Hace ya 50 años, 50, que José Perurena y Pedro Cuesta ganaron el Descenso del Sella, en la edición de 1967. Esto no sería hoy noticia si no fuera por las condiciones en que se produjo; ambos eran palistas del Club Vallehermoso ubicado en el madrileño estanque de El Retiro. 

Entonces no se entendía bien cómo se podía ganar en un recorrido en torno a los 18 kilómetros entrenando en un estanque de apenas 250 por 120 metros; quizá por eso mucha gente se interesó por el fenómeno, porque no era sencillo.

En la década de los sesenta del siglo pasado, la vida cotidiana no era fácil. Dos décadas después de una dura posguerra en la que faltaba de todo, practicar cualquier deporte tampoco era sencillo. Los chaveas se juntaban en la calle y en cuanto pillaban un balón emulaban lo que les contaban que pasaba en los estadios, en Madrid el Chamartín y el Metropolitano y en el resto de las ciudades con sus distintos equipos. Poco a poco correr, saltar, nadar, las distintas modalidades de pelotas con la mano, con el pie, con un bastón, y apoyados en las reglamentaciones extranjeras fueron evolucionando. 

Pedro Cuesta, entrenando en el Retiro.

El piragüismo tenía entonces y hoy dificultades añadidas: hace falta agua para practicarlo y Madrid no tiene mar ni un caudaloso río donde poder entrenar (suprimidas las compuertas actualmente en el Manzanares por la alcaldesa Manuela Carmena, vemos que se queda convertido en un arroyo aparente). Y como embalse, El Retiro se queda justito. Si a esto añadimos que hacen falta piraguas y palas (que también eran escasas por caras) nos podemos hacer una idea de la situación. 

De la Casa de Campo al Retiro por la Gran Vía

Baste un ejemplo del que da una fotografía antigua: la Federación asigna un K-4 al club en 1965, pero se lo deja en las instalaciones de El Lago de la Casa de Campo. Con los medios de la época el barco de once metros de longitud fue llevado a mano desde El Lago, por el Paseo de San Vicente, la Plaza de España, la Gran Vía y la calle de Alcalá, hasta llegar al estanque de El Retiro. Vamos todo un paseo por el Madrid castizo.

En ese contexto un grupo de jóvenes piragüistas se esfuerza en los entrenamientos “giratorios”, pues era obligado dar vueltas y más vueltas para no chocar con las paredes. El club da un gran salto con la llegada de un entrenador que será el talismán que revolucione este mundillo, más tarde incluso a nivel nacional: Eduardo Herrero; proviene del atletismo y está especializado en lanzamientos. Estudiante de medicina investiga y pule la técnica de los movimientos para sacar el máximo rendimiento de la fuerza aplicada a la palada y su tracción en el agua; “trabaja la torsión y serás un campeón” dicen que se canturreaba en los entrenamientos. 

Eduardo Herrero en el autobús que utilizaban para desplazarse.

Al mismo tiempo y a la vista de que hace falta un sitio para guardar barcos, palas y material, anima a todos a construir las instalaciones, paredes, techo, suelo… Herrero afirma: “el Club lo han hecho los palistas con sus manos”.                                   

No se queda ahí, ya que también revoluciona el mundo de los barcos (en El Retiro el poliéster y la fibra de vidrio son materiales cotidianos, así como los picores que acarrea su lijado para que el barco quede pulido) aplicando una aerodinámica que reduzca el frotamiento en el agua, todo lo cual, añadido a los entrenamientos en invierno en el Estadio de Vallehermoso y con series en verano,  hace que en pocos años el club despunte. 

La victoria de Perurena y Cuesta en el Sella no será en único fruto recogido. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta, cadetes, infantiles, juveniles y algunos senior comienzan a despuntar. Son los años en los que el equipo se proclama Campeón de España destacándose del resto del país y tiene su punto más alto en 1972 en Portomarín, Lugo, donde prácticamente se ganan todas las finales.

El “mago” como se refiere a Eduardo el presidente Calleja de la Federación Española, le envía a Rumanía con una veintena de palistas donde aprende y aplica las técnicas de Navasart con los magníficos resultados conocidos y pasa a dirigir la Selección Española. En 1972, se estrena como entrenador olímpico en Munich. En 1975 llegarían los grandes triunfos con las medallas de oro mundiales y las olímpicas en Montreal, Moscú y Los Ángeles. Cuando deja el entrenamiento en agua pasará a ser Director Técnico de la Federación donde aún se nota su escuela. 

Blanco Campeón de Europa Juvenil

Pero estos triunfos no surgen por generación espontánea. En los duros años de trabajo de los primeros 70 la cantera del Vallehermoso trabaja como una olla a presión: sin descanso. Cadetes, infantiles y juveniles ven como poco a poco empiezan a copar los primeros puestos de las competiciones en sus categorías. Y llega el primer título internacional José Luis Blanco, Campeón de Europa Juvenil; le seguirían otros triunfos en distintas pruebas internacionales tanto en kayak como en canoa. Llegan incluso a conquistar dos medallas de bronce del Campeonato del Mundo de 1977 en K-4, 500 y 1000 metros senior; el barco está compuesto por Herminio Menéndez, José Luis Sánchez,  José R. López Díaz-Flor y Ramos Misioné, todos senior menos Sánchez que aún competirá un año más en categoría juvenil. 

No todo fueron alegrías; Carlos Hernández y José Antonio Rodríguez, en K2 ganan el descenso del Sella en juveniles, pero un año después José Antonio muere entrenando en el Esla en 1968, sin haber llegado a senior y con una carrera prometedora por delante. Una sentida pérdida. 

En 1972 Eduardo Herrero deja Vallehermoso para hacerse cargo de la Selección Nacional de cara a los Juegos Olímpicos de Múnich. Le sucede un alumno suyo, el canoista Luis Escriña Burgos y sucesivamente ocupan el puesto de entrenador del club José Luis Blanco, José Luis Sánchez,  José María Cabasés y Ángel Gordo.   

En estos años, el club siempre ha tomado parte en las principales competiciones nacionales, disputando los primeros puestos; en la actualidad el equipo cuenta con una buena cantera, como siempre, pero además ha destacado en otra modalidad del piragüismo, el kayak-polo; han formado parte de la Selección Española que ha disputado los World Games, consiguiendo medalla de bronce en 2016 y 2017. En la edición última los palistas del Vallehermoso Ángel y Alejandro Gordo Herrero y Víctor Aspiazu formaron parte de la Selección nacional que consiguió el tercer puesto.

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