No hay mejor equipo en la historia que esta generación de All Blacks. La selección de Nueva Zelanda ha confirmado su hegemonía en el rugby durante los últimos cinco años al revalidar el título de campeones del mundo, tras imponerse a Australia en la final del Mundial 2015 disputada en Twickenham (34-17). Por primera vez en la historia, una selección levanta la pequeña Copa Webb Ellis de manera consecutiva. Este nuevo título eleva a los kiwis, capitaneados por el sempiterno Richie McCaw, a la leyenda del rugby y les coloca como la selección con más copas mundiales con tres títulos.

Nueva Zelanda fue fiel a su estilo de juego rápido y dinámico, con un ritmo constante que no deja pensar al rival. El partido arrancó muy táctico y con las defensas primando sobre los ataques. El dominio neozelandés no se consolidaba en puntos en el marcador. Solo tres golpes de castigo del apertura Dan Carter daban una pequeña ventaja sobre los Wallabies, que aprovecharon su única ocasión para apuntarse otro disparo a palos (9-3).

La buena defensa de los australianos, comandada por sus terceras David Pocock y Michael Hooper, fue una pesadilla en el punto de encuentro y frustró varios movimientos de los All Blacks, pero fue decayendo con el paso de los minutos. La pérdida por lesión de Matt Giteau mermó la calidad wallabie y justo antes del descanso llegó el primer ensayo neozelandés, culminado por el ala Nehe Milner-Skudder pegado al banderín (16-3).

Los Wallabies estaban tocados y a la vuelta al terreno de juego, Nueva Zelanda dio el segundo mazazo. Una escapada en carrera de Ma’ Nonu desde el centro del campo no encontró rival que lo alcanzara (21-3). El partido estaba perdido para Australia, pero cuando peor se encontraba sacó el juego que le ha llevado a esta final en la catedral del rugby. Respondieron con el máximo rendimiento a la superioridad numérica generada por una expulsión temporal del zaguero kiwi Ben Smith por un placaje peligroso: primero con un ensayo de sus delanteros tras un maul que terminó en ensayo de Pocock y justo antes del retorno de Smith al campo, Kuridrani culminó una patada al hueco del medio melé aussie Will Genia para colocar un apretado 21-17. Todavía quedaban 15 minutos por jugar.

Con unos All Blacks tocados y unos Wallabies en zafarrancho de combate, surgió la figura de Dan Carter. El apertura neozelandés tiró de galones y se echó el equipo a los hombros para acabar con el ímpetu rival. Primero con un drop providencial y luego con un golpe de castigo desde el centro del campo puso distancias en el marcador (27-17) a falta de siete minutos para el pitido final.

La reacción aussie no llegó, pero sí la puntada final de Nueva Zelanda, que con una patada de contraataque colocaron el 34-17 definitivo, con la marca de Bauden Barrett. Los 19 puntos de Carter fueron claves para el triunfo de los kiwis. La mejor generación de jugadores de Nueva Zelanda, y quizás de la historia del rugby, culmina un lustro impresionante. Dos títulos mundiales, tres Rugby Championship y solo tres derrotas desde 2011. Los McCaw, Carter, Nonu, Mealamu o Smith abandonan los All Blacks para dejar paso a las nuevas generaciones, hambrientas de títulos.