Seguramente sea la mujer más fuerte del mundo. Cuando Tamara Walcott (St. Croix, Islas Vírgenes; 1984) se pasea frente a la barra de peso muerto, el gimnasio Chiseled Life en Columbia, Maryland, se detiene. Después de haber acostado a sus hijos, esta mujer de 38 años se pone a levantar pesas como pocas personas pueden hacer en el mundo. Después de verse divorciada y con 188 kilos, decidió dar un cambio en su vida en la que el deporte se ha convertido en el eje vertebrador.

Tamara se encontró con una obesidad mórbida y una adicción a la comida que ponía en peligro no solo su salud, si no también su vida. Al darse cuenta de que algo tenía que cambiar, esta madre coraje recurrió al levantamiento de pesas como una salida para liberar los factores estresantes de la vida mientras aprendía nociones de disciplina y control con su alimentación. Walcott también tenía que sacar adelante a sus hijos, ya que el divorcio la dejó prácticamente sin nada.

En solo un año perdió 45 kilos, pero había algo más importante: había encontrado en la barra un fiel amigo. Desde ahí iniciaría una rutina diferente a la que llevaba. Combinaba el hecho de criar a sus hijos, trabajar de 9 a 17 horas administrando un negocio y entrenar tres o cuatro veces por semana por la noche. En solo tres años, Tamara ha competido en siete competiciones de las cuales ha ganado seis.

Por si fuera poco, desde hace unas semanas, también tiene el récord de levantar en peso muerto más kilogramos que ninguna otra mujer en el mundo. Levanta 290 kilos en esta modalidad con la conocida como barra de elefante, una auténtica barbaridad. Con la barra normal tiene una marca de 288, en sentadilla de 264 y en press de banca de 164. Por encima de estas marcas, hay la historia de una mujer que ha derribado varias barreras que le ha puesto la vida.

El papel de su hermana

Walcott describe a la Tamara de 2017 como una "adicta a la comida". Estaba en mitad de un proceso de divorcio cuando descubrió que su peso se disparaba. "Recuerdo pasar por mi divorcio, llorar en mi armario y decirle a mi hermana: Quiero perder peso. Quiero perder peso". "Pesaba 188 kilos. Había momentos en los que compraba ropa y una semana después me estaba ajustada. Me di cuenta de que me estaba volviendo demasiado grande, tenía que volver a comprar cosas nuevas", explica.

En el momento de su transformación, su hermana tuvo un papel diferencial. "Ella conducía 45 minutos, tres días a la semana después del trabajo para venir conmigo y comenzar a entrenar", explica Tamara. Cuando acababa su jornada como administradora de propiedades residenciales, se aseguraba de que sus hijos se acostaran y se dirigía al gimnasio, dejando a los pequeños al cuidado de su madre. Walcott comenzó a trasformarse.

Además, su adicción por la comida había sido sustituida por ejercicio. "La nueva Tamara se tiraba al suelo y hacía flexiones, abdominales y saltos. Me sentía cansada. Entonces me decía a mí misma: Chica, siéntate, no tienes hambre". Walcott se ejercitaba con las mancuernas, pero no cogería la barra que le ha catapultado a la fama hasta 2018, cuando cambió de gimnasio. "Vi a todas estas personas levantando. Yo quería probarlo. Cuando tomaba el control de la barra, sentía que todo lo demás en mi vida tenía un orden".

"¿Eres un hombre?"

A pesar de todo este lado positivo, a Walcott le costó acostumbrarse al ambiente del gimnasio. "Cuando comencé, escuchamos muchas cosas como: ¿Por qué quieres levantar? No vas a perder peso levantando, no deberías ir al banco porque te vas a ver como un hombre. La gente incluso me ha preguntado por las redes sociales: ¿Eres un hombre? ¿Eres realmente una mujer o eres un hombre? Di a luz a dos niños. Yo soy una mujer. ¿Por qué no puedo ser fuerte? ¿Por qué tienes que hacerme esas preguntas porque soy fuerte?", explica en The Guardian.

Después de eso han llegado éxitos y medallas. Una de las primeras es la que más ilusión le hace por poder habérsela enseñado a su abuela ya fallecida. Esta familiar también fue muy importante en su vida, ya que creció con ella y le enseñó que con muy poco podía salir adelante. Tuvo un importante peso sobre todo en ese proceso de divorcio: "Cuando me divorcié, no sabía cómo iba a llegar a fin de mes después de haber pasado de dos ingresos a uno". 

Walcott ha conseguido su último éxito vestida de rojo, para celebrar el mes de la historia de la mujer de Estados Unidos. Ella ahora se siente una referente para muchas que están en un mal momento, tanto de forma como mental, como ella lo estuvo hace cinco años. "Todavía no he alcanzado mi techo", asegura. Su idea es seguir demostrando la fortaleza en la que tanto ha trabajado con esas barras que levanta con el mismo ánimo que cogía a su abuela para ponerla en la silla.

[Más información: El testimonio más duro: el levantador de peso de Irán que desertó para evitar la tortura y la ejecución]

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