El circuito de Imola, también llamado Autódromo Enzo e Dino Ferrari, sede este fin de semana del Gran Premio de Emilia-Romaña de Fórmula 1, tiene en su historia uno de los capítulos más negros del automovilismo mundial: la curva Tamburello.
Este tramo aparentemente sencillo de alta velocidad protagonizó un fin de semana trágico en 1994, que dejó marcas permanentes en la Fórmula 1. Pese a su posterior transformación, la huella negra de Tamburello ha prevalecido en el tiempo.
Tamburello, una curva rápida de izquierdas, ya había sido escenario de graves accidentes antes de aquel fatídico mayo de 1994. Pilotos como Gerhard Berger y Nelson Piquet habían tenido serios impactos en ese punto del trazado italiano, lo que hacía prever riesgos que, lamentablemente, no fueron subsanados a tiempo.
Senna, un trágico adiós
El 1 de mayo de 1994, el tricampeón mundial Ayrton Senna sufrió un accidente fatal al perder el control de su Williams FW16 en Tamburello. Las causas del siniestro son múltiples y complejas.
Durante las vueltas iniciales del Gran Premio de San Marino, un choque previo provocó la entrada del coche de seguridad. Este periodo afectó a la temperatura de los neumáticos, reduciendo su tamaño y provocando que el monoplaza rozara excesivamente con el suelo, anulando parcialmente el vital 'efecto suelo'.
La tragedia ocurrió en la séptima vuelta. Senna, liderando la carrera seguido de cerca por Michael Schumacher, se salió inexplicablemente de la pista, impactando violentamente contra el muro exterior.
La investigación posterior reveló daños críticos en la columna de dirección del monoplaza, reparada apresuradamente a petición del propio piloto para mayor comodidad al conducir. Si dicha columna se rompió antes o después del choque sigue siendo un misterio.
Además, se especuló sobre un posible pinchazo al pasar por restos de coches accidentados previamente en la carrera. Pero la causa directa de la muerte fue impactar la cabeza del piloto contra un neumático desprendido tras el choque. Sin este último impacto, Senna probablemente hubiera sobrevivido.
El Williams FW16 de Ayrton Senna tras el accidente en Imola
Un fin de semana funesto
La muerte de Senna eclipsó otra tragedia ocurrida apenas un día antes en el mismo circuito: el piloto austríaco Roland Ratzenberger falleció durante la sesión de clasificación tras estrellarse a alta velocidad debido a la rotura de su alerón delantero.
Ratzenberger, que disputaba apenas su tercer Gran Premio en Fórmula 1, fue declarado muerto poco después del impacto.
El drama había comenzado ya el viernes, cuando el brasileño Rubens Barrichello sufrió un espectacular accidente durante los entrenamientos libres, aunque milagrosamente solo terminó con lesiones leves.
Legado en la seguridad
El fin de semana de Imola marcó un punto de inflexión definitivo en la seguridad de la Fórmula 1. La Federación Internacional del Automóvil (FIA) y los equipos se vieron forzados a revisar profundamente sus políticas y normas de seguridad. Desde aquel entonces, se implementaron cambios sustanciales tanto en el diseño de circuitos como en la construcción de los monoplazas.
Estas medidas incluyeron modificaciones estructurales significativas en Imola. La curva Tamburello fue rediseñada radicalmente para convertirla en una chicane lenta, disminuyendo considerablemente la velocidad de paso y reduciendo riesgos potenciales.
Accidente de Guanyu Zhou en Silverstone
El recuerdo sigue vivo
Tres décadas después, el recuerdo de Senna sigue muy vivo, alimentado por su carisma, talento y trascendencia más allá del deporte. La reciente serie de Netflix "Senna" ha reavivado el interés en la figura del brasileño, mostrando al hombre detrás del mito y recuperando momentos clave de su vida y carrera deportiva.
La muerte de Senna no solo significó la pérdida de uno de los más grandes talentos del automovilismo mundial, sino también la concienciación definitiva sobre la importancia de la seguridad en este deporte extremo.
El Gran Premio de Emilia-Romaña vuelve a traer a la memoria aquellas jornadas trágicas que cambiaron para siempre la historia de la Fórmula 1, convirtiendo a Tamburello en un recuerdo imborrable del riesgo inherente en la búsqueda de la gloria automovilística.
