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Fernando Alonso y Aston Martin han elegido el Gran Premio de China, el segundo de la temporada de Fórmula 1, para convertirlo en un auténtico laboratorio sobre ruedas.

Lejos de centrarse únicamente en la clasificación, el equipo de Silverstone ha optado por realizar distintas pruebas técnicas que no pudieron completar durante la pretemporada, sacrificando rendimiento inmediato por desarrollo a medio plazo.

El resultado, al menos en términos de posición en la parrilla, no ha sido brillante: el piloto asturiano partirá desde la decimotercera plaza, justo por delante de su compañero Lance Stroll. Sin embargo, el verdadero objetivo del fin de semana va mucho más allá.

Un enfoque diferente

El propio Alonso reconocía tras la clasificación del sábado que el equipo está en una fase "un poco experimental".

Las condiciones meteorológicas en Baréin, con lluvia y jornadas interrumpidas, impidieron completar los test previstos, y ahora en Shanghái se presenta una oportunidad única: el formato sprint permite abrir el parque cerrado entre la clasificación y la carrera principal, lo que brinda una ventana para aplicar cambios importantes en el coche.

"Estamos experimentando cosas que no pudimos probar en Baréin. Ese test fue un poco raro por la lluvia, así que ahora lo hemos hecho aquí entre la crono y la carrera", explicaba Alonso.

Entre los elementos que han estado evaluando se encuentran test aerodinámicos y ajustes específicos para mejorar la degradación del neumático delantero, uno de los grandes desafíos del equipo en este arranque de temporada.