Cuando emerge una figura y un equipo dominantes en un deporte, es inevitable la derivada de otras estrellas y grandes conjuntos que se quedan en la sombra, siempre en la frontera de la tierra prometida donde los elegidos le cierran el paso.
El trío de Djokovic, Nadal y Federer enterraron un par de generaciones prometedoras en las que ni siquiera pudo asomar la figura de un antihéroe. La NFL actual asiste, hasta que se demuestre lo contrario, a la tiranía de los Kansas City Chiefs, ganadores de tres de las cuatro últimas Super Bowl y representantes de la AFC en el gran partido cuatro de las anteriores cinco citas. El sábado por la noche buscarán su séptima aparición consecutiva en el campeonato de la AFC, donde seguro estarán los Baltimore Ravens o los Buffalo Bills, que cierran el domingo por la noche la ronda de Playoff Divisional.
Josh Allen y Lamar Jackson buscarán llevar por segunda vez a sus equipos hasta la antesala de la Superbowl, donde Kansas ya los ha eliminado en 2021 y 2024 respectivamente. Uno de los dos será también coronado como MVP de la temporada de la NFL la semana de la final en Nueva Orleans.
Lamar Jackson, durante un partido.
Tanto Allen como Jackson, elegidos ambos en la primera ronda del Draft de 2018, están en pleno prime de su carrera. El quarterback de los Ravens se ha convertido este curso en el primero en la historia de la NFL en completar una temporada con 40 lanzamientos de touchdown y cuatro intercepciones o menos. También es el pionero en inscribir su nombre en la lista de jugadores que han lanzado para más de 4.000 yardas y corrido para más de 900 en un año. En un encuentro de diciembre sobrepasó a Michael Vick como el quarterback con más yardas de carrera en la historia de la NFL (6.137).
El 2024 de Lamar Jackson es la sublimación de un jugador que ya no tiene ninguna falla. Su distribución del balón ha sido perfecta. El jugador de La Florida ha liderado la liga en pases de touchdown (41), ha sido el menos interceptado (4), el que menos jugadas merecedoras de turnover ha tenido (1.3%) y el líder en yardas por intento (8.8).
La adición del running back Derrick Henry, que se ha quedado justo en la frontera de las 2.000 yardas por tierra, y la coherencia y paciencia con el juego de carrera ‘pese’ al deslumbrante pasador en el que se ha convertido Lamar (en la victoria de la semana pasada ante los Steelers corrieron 48 veces por 21 pases), han convertido a los Ravens en una máquina muy difícil de parar en ataque. Defensivamente, los movimientos de posición de Kyle Hamilton al free safety y de Marlon Humphrey al slot, han transformado una de las peores defensas de la liga a una de las mejores.
Parece que todo encaja en Baltimore, de la misma manera que parece que es el año de Buffalo. Josh Allen, como Lamar, está en la conversación ya de los mayores talentos que alguna vez han jugado la posición. Su signature moment de la temporada fue su carrera de 26 yardas en cuarto down y en el último periodo que finiquitó a los Chiefs, hasta entonces invictos.
Allen sigue manteniendo sus momentos de Superman pero el optimismo en torno a los Bills crece esta temporada porque jamás tuvo un ataque tan balanceado desde que es una súper estrella de la NFL. El juego de carrera es más que respetable y los planes de partido del coordinador ofensivo Joe Brady absolutamente primorosos. Pese a ser locales en el partido del domingo por la noche, los Bills son el underdog ante los Ravens de Lamar Jackson, ligeramente favorito también para ganar su tercer MVP de la NFL. El que salga victorioso tendrá que ir la semana que viene a Arrowhead para ganar en enero a los Chiefs de Mahomes y cruzar el rubicón antes de volver a cruzar el rubicón dos semanas más tarde en Nueva Orleans.
En los tres partidos que quedan en la AFC antes de la Super Bowl se juegan legados, se cruzan maldiciones, se preparan divanes y se admiten outsiders. Lamar o Allen se tienen que tumbar mutuamente y luego probablemente ir a la arena de Kansas a ganar al rey de la NFL, salvo que CJ Stroud lo haga antes. Federer necesitó de un sueco random que se cargara a Nadal para ganar Roland Garros. Que Allen y Lamar no cuenten por si acaso con que los Texans sean el sueco de turno. El domingo uno despedazara al otro y el siguiente buscarán mandar a guardar al mito viviente, contemporáneo a ellos, que por ahora los tiene como espectaculares ‘perdedores’. Los años pasan rápido, y los del prime más.