Rafa Pascual (Madrid, 1970) fue el mejor jugador del mundo de voleibol en 1998, 537 veces internacional -sólo le supera Manel Estiarte-, jugó en ocho países y pasó 15 años en Italia. Eran, obviamente, otros tiempos: él tenía que salir escoltado de los pabellones, España se clasificaba para los Juegos Olímpicos y en cada colegio había un equipo de voleibol. Ahora, sin embargo, la realidad es otra. Su deporte, el que lo convirtió en ídolo, se encuentra, en sus propias palabras, “a la deriva”. ¿Y qué ha hecho él? Lo de siempre: acercarse a la red y buscar ganar otro partido. Esta vez, en los despachos, como candidato a la presidencia de la Federación. Pero antes de que las urnas juzguen si es la persona adecuada -será el próximo 18 de diciembre- recibe a EL ESPAÑOL en ‘La Chalana’, una marisquería de la que es dueño. Tiene 50 personas a su cargo y 400 comensales por atender, pero se para a media tarde para atendernos.



Ya ha llovido desde que entró en el equipo de los Salesianos de Atocha. ¿Todavía celebra San Juan Bosco y María Auxiliadora, patrones del colegio?



Pues mira, seguimos haciendo fiestas. Por ejemplo, cuando se estrenó ‘La Chalana’ -su restaurante- muchos de los que estábamos en los Salesianos y más personas estuvimos aquí. Fue un reconocimiento a todos aquellos maestros que nos enseñaron tanto: Bernardo, Luis… Ellos no eran especialistas en voleibol, pero lo tomaron como suyo. Gracias a ellos salimos muchos jugadores. Entonces, en casi todos los colegios de Madrid se jugaba. Ahora, se ha perdido un poquito. Sigue sobreviviendo el femenino, pero a casi todos nos dan una pelota y le pegamos con el pie.



Tiene cuatro hijos. ¿Juegan al voleibol en los Salesianos?



No, van a otros centros. Pero la niña y el niño mayor juegan al voleibol y hacen deporte. Tienen buenas dotes, pero luego ya depende de ellos si se quieren dedicar a esto. Simplemente, espero que estudien mucho, que disfruten y que sean felices. El deporte debe ser un complemento a su vida.



Fue mejor jugador del mundo, campeón de Europa, estuvo 15 años compitiendo en Italia… ¿Siente nostalgia?



No soy un hombre de pasado. El otro día, por ejemplo, cuando hicimos la presentación para la candidatura a la presidencia, me pidieron las medallas. Y no sabía dónde las tenía. Sí que tengo nostalgia de Italia, donde estuve 15 años, y de vez en cuando vuelvo. Allí, dejé jóvenes que ahora están a tope, niños que ahora juegan… Y sí que echo de menos los viajes. Todo lo que aprendía, la gente que he dejado por el mundo, ir a otros sitios… Hacer todo eso. De hecho, me gustaría tener tiempo para volverlo a hacer. Pero me alejé del voleibol por motivos personales y ya está. Aunque, es verdad que, después de 42 años, dices: ‘Joder, qué cambio tan drástico’.



Por eso mismo, porque su vida ahora es muy diferente a la de entonces, ¿no le da miedo encerrarse en un despacho?



La verdad, cuando lo dejé sí que tenía claro que no iba a ser fácil dar ese paso. Me había retirado y me había pasado media vida siendo un nómada, yendo de una casa a otra y de un país a otro, así que quise darle a mi familia estabilidad, porque se lo merecían. Que ellos pudieran poner una foto en una casa y no la tuvieran que quitar. Pero a los seis meses me sonó el teléfono y me ofrecieron formar parte de la candidatura olímpica de Madrid, y no pude decir que no. Entonces tuve respeto porque no sabía si iba a estar a la altura, pero creo que hice buen trabajo y aprendí de deportistas, de gestores y de toda la gente que formó parte de aquello. Ahora, tengo un restaurante, tengo 50 personas a mi cargo y 400 comensales cada día. Por tanto, en el momento en el que surge la posibilidad de ser presidente de la Federación, lo que me entra, más que miedo, son ganas.

Rafa Pascual posa para EL ESPAÑOL. Carmen Suárez EL ESPAÑOL



Se puede contribuir al voleibol de muchas formas. ¿Por qué presidente?



No lo elijo yo. Es la gente la que quiere que lo seas. Por otra parte, yo le debo al voleibol presentarme por todo lo que me ha dado. No sé si él me debe algo a mí, pero creo que estoy bien pagado. Simplemente, quiero contribuir a que mi deporte esté mejor.



Pero, de momento, en su página web se encuentran más intenciones que medidas concretas.



Eso es porque soy una persona de equipo y quiero contar primero con todas las opiniones de la gente. No creo que las medidas sean cosa de una persona sola, sino de varias. En ese sentido, cuando hable con todos ellos, llegarán las medidas.



Como gestor ya tiene experiencia a la hora de dirigir sus restaurantes.



Sí, son 50 personas y 400 comensales todos los días. Pero bueno, me considero alguien trabajador y si me comprometo con el voleibol y me tengo que sentar como presidente, lo haré el tiempo que sea necesario. Y mis negocios y mis restaurantes, pues si los puedo compaginar, lo haré. Y si no puedo, pues tendré que buscar otro profesional que intente controlarlo todo.



¿Cómo es con sus empleados y como gestor de sus restaurantes?



Soy una persona de diálogo. Tengo carácter, siempre lo he tenido. Y siempre he sido muy exigente en todo lo que hacía. Pero me he dado cuenta de que la exigencia depende de las condiciones de cada persona. Y me gusta ser un ejemplo para mis empleados. Si les digo que barran, quiero ser el primero que lo haga. Si les digo que vengan ocho horas, pues yo también las estoy aquí. Para ganar hay que sacrificar y a mí me gusta pregonar con el ejemplo.



¿El éxito de un buen empresario depende del dinero?



Si ponemos el deporte por medio, el dinero no te garantiza que vayas a ganar. Y yo no considero que lo sea todo. Si hay federaciones que han podido salir a flote en tiempos de crisis, ¿por qué no lo ha hecho la nuestra? Yo creo que hay que aprovechar los recursos al máximo. Y luego hay que encontrar financiación para hacer lo que se pueda.



Ahora que está de campaña… ¿Se siente como Rajoy, Pablo Iglesias y Rivera?



No soy político y no tengo esa mentalidad. Pero, aunque la parte de la política sea la que menos me gusta, tendré que aprender.



¿Qué le gusta de cada uno de los líderes políticos españoles?



Lo que no cogería es lo de no ponerse de acuerdo nunca. Más allá de eso, creo que todos están empeñados y comprometidos con hacerlo bien. De lo contrario, estaríamos peor. Pero no me permito decir qué es lo que hacen bien o mal. Ser presidente del Gobierno sí que da miedo.

Rafa Pascual posa para EL ESPAÑOL. Carmen Suárez EL ESPAÑOL



¿Qué le preocupa al Rafa Pascual ciudadano?



En lo relativo al voleibol, estoy convencido de que necesitamos un cambio. En cuanto al mundo, creo que deberíamos vivir mejor, hablando mentalmente. Me preocupa que la gente se preocupe por tantas y tantas cosas, y que luego no lo haga de lo básico: de los amigos, de la familia… Estos últimos años han sido difíciles para todos. Ha sido una crisis general que nos ha acarreado muchos problemas. Estoy preocupado porque volvamos a estar bien y que se hable de la crisis como algo del pasado.



¿Y qué le preocupa al Rafa Pascual empresario?



Que la gente esté bien, porque cuando estamos así, todos tenemos ganas de estar juntos, de comer, de beber y de ir a los restaurantes. Y ese es el negocio que a mí me gusta: estar con los demás.



En la presentación de su candidatura también dijo que le preocupaban los medios de comunicación. ¿Qué importancia tienen para usted?



Los medios han sufrido estos años. Se han tenido que tomar decisiones drásticas y eso se refleja también en el deporte. Al final, para cubrir determinados eventos necesitas tener profesionales que lo hagan. Yo creo que hay que ayudarlos y apoyarlos. Hay que invertir en ellos, traerlos, que no les cueste nada… Es la única manera de que se interesen por tu deporte.



¿A qué se debe la falta de público en los campos de voleibol?



El voleibol es el tercer deporte del mundo y no le faltan medios de comunicación ni gente. La falta de público se circunscribe sólo a España. Esto se debe a que los niños necesitan alguien en quien fijarse. Ellos tienen que ver que si juegan al voleibol pueden llegar a unos Juegos Olímpicos o que, como ocurría antes, los jugadores necesitábamos policía para salir de los pabellones. Entonces, claro, el niño veía algo, le gustaba, y el padre, pues igual. Esa es la manera de enganchar. Y para eso necesitamos un programa de trabajo.



Para terminar. ¿Qué punto le queda por meter a Rafa Pascual?



La presidencia. Ojalá y pueda meter el último punto de este partido y ser elegido presidente. Pero para eso todo el voleibol tiene que coger el balón y decirme, Rafa, ahora te toca a ti. Ojalá sea así y dentro de cuatro años puedan decir: ‘El voleibol con Rafa está mejor”.

Rafa Pascual posa para EL ESPAÑOL. Carmen Suárez EL ESPAÑOL

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