Kiko se siente estafado, frustrado y cabreado por lo que pasó hace dos semanas en Leeds. El sábado 26 de marzo puso en defensa el título mundial IBF del peso pluma que arrebató cuatro meses antes a Kid Galahad. Estaba preparado para uno de sus desafíos más duros de toda su carrera, ante el local Josh Warrington, pero nunca llegó a imaginar que lo de 'con todo en contra' sería tan literal.

Kiko Martínez (Granada, 1986) no perdió su cinturón, se lo robaron. Los ingleses le prepararon una encerrona con un árbitro también británico, Marcus McDonnell, que permitió que el púgil español recibiera varios cabezazos que le abrieron unas cuantas brechas en su testa. Se sobrepasaron todos los límites cuando el colegiado ni siquiera atendió la petición de Kiko de hacer una pausa para ser revisado por un médico.

Sin apenas ver por la sangre y con la conmoción de los cabezazos, Kiko aguantó meritoriamente siete asaltos en pie. Ganar en esas condiciones era imposible, aunque si no hubieran dado por terminada la pelea por KO técnico él hubiera seguido peleando hasta el final. Lo lleva en su ADN como boxeador. Así se entiende que pasados un par de días de la velada volviera a entrenar, aun con la cara destrozada.

Kiko Martínez, durante su pelea contra Josh Warrington Reuters

Kiko ha querido esperar unos días para hablar de su pelea. Sentía que era lo justo para que lo que soltara no fuera un vómito de palabras enrabietadas, que es lo que le hubiera salido tras ser víctima de ese escándalo. En esta entrevista con EL ESPAÑOL se abre en canal, no reprime ningún sentimiento y dice las cosas como son. Igual de directo habla como pelea. Por cabezonería, dice, no puede retirarse. No por lo menos así.

¿Qué tal, Kiko? ¿Cómo han sido estas dos semanas? Recuperación, reflexión...

Estas dos semanas han sido duras para mí. Todo ha sido muy frustrante para mí por cómo me trataron los árbitros, por la manera en la que pasó todo. Para mí ha sido un poco triste. Necesitaba descansar un poco anímicamente antes de poder hablar porque, al final, uno no puede hablar en caliente. Sería una derrota para mí. Tengo que dejar de mirar atrás y empezar ya a mirar hacia delante.

¿Difícil quitarse de encima el enfado?

Ha sido más una frustración. Nadie miró en mí en ningún momento. Ni por los cortes que recibí tan peligrosos en los ojos, ni en el momento en el que yo empecé a pelear ciego perdido. La realidad es que me encontré solo encima y debajo del ring. Me ha costado poder asimilar todo lo que lo que me pasó en ese día.

Un árbitro honesto no le hubiera dejado que siguiera dándome cabezazos

Por tu exhibición ante Galahad y la fuerte preparación para el combate de Leeds, todos sentíamos que en condiciones normales la victoria sería tuya. ¿También lo sentías así y, si es así, lo sigues creyendo todavía?

Sí, lo creo así. Si hubiera sido una pelea en igualdad, yo hubiera ganado. Claramente. No solo sigo creyendo en mí sino que sé que la preparación fue buenísima. Pero nos preparamos para pelear con Warrington, no contra dos personas: él y el árbitro. Fue todo en contra nuestra y eso no nos lo esperábamos, pero sigo pensando que en una pelea 50-50 hubiéramos ganado. Un árbitro honesto no le hubiera dejado seguir dándome cabezazos y hubiera parado la pelea para que el médico me mirase. 

El rival entró todo el rato con la cabeza y me hizo varios cortes. No miraron en el cuidado de una persona, solo en ganar un cinturón de la manera más guarra que puede haber en el mundo del deporte. Me cortó y dejé de ver desde el primer asalto, encima al único que llamaban la atención era a mí. Fue todo muy feo para el deporte.

Has tenido una larga carrera en el ring, con otras derrotas por polémicas decisiones de los jueces o por juego sucio de los rivales. ¿Ha sido esta aun así la más dura de encajar?

Esta para mí ha sido la peor. Ya no es que intentaran quitarme el cinturón de la peor manera, es que ni miraron en la persona. Les daba igual cómo yo me pudiera quedar, si me quedaba ciego, si me quedaba tonto... No miraron en la seguridad de una persona, algo que está por encima del deporte, que es la vida misma. Nada más que querían el cinturón y les daba igual cómo.

Muchos sentimos que fue una encerrona. En Leeds, ante Warrington que es de allí, con un árbitro inglés...

Yo me sentí estafado. Vas a pelear a su casa y con todo en contra, hasta ahí bien, pero la ley de allí dice que no puedes poner a un árbitro inglés por un título mundial. Ellos mismos incumplieron su propia ley. Y luego ya lo que acabaron haciéndome, que me pegaron un cabezazo y ni siquiera llamaron al médico para que me viera. Yo les decía: '¡No veo!'.

Estaba peleando contra un gran boxeador, con los ojos llenos de sangre y si hacíamos cualquier cosa nos daban la pelea por perdida. No llamaron al médico, no nos dieron un tiempo de recuperación por el golpe en la cabeza...

¿Te sorprendió que se eligiera un árbitro del mismo país que tu oponente?

No pensaba que pudiera ser así, pero es que encima pusieron al peor árbitro del mundo. Es un árbitro que la Federación española lo tiene anulado para que no arbitre en España por lo que le ha hecho a los boxeadores españoles. Ni me lo imaginaba, pero pasó...

¿Se ha puesto alguna reclamación por ello?

Se ha hecho una reclamación a través de la Federación española. No sé hasta dónde llegará porque ya has visto que conmigo se han portado de todas las maneras menos bien. Esperemos que sean legales y que hagan algo sobre la manera en la que me trataron. Creo que he sido muy honesto con ellos, con la IBF y con el deporte. Ahora hay que esperar a ver qué dice la IBF.

Es el trabajo de toda una vida y te hacen esto. Solo me podían ganar subiendo dos al ring en mi contra y es lo que pasó. Para eso nosotros no nos preparamos, para pelear también con el árbitro en contra. Y encima el peleador con la manera en la que estaba peleando: guarramente, golpeándome con la cabeza, cortándome las cejas... Y ni llamaron al médico para que me mirara. Es que fue para meterlos en la cárcel, directamente.

Kiko Martínez, siendo atendido por su equipo en el descanso de un asalto Reuters

Con Warrington, en 2017, ocurrió lo mismo: varios cabezazos te abrieron heridas y eso te mermó. ¿Contabas con que podía volver a pasar?

Brechas, bultos en la frente... En las últimas peleas que ha hecho Washington, el árbitro las paró por lo mismo. Pero ya lo tenían en mente, sabían cómo iba a ser y buscaron al árbitro más guarro de Inglaterra para que se pusiera en mi contra.

Pese a lo que ocurrió en Leeds, emocionaste en las redes al mandar ánimos a Warrington por las lesiones que también sufrió en la pelea.

No hay nada que deba romper la honestidad de una persona. Al final somos compañeros y, ante todo, no tiene que haber un mal entre nosotros. Estamos peleando por los mismos: salir adelante, mejorar la vida de nuestra familia y hacer historia del deporte.

En la vida le podría desear ningún mal a una persona que está luchando por lo mismo que yo, por tener algo en la vida. Con Warrington no tengo ningún problema. Lo tengo con la federación inglesa y con el árbitro, que fueron los que realmente se portaron mal conmigo y no miraron por la persona. Solamente quiero que eso no le vuelva a pasar a otro peleador. Antes de la victoria o la derrota están las lesiones que pueden sufrir un atleta.

¿Warrington, o alguien de su equipo, ha tenido el mismo gesto contigo?

No, nada. Ellos en ningún momento van a decir que hicieron nada malo. Ellos solo creen que lo más importante era ganar el título, y cómo lo ganaron, da igual el cómo. No hay otra cosa que esa. Así que, ¿qué vas a esperar de ellos?

Y a los dos días del combate dejaste otra brutal imagen, que era verte volviendo a trabajar sobre la bici. ¿Sentiste que era lo que tenías que hacer?

Yo empecé solo, así he seguido durante muchos años y nunca me rendí. Mi padre me enseñó a no rendirme. Ponerme a llorar en mi cuarto o encerrarme sería una equivocación para mí y para la gente. Hay que seguir hacia delante y dejar que pasen los días trabajando. Yo lo hice así siempre. Con 25 años, mi primer mánager me arruinó y nunca busqué culpables. Solo busqué trabajar, trabajar, trabajar y trabajar. Es lo que he hecho toda mi vida.

No va a solucionar nada en mi vida por ponerme a llorar solo en mi cuarto y mucho menos voy a enseñar a mis hijas a hacer eso. Por nada del mundo les enseñaría a rendirse. Lo único que tengo que hacer es demostrar que hay que salir para delante como sea y así lo he hecho toda mi vida.

¿Qué te dijo tu familia cuando volviste a casa?

Pues cuidarme, sobre todo cuidarme. Mi mujer, mis hijas, mis hermanos... Me están cuidando, están conmigo y se han preocupado de facilitarme todo como hacen siempre.

Son los que realmente están ahí al final del camino están ahí. Cuando termina todo quién está en tu casa contigo es tu familia, la que llora y te ve triste es tu familia. Son realmente los que luego pagan los platos rotos estando y ayudándote en los peores momentos.

No me puedo ir del boxeo de esta manera, todavía no es el momento

Antes de la pelea decías que si no ganabas te retirabas y después de la pelea dijo tu equipo que era momento de valorar. Por la forma en la que se dio la pelea y su resultado, ¿te anima a colgar los guantes o a seguir un poco más?

Creo que si a día de hoy cojo y digo impulsivamente que me retiro del boxeo, no sería honesto conmigo mismo. Yo no puedo irme del boxeo de esta manera. Si yo llego a perder bien, te diría que me retiro del boxeo. Pero para ganarme tuvieron que subirse dos encima del ring y hacer todas la guarradas del mundo.

Entonces, si me voy, no sé si me lo acabaría perdonando. El tiempo, va a ser el que realmente me diga. Si vuelvo, necesito una pelea que me motive. Pero ahora mismo colgar los guantes no sería bueno ni positivo para mi vida. Necesito que el tiempo diga realmente donde me va a poner y lo que quiere para mí.

Si lo dejaras, lo harías con una carrera que se ha ganado el respeto de todos.

Creo que he sido uno de los boxeadores con una de las carreras más duras de la historia. Honestamente, creo que he tenido la carrera más dura de los boxeadores españoles porque siempre he ido solo, sin ayuda de nadie, peleando por todo el mundo. Creo que me podría ir sin mirar atrás siquiera, pero al final mi peor enemigo soy yo. La felicidad me la gano yo mismo. Da igual lo que tenga o gane en esta vida que nunca estaré conforme. Nunca seré realmente feliz por lo que gane porque soy yo el que me cuestiono.

Entonces, ¿ahora qué?

Necesito volver a ponerme un objetivo, como intentar conseguir el Europeo otra vez, y después veré si cuelgo los guantes o no. Pero yo no me puedo ir del boxeo de esta manera porque, si lo hago, me estaré preguntando siempre si era el momento. Necesito saber que es el momento para irme y yo creo que todavía no lo es.

¿Los que te quieren te han dicho que es momento de no pelear más?

Pues al final es cuestión de cabezonería. Si ellos me dicen que no lo haga, yo lo voy a hacer saber. Ellos me conocen y saben que acabaría peleado con ellos -risas-. Lo único que van a conseguir diciéndome que no vuelva es que acabemos peleados y, además, vuelva. Quieren que esté tranquilo, pero saben que la decisión es mía, que si me dicen 'Kiko, no lo haga', lo voy a hacer por llevar la contraria. Esa es mi personalidad y ellos miden mucho las palabras conmigo.

[Más información: "Por mis hijas": Kiko Martínez, la intrahistoria de su encerrona en Leeds y una reacción de campeón]

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