En las apuestas por internet, según estimaciones varias, pierde dinero el 96% de los apostadores. Las cantidades que se mueven en el negocio son mareantes: sólo en el tercer trimestre de 2016 se apostaron en España 1.153,46 millones de euros en competiciones deportivas. Las casas nunca pierden dinero: les compensa incluso mantener categorías deportivas idóneas para los amaños de partidos (como la Tercera División de fútbol o los torneos Futures de la International Tennis Federation), sabedoras de que a pesar de las trampas siempre salen ganando.

En 2015 la industria del juego 'online' gastó más de 96 millones de euros en publicidad y promoción en este sector, y 37 millones sólo en bonos de bienvenida para captar jugadores. El sector está de actualidad por los amaños (la semana pasada la Guardia Civil detuvo a 34 personas en una operación contra los amaños en el tenis), pero incuba silenciosamente otro conflicto a punto de estallar: las quejas continuas de usuarios, sobre todo apostadores profesionales, por las permanentes “trampas” que les hacen las casas cuando empiezan a ganar dinero. Algo similar a lo que les sucedió a Los Pelayos (grupo que diseñó un método legal para ganar en las mesas de ruleta de los casinos en la década de 1990), pero en el siglo XXI, a través de cualquier terminal informático.

En el último año se han dictado en España al menos tres sentencias que dan razón a usuarios individuales contra “prácticas abusivas” de las casas de apuestas. El mes pasado, por primera vez en nuestro país, se admitió a trámite una demanda colectiva (de 230 apostadores) contra una gran casa -Bet365- por presuntos abusos de poder frente a los jugadores: “Es muy parecido a lo que ocurrió con las ‘cláusulas suelo’”, dice el abogado que representa a los apostadores, Ricardo Fábrega: “Los clientes aceptaban las condiciones al firmar con los bancos, pero aun habiendo siendo firmadas ante notario se declararon nulas posteriormente. Las casa sólo permiten apostar a los que pierden. Un 90% de las cláusulas les favorecen, el 10% restante son inocuas”.

Cierre de cuentas y cambio de cuotas

Son dos las principales protestas de los usuarios demandantes, agrupados en la plataforma Muebete: el cierre de cuentas a jugadores exitosos y la modificación unilateral de cuotas durante o incluso después de un partido: un cambio de reglas a media partida, como si a un jugador de ajedrez se le quitase una torre tras 15 movimientos. “Hemos decidido denunciar a Bet 365 porque es la que tiene más jugadores en España, aunque no sea la que más límites impone”, explica Fábrega: “Queremos que sirva de antecedente para que las casas dejen de imponer cláusulas abusivas que castigan a los jugadores por su habilidad en todas las casas de apuestas”.

Muebete se dirigió inicialmente a la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ), pero el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda no quiso entrar en el asunto y se limitó a decir que su competencia es verificar el cumplimiento  de las condiciones firmadas: “Valorar si una cláusula es abusiva es competencia de los tribunales”, respondieron. “La DGOJ ha actuado muy mal”, apostilla Fábrega: “Están para defender al usuario y no lo hacen”.

Las acusaciones a la Dirección General del Juego son permanentes entre los usuarios frecuentes o profesionalizados, aquellos que apuestan dinero todos los días como forma de ganarse la vida. “La Ley del Juego [2011] es nefasta para los apostadores y los jugadores de póker”, dice un conocido apostador madrileño que ha optado por un perfil más bajo en el último año. “La Dirección General es un valladar de las casas de apuestas, no hacen absolutamente nada. Las casas invierten una enormidad de dinero en publicidad, captan a la gente y van haciéndose con una masa de jugadores perdedores”.

Cambios en la Dirección General

La Dirección General de Ordenación del Juego está descabezada desde hace tres semanas, cuando Carlos Hernández Rivera fue destituido por el Consejo de Ministros. La institución ha eludido sistemáticamente y en reiteradas ocasiones las peticiones de información de este diario en los últimos 20 días. Su nombre está constantemente en boca de los apostadores, que la critican desde el anonimato por temor a represalias provenientes de las casas de apuestas (cierre de cuentas, sobre todo). Aunque sólo dos de los 14 especialistas consultados por EL ESPAÑOL se atrevieron a decirlo públicamente, todos ellos dijeron sentirse desprotegidos por una institución pública que, como recuerda Fábrega, “tiene como una de sus principales misiones la defensa de los jugadores”.

El consejero delegado de una plataforma española de ‘tipsters’ (pronosticadores) explica así su punto de vista: “Las casas se escudan en las cláusulas del contrato del juego entre la casa y el apostador para no hacer nada. Es decir, si una cláusula dijera que la casa puede quedarse con el dinero del jugador si lo estimase oportuno, la DGOJ no haría nada. Es de chiste… La razón de esta connivencia de la DGOJ con las casas es que hay mucho lobby. Te lo puedes imaginar por las cosas que pasan. A mí me lo ha contado gente muy importante del sector. Una de las muestras de este lobby es la no concesión inicial de una  licencia de juego a las casas de apuestas de intercambio como Betfair. Betfair y las demás ‘betting exchanges’ son los lugares más justos donde apostar porque los apostadores apuestan unos contra otros, no contra la casa. La Exchange sólo hace de intermediario y se lleva una comisión. Es realmente un mercado, como la bolsa”.

Betfair.

Tras unos años sin ‘betting exchanges’ en España, en 2015 Betfair y otras exchanges como CARCAJ obtuvieron licencia como casa de intercambio, aunque sólo con liquidez nacional (es decir, sólo jugadores españoles, con lo que la liquidez disminuye notablemente y las cuotas son por lo general poco competitivas). “Es increíble como la DGOJ se niega a aceptar la liquidez internacional. ¿Qué mayor protección al jugador que apostar contra otros jugadores y tener acceso a unas cuotas más competitivas?”, añade el empresario.

Cancelación de apuestas después del partido

Como se dijo antes, las dos reclamaciones fundamentales son la modificación sobrevenida de reglas del juego y las limitaciones impuestas a jugadores con buenas ganancias. Marçal Gómez, un apostador ilerdense, cuenta un ejemplo: “A mí me han cancelado apuestas combinadas admitidas y me han cerrado cuentas con 3.000 euros de saldo positivo que nunca me han desembolsado. Hacen lo que quieren”. Toni Imbernon, director de la red de afiliación publicitaria Betradingaff, afirma a su vez que “cierran cuentas y modifican cuotas permanentemente: realmente no sabemos para qué está la Dirección General, ha llegado la hora de preguntárselo. No conozco a nadie que le haya funcionado reclamar a la DGOJ”.

Un apostador madrileño con ganancias superiores a 100.000 euros anuales que no permite publicar su nombre “porque me tienen ya muy marcado” explica la postura de los demandantes a Bet365: “Hay que diferenciar entre los límites generales (totalmente entendibles, dependen del deporte, competición, mercado) que afectan a todos los jugadores por igual y los límites individuales. Por ejemplo, que una casa de apuestas no deje apostar demasiado a todos sus clientes a un partido de 1ª ronda de un torneo Challenger de Tenis es lógico, ya que 1) no tiene demasiada información para fijar sus cuotas y 2) el riesgo de amaño es elevado”.

“Los límites específicos o personales, sin embargo, afectan a ciertos jugadores porque ganan dinero o por otros motivos”, prosigue. “A mí mismo Bet365 me limitó hace unos meses tras crear una nueva cuenta y hacer sólo una apuesta (¡una!) de un importe muy bajito, que además perdí. Obviamente lo hicieron por ser quién era. De estos límites personales es de los que se quejan los apostadores. Significa que si pierdes dinero no pasa nada, puedes seguir perdiendo toda tu vida. Pero como la casa vea o intuya que puedes ser bueno apostando, te pueden limitar rápidamente. Es muy injusto. A Bet365 se la conoce en el mundillo como Bet3.65”.

También Bwin y William Hill

Los demandantes reconocen que Bet365 no es la única casa con estas prácticas que limita apuestas y corrigen cuotas sobre la marcha. Un ejemplo: la casa determina -a posteriori- que la cuota inicial aceptada de 2.80 era un error y que la correcta era 1.90; al cliente, aunque apostara por 2.80, le paga 1.90 en vez de la cuota a la que se había realizado la apuesta real. De hecho, EL ESPAÑOL ha podido saber que se están preparando demandas similares contra otras dos grandes casas: Bwin y William Hill.

Las resoluciones judiciales habidas hasta ahora vienen dando la razón a los jugadores individuales, pero el coste para los ‘bookies’ es escaso: sólo les cuesta la diferencia entre lo que debería haber pagado al usuario y realmente pagó, los intereses y las costas del juicio. Una jueza argumentó en la condena que “no existe mecanismo para comprobar si el error [de la casa de apuestas al poner la cuota] existe, y aunque exista, no es motivo válido para modificar una apuesta aceptada”.

William Hill.

 “Se trata realmente de un problema mundial, no sólo de España”, explica otro apostador profesional catalán. “La verdad es que hay pocas casas que no imponen límites personales. Bet365, William Hill, Bwin & Company limitan en todos los países. Me parece genial la creación de este movimiento de los jugadores en España. Sin embargo, tengo dudas de su éxito futuro. Al final todo se reduce a si los jueces admiten el derecho de admisión en una casa de apuestas online, igual que existe en un restaurante o en un Casino. Y no lo veo claro. En el tema de la corrección de cuotas sí creo que, como han sentenciado varios jueces, los jugadores tienen todas las de ganar de ahora en adelante y que esto cambiará”.

¿Derecho de admisión?

La cuestión del derecho de admisión de las casas remite a una pregunta casi filosófica: ¿existe el derecho a jugar, a apostar? Fuentes del sector hacen una distinción entre el apostador ocasional y el jugador ocasional: “ Al primero hay que supervisarle sin duda, por cuestiones de minorías de edad y protección frente a la actualidad. A los segundos no sé si tanto: por lo pronto, la Agencia Tributaria no la reconoce como actividad profesional”, razona un portavoz. “La limitación de las apuestas es legal si entendemos que el juego no es un derecho y por tanto la legislación permite el derecho de admisión en atención a la libertad de empresa”.

Raúl Rubio, abogado experto en apuestas del bufete Baker McKenzie, está de acuerdo con que el juego “no se configura como un derecho, sino que se tolera en determinados ámbitos”, pero afirma que “la regulación busca la protección de los jugadores, con lo que cualquier medida que lesione los derechos podría ser cuestionada [...] La modificación de las reglas del juego, más allá de lo que diga la Ley del Juego, puede resultar lesiva a los derechos del consumidor: podría hasta desbordar las competencias de la DGOJ y entrar en el marco de la Defensa del Consumidor. Ambas podrían entrar a valorar esto y supervisar las condiciones generales de los contratos de adhesión cuando otorgan las licencias a las casas. ¿Cuál sería su objeto si no? La supervisión no estaría completa”.

El mercado del juego está regulado desde la entrada en vigor de la Ley del Juego de 2011, que instauró la concesión de licencias para funcionar (antes, las casas operaban desde paraísos fiscales como Gibraltar o Malta). A pesar de ellos, las casas ofrecen apuestas en mercados cuestionables, como competiciones juveniles y ligas inferiores donde la precariedad económica crea un caldo de cultivo ideal para la corrupción deportiva.

A este periódico le ha resultado completamente imposible contactar con representantes de las grandes casas de apuestas en el último mes: la opacidad del sector es extraordinaria. Y los que hablan exigen anonimato por las posibles represalias. Los apostadores profesionales, en cambio, han decidido unirse, acudir a los tribunales y hablar. “Benditas casas…”, dice uno de los más reivindicativos. “No son mi enemigo, créeme, vivimos de ellas. Lo que queremos es igualdad de condiciones. Queremos mejorar el sistema, no acabar con él. A mí me encanta que haya regulación, no me gusta apostar en casas asiáticas a través de una empresa antillana y conectado desde una IP rumana, como hacía antes. Pero regular es regular, no mirar para otro lado”.

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