirado sobre todo en el último tramo del encuentro.

“El tenis funciona así a día de hoy”, aseguró el mallorquín, muy lejos de los números de su contrario (37 ganadores por 38 errores no forzados). “Se premia el golpe ganador y el error perjudica menos. La gente que está dispuesta a jugarse todas las bolas tienen más probabilidades de éxito que hace unos años”, añadió. “Hay que aceptar que Verdasco ha tomado más riesgos que yo y le ha salido bien. Yo no he provocado que tomara todos esos riesgos desde posiciones complicadas, los ha tomado en posiciones que no eran demasiado difíciles. Y desde ahí, desde esas zonas de la pista, las opciones de éxito son mayores. Y lo ha tenido”.

EL PRIMER SET, CLAVE

Pese a que Nadal tuvo 2-0 y bola de rotura en la quinta manga (después de remontar la primera ganando las dos siguientes), lo que le habría dejado sacando para abrir una brecha casi definitiva, el campeón de 14 grandes buscó mucho más atrás la clave. “El resumen es simple”, aseguró el mallorquín. “No he conseguido sacar ventaja cuando el partido era más lógico, que ha sido en el primer set. No he sido capaz de ganarlo, pese que Verdasco todavía no estaba jugando al nivel que ha terminado”, reiteró. “A partir de ahí, he jugado con presión el resto del encuentro. Hemos llegado a los momentos cruciales y Verdasco estaba decidido a golpear todas las pelotas. Ha tenido éxito en muchas de ellas, en tiros que no eran fáciles de ejecutar. Y ha conseguido muchos golpes ganadores”, recordó sobre su contrario, que acabó dibujando golpes fantásticos, aplaudidos con entusiasmo por la grada.

“En esos momentos te encuentras con mucha confianza”, le siguió Verdasco, sosegado en el triunfo, pese a ser uno de primera categoría. “Ves que estás pegando bolas ganadoras y te están entrando casi todas, pero he intentado no bajar la marcha”, dijo el madrileño. “No es fácil cerrar un partido contra un jugador como Nadal, que te mete todas las bolas y además lo hace de forma difícil”, continuó el número 45, que inevitablemente comparó el encuentro con la semifinal de 2009, cuando Nadal le derrotó en otro pulso épico de 5h14m. “He pensado muchos días de mi vida en aquel encuentro. Algunas cosas eran diferentes”, valoró, echando la vista atrás. “Me encontraba físicamente increíble en 2009, no sé si mejor que ahora. Quizás, aquel año tuve un nivel de juego más estable que hoy, pero han sido dos partidos muy buenos”.

Al final de la tarde, el encuentro dejó dos caminos bien distintos: a Verdasco le espera Dudi Sela (6-1, 6-3, 2-6 y 6-2 al alemán Becker) en la segunda ronda del Abierto de Australia y a Nadal el inevitable encuentro con la reflexión, posiblemente la única forma de encontrar respuestas a todas las preguntas que viajan hoy por su cabeza.

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