Nico Rosberg suma y sigue. Victoria incontestable en el Gran Premio de China en el que, a lo largo de las 56 vueltas de la carrera, sólo conoció la realidad del primer puesto, privilegiada posición que, además de lo obvio -ganar- le permitió vivir la prueba de forma cómoda y ajena a todo lo que se cocía por detrás. Completaron el podio Sebastian Vettel (Ferrari) y el ruso Daniel Kvyat (Red Bull). Los españoles, discretos: sólo Carlos Sainz, 9º, cazó puntos en una carrera "decente, no buena", mientras que Fernando Alonso, en su retorno tras el accidente de Australia, finalizó en una "decepcionante" 12º posición.

Rosberg siempre podrá decir que fue un triunfo plácido. Tal fue su ventaja final que únicamente la televisión podrá mostrarle que, en efecto, hubo una película sobre el asfalto muy diferente a la suya para el resto de pilotos. Sólo en la salida vio algo discutida su jerarquía, cuando las gomas del Red Bull de Ricciardo le ganaron el pulso. Fue un espejismo, ya que un par de vueltas después, con la activación del DRS, se quitó de encima sin mácula al australiano y empezó a hacer suyo el primer puesto. De ahí hasta el final, nuevamente con una carrera ideal que se circunscribe a esa paradoja de la victoria 'clandestina': aun haciendo un trabajo perfecto la atención de las cámaras se centró en todo lo que pasaba por detrás... hasta la bandera a cuadros.

El Mercedes del alemán cruza la meta. Reuters

Y es que la fiesta, léase con toda la ironía, se celebró a su espalda. La cosa prometía: con Vettel saliendo cuarto detrás de Kimi y el otro Mercedes ocupando el último lugar de la parrilla, ya se presagiaba espectáculo en los primeros giros, en los que ambos debían arriesgar sí o sí. De hecho, fue el tetracampeón el que protagonizó el incidente más notable en la primera curva, cuando reaccionó muy bruscamente al sentir próximo el Red Bull de Kvyat y se llevó por delante en su nervioso movimiento el Ferrari de Raikkonen. El lance tuvo un efecto contagio por detrás y, en la cadena de incidentes, el otro damnificado fue precisamente Lewis Hamilton, que sumaba a las desgracias del fin de semana una parada inesperada en su box para sustituir el frontal.

Momento en el que Vettel impacta contra su compañero Raikkonen Efe

Pero la suerte le empezaría a cambiar al británico unos minutos después. Precisamente en la recta en la que Rosberg pasaba a Ricciardo el neumático trasero izquierdo del Red Bull reventó, posiblemente tras pisar algún trozo de otro coche, y forzó la salida del coche de seguridad. Las consecuencias fueron trascendentales en ese punto. Las diferencias se vieron anuladas y el baile de monoplazas entrando y saliendo de la línea de boxes trastocó el orden natural de la clasificación. Por ejemplo, dejaron a un Alonso tercero durante unos instantes, en una fotografía irreal y engañosa porque difícilmente se verá algo parecido a corto o medio plazo de no mediar circunstancias muy extraordinarias.

Red Bull vuelve... ¿para quedarse?

Y eso que fue un día en el que los secundarios volvieron a adquirir protagonismo. Red Bull, por ejemplo, volvió. Veremos qué recorrido tiene esta tenue resurrección del otrora equipo de referencia, pero las sensaciones que dejaron Kvyat y Ricciardo en Shanghai resultan esperanzadoras. Por un lado, el ruso mantuvo a raya a Vettel durante buena parte de la carrera. De eso sí podrá quejarse el alemán que, aunque acabó consiguiendo el objetivo, no dejó de culparle insistentemente de su embestida a Raikkonen en la salida. Y en cuanto al australiano supo reponerse de su problema inicial y, a poco más de diez vueltas para el final, incluso se dio el lujo de sobrepasar a Hamilton, inmerso en ese entonces en su particular remontada.

En torno al inglés buena parte de la diversión durante el último tercio de la carrera... menos para él mismo, claro, que tuvo que ver cómo no sólo el Red Bull le dejaba atrás sino que Massa le aburrió manteniéndole detrás y Raikkonen, en una bonita maniobra, le superó de una forma que, contada bajo los parámetros de los últimos años sólo podría entenderse como un capítulo de ciencia-ficción. No llega a tanto de momento pero su desventaja en el campeonato comienza a exigir una reacción de película.