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Los esfuerzos de la familia de Michael Schumacher por proteger la información más sensible acerca del heptacampeón de Fórmula 1 han tomado un nuevo giro tras los recientes procesos judiciales por extorsión.

A lo largo de los últimos años, el círculo más cercano del expiloto ha tenido que enfrentar varias amenazas dirigidas a obtener beneficios económicos a cambio de no divulgar contenido privado.

Este escenario se ha vuelto especialmente delicado desde el grave accidente de esquí que sufrió el piloto en los Alpes franceses el 29 de diciembre del año 2013.

El caso más reciente, juzgado en el Tribunal de Wuppertal, involucra a tres individuos que exigían grandes sumas de dinero a cambio de no hacer públicas ciertas imágenes y vídeos de Schumacher en diferentes etapas posteriores a su accidente.

De acuerdo con la información difundida, se llegaron a solicitar cifras de hasta quince millones de euros con la amenaza de difundir el material en plataformas de difícil rastreo, como la llamada darknet. Ante esta situación, la familia Schumacher optó por colaborar con las autoridades para conseguir pruebas que incriminaran a los presuntos extorsionadores.

Según las pesquisas, uno de los implicados, identificado como Markus F., habría tenido acceso directo al entorno del expiloto mientras trabajó como empleado de seguridad.

Michael Schumacher junto a su mujer Corina Ferrari

Durante ese tiempo, habría sustraído material fotográfico y vídeos en los que se veía a Michael Schumacher en diferentes condiciones médicas. Dicho contenido acabó en manos de un segundo individuo, considerado el principal artífice de la extorsión, y un tercer cómplice que se encargó de brindar soporte logístico.

Las penas dictaminadas por el tribunal oscilaron entre varios años de prisión efectiva y condenas de hasta dos años de libertad condicional.

El miedo de la familia

Sin embargo, no todo quedó resuelto tras la primera sentencia. La familia del campeón de Fórmula 1 decidió apelar la decisión judicial que consideraba "demasiado indulgente" con Markus F., el excolaborador de seguridad que habría violado la confianza depositada en él.

En palabras de Corinna Schumacher, este individuo fue el cerebro detrás de la obtención ilícita de las grabaciones y, por tanto, merecía un castigo ejemplar que sirviera de aviso a quienes intenten sacar provecho del hermetismo que rodea la salud del piloto. La apelación busca que se reconozca su rol como autor y no solo como encubridor o cómplice.

La preocupación de la familia no se limita a la filtración inmediata de imágenes y vídeos: también existe la posibilidad de que parte del material sustraído, almacenado en discos duros y memorias USB, continúe desaparecida.