La Fórmula 1 ha vivido en este 2022 un profundo proceso de cambio que debería marcar el devenir de los próximos años, concretamente hasta el 2025. Ahí habrá una nueva revolución en el reglamento. Lo que ahora pretenden evitar la mayoría de los pilotos es que el temido efecto rebote, denominado como 'porpoising', perdure hasta entonces.

Muchos han sido los corredores que se han quejado de esta molesta circunstancia que les lleva atormentando desde el principio de la temporada. Una circunstancia que descubrieron en la pretemporada y ante la que todavía no han conseguido encontrar un remedio. Cada carrera que pasa y cada circuito que descubre este nuevo fenómeno acentúa todavía más el problema. 

La guerra contra el también llamado marsopeo ha vivido una auténtica revolución en Bakú, Azerbaiyán. Muchos pilotos se han quejado de manera importante incitando a la FIA a que encuentre una solución definitiva debido a que los problemas físicos graves están empezando a aparecer. Algunos como Daniel Ricciardo se bajaron doloridos de su monoplaza. 

Sin embargo, el líder de esta cruzada que afecta a la mayoría de pilotos es, como casi siempre, Lewis Hamilton, quien aseguró que la de este pasado fin de semana ha sido la carrera más dura de toda su trayectoria. De hecho, terminó con tantos problemas en la espalda que su presencia en la próxima de Canadá ha sido duda durante varios días. 

Lewis Hamilton junto a Max Verstappen en la presentación del Gran Premio de Monaco Europa Press

Finalmente estará después de trabajar con fisioterapeutas y osteópatas. Sin embargo, en Mercedes se han plantado y quieren obligar a la FIA a encontrar una solución. Esta tendencia marca una dura confrontación con equipos como Red Bull. Los austriacos, líderes sólidos de la clasificación de pilotos y constructores, no quieren que nada cambie para que no se vea interrumpido su periodo de éxito. Ahí han encontrado la defensa de Fernando Alonso, por ejemplo, uno de los pocos pilotos que no se ha quejado de esta circunstancia que podría parecer nueva, pero que en realidad no lo es. 

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Problemas del efecto suelo

La Fórmula 1 ha pasado muchos años alejada del efecto suelo que ahora se ha vuelto tan protagonista y que trae consigo el 'porpoising'. Una situación que no fue descubierta en los test de fábrica previos al inicio del curso ni en las pruebas del túnel del viento, ya que solo aparece a altas velocidades y en este tipo de máquinas solo se pueden simular ritmos cercanos a los 250 kilómetros por hora. 

Tal y como recuerda Raymond Blancafort en el portal Soymotor.com, este tipo de fenómenos son realmente antiguos y es que hace 40 años ya se producían situaciones parecidas. De hecho, hasta una eminencia de la medicina deportiva como Sid Watkins, ya dejó algunas evidencias de los efectos que estos rebotes pueden tener en el cuerpo de los corredores. Así lo documentó en su libro Life at the limit: triumph and tragedy in Formula 1. El escrito data de 1996, pero analizaba los problemas que había observado desde la década de los 80. 

Sid Watkins fue médico de la Fórmula 1 desde finales de los años 70 hasta principios de los 2000. Estaba considerado como una eminencia en su campo y como uno de los neurocirujanos más reputados del mundo. Además, fue presidente de la comisión médica de la FIA.

Sid Watkins, antiguo jefe médico de la Fórmula 1

El doctor indicaba por qué estas vibraciones eran un grave problema: "A menor amortiguamiento de la suspensión, más se expone el cuerpo del piloto a las vibraciones. La columna vertebral sufre cargas verticales a causa de los golpes del coche contra las irregularidades del asfalto".

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"Esto comprime y descomprime los discos intervertebrales de la columna, que están constituidos por un material fibroso y elástico cuya misión es absorber los golpes. Al mismo tiempo, los músculos de la columna vertebral trabajan de forma activa para tratar de contrarrestar el efecto de la fuerza G y reducir al máximo el estiramiento y la compresión vertical de la columna".

Cambios en las suspensiones

Para Watkins, una de las claves estaba en el tipo de suspensiones que se usaba, algo que ahora también ha generado un enorme debate ya que un amplio sector de los pilotos de la parrilla apuestan por el regreso de las suspensiones activas para intentar pelear contra el 'porpoising'. La FIA estudia esta posibilidad, pero las previsiones muestran que su regreso no sería antes del 2026, cuando entra en vigor el nuevo reglamento. Y lógicamente, los pilotos no quieren estar luchando con esta lacra durante tantos años. 

Los coches de principios de los años 80 en la Fórmula 1 estaban marcados también por el efecto suelo, una elevada carga aerodinámica y suspensiones muy rígidas. Por ello, rápidamente tuvieron que reducir esa alta carga aerodinámica a través de una menor rigidez de las suspensiones para evitar estos problemas físicos. 

Así pues, expertos como Watkins descubrieron como ese simple cambio redujo en gran medida los dolores y lesiones de los pilotos en una situación muy similar a la que se vive en estos momentos. Por ello, la Fórmula 1 actual está pidiendo cambios importantes y la llegada de suspensiones más sofisticadas como medida desesperada a lo que muchos consideran ya un problema grave, especialmente en Mercedes.