Berlín

Iván Pedroso alienta y corrige desde la primera fila de la grada del Estadio Olímpico de Berlín a su pupila, Ana Peleteiro. “Te estás yendo en los saltos muy hacia arriba”, le remarca con los brazos, pidiéndole que trate de aprovechar más la velocidad horizontal. La triplista española sale del foso con el gesto torcido, rabiosa porque no acaba de enganchar un buen intento, tampoco el último, de 14.44 metros, el mejor del concurso, que no le sirve para volar más allá del bronce.

La atleta ribeirense, que escucha con atención a su entrenador, la persona que ha sido capaz de extraer de nuevo su versión más competitiva, no acaba de explotar en el pasillo del Olympiastadion. A sus brincos válidos les falta chispa, un plus de energía; los nulos son más largos, y por eso agarra y lanza la arena del foso lamentándose. No puede Peleteiro con Kristin Gierich, la saltadora alemana, que alentada por su público firma la mejor marca de su vida en el primer intento (14.45m), ni tampoco con la griega Paraskeví Papahrístou, la gran favorita, que gana el oro con 14.60m.

"No estoy muy contenta, no puedo decir que esté super happy. Soy muy inconformista", reconoce la triplista gallega, campeona del mundo junior en 2012, en la zona mixta, donde aparece jugando con una botella de agua, con la mente todavía pensando en esos intentos que no terminaron de convertirse en el salto con el que soñaba. "Empecé el concurso muy revolucionada, las primeras tres rondas no estaba corriendo bien; luego me empecé a encontrar mejor, pero hice dos nulos muy largos". Y en el salto final, por miedo a pisar la plastilina, mete el pie de batida unos centímetros por detrás de la tabla, Los 14.44m de Ana no mejoran los 14.45m de la alemana.

Peleteiro y la griega Paraskeví Papahrístou celebran sus medallas. Efe

No obstante, Peleteiro, mucho más fina y con la confianza recuperada después de una temporada en la que también ha logrado un bronce en el Mundial indoor de Birmingham, valora su crecimiento como atleta, su regularidad en el foso, la vena competitiva que es capaz de sacar a relucir en los grandes campeonatos. En Berlín, en un estadio entregado a los alemanes, que empuja a los atletas y a los artefactos que lanzan, logra el segundo mejor salto de su vida, pero no le satisface: "Ha sido una buena competición. Pero me he quedado tan cerquita... No te puedo mentir, me da un poco de coraje".

Ana, como le dice Pedroso, sabe que está preparada para lo que ella quiera, como por ejemplo, para saltar más allá del récord de España de triple salto de Carlota Castrejana (14.64m). La marca sobrevive un concurso más, algo que no le preocupa a la ribeirense, alérgica a los límites y que como Bruno Hortelano, solo piensa en ser mejor que ella misma. También le da rabia no haberle brindado un resultado mejor a su entrenador, a quien choca la mano después de su último intento y se envuelve en la bandera de España: "Sé que Iván quería más", se despide.