Romain Grosjean puede considerarse un orgulloso superviviente. Lo que pasado este domingo en el Gran Premio de Bahrein de Fórmula 1 no lo olvidará fácilmente. Seguramente, le persiga el resto de su vida. Será una mezcla de recuerdos agridulces. La felicidad de haber salvado el pellejo cuando la tragedia se había instalado en el circuito de Sakhir, pero con la sensación de pensar que en esa recta podía haberse terminado todo. 

Los pilotos siempre salen a la pista sabiendo que se juegan la vida. Pero una cosa es saberlo, tenerlo en mente, y otra muy distinta es vivirlo en sus propias carnes. Ver como el coche de un compañero sale despedido del trazado, sin control, choca violentamente contra un muro y comienza a arder. Ese recuerdo no se borra y muchos menos cuando todo se prepara para que la carrera se relance de nuevo. 

Decía Daniel Ricciardo después de la carrera, seguramente con razón, que si les hubieran preguntado uno por uno, la mayoría hubiera dicho que no quería volver a subirse a un coche. Todos los pilotos del mundo conocen lo que es el peligro y el miedo, pero la diferencia con el resto es que saben convivir con él. Sin embargo, sucesos como el de hoy les hacen sentirse un poquito más humanos, menos superhéroes, más frágiles. Al menos, lo de Grosjean quedará como la anécdota más importante de los últimos años. El australiano se quejó también de ver la imagen de su compañero una y otra vez algo que sin duda no le gustó nada. 

Ricciardo antes de la salida en el GP de Bahréin Twitter (@RenaultF1)

Sin embargo, debajo del brutal accidente que ha hecho que se parase la carrera, de la tremenda explosión y el incendio que le han provocado quemaduras en la espalda, manos y piernas, y de todo el ruido mediático que se ha generado, se encuentran varias pistas que pueden explicar por qué el francés se recupera en un hospital de sus "rasguños" y no es su familia la que llora su pérdida. 

La función del halo

Una de esas pistas, que no la única, es un pequeño elemento de seguridad que se encuentra por encima del habitáculo en el que se introducen los pilotos en cada carrera. Ese pequeño ángel de la guarda relativamente nuevo y que ha salvado hoy a Grosjean de un percance realmente serio es el halo, una especie de soporte que protege a los pilotos de golpes como el que ha sufrido hoy el piloto francés.

El halo, que tiene una forma de T curveada está hecho de titanio y que resiste hasta 12 toneladas de peso, evita que grandes elementos como ruedas o fragmentos del coche, o incluso otros coches de rivales, puedan golpear al piloto que, con las manos en el volante, ni siquiera puede cubrirse la cabeza ante esos impactos. 

En el accidente de Grosjean, esa pieza de una resistencia y una dureza extrema se dobló por el impacto, pero realizó su función a la perfección y evitó que el golpe contra las vallas fuera directamente contra el piloto. Con el halo, que se implantó en 2018 tras muchos meses de estudio para evitar accidentes fatales como el de Jules Bianchi, siempre se ha hecho la misma pregunta: ¿Hubiera evitado esas muertes? Nuca se sabrá. Lo que sí se puede saber desde este domingo es que, al menos, ha salvado la vida de Romain Grosjean. O por lo menos, ha hecho que el accidente más terrorífico de los últimos años haya quedado en unas simples quemaduras. 

Jules Bianchi. REUTERS

El propio Grosjean ha reconocido y ha admitido que gracias al halo, su carrera deportiva y su vida no han terminado ese terrible impacto. A más de 200 kilómetros por hora y en un choque que, según los primeros informes, se produjo con 53G de fuerza, el estado del piloto hubiera sido peor que el de su bota, calcinada entre las llamas en una de las partes de su monoplaza. El Haas no aguantó el impacto y se rompió en dos. Ahora Grosjean siempre podrá presumir de haber sido más duro que su coche porque él salió entero, valiente y veloz tras pasar más de 20 segundos entre las llamas. Todo un héroe que fue nombrado piloto del día a pesar de no completar una vuelta.

Motivos de vida

La gran victoria de su carrera ha sido la de salvar su vida, hecho que se ha producido no solo por la vital función del halo, sino también por la de su mono ignífugo y que aguantó hasta que el galo pudo salir del lugar de los hechos, previo salto del muro que su monoplaza había destrozado. Eso, y la rápida actuación de los comisarios, fueron los ingredientes perfectos para que lo que parecía una tragedia haya terminado siendo un milagro. 

Romain Grosjean sale dolorido tras el accidente REUTERS

Tras lo vivido en el circuito de Sakhir en una carrera que parecía sin historia con los dos campeonatos resueltos, es un buen momento para acordarse del inmenso trabajo de Sid Watkins, Charlie Whiting e Ian Roberts que trabajan de forma incansable por la seguridad de los pilotos para que no pasen más tragedias como las sufridas como Bianchi o Ayrton Senna. El accidente del brasileño en 1994 hizo que la Fórmula 1 se replanteará sus medidas de seguridad a conciencia y lo vivido con Grosjean es la prueba más alentadora de que los pasos se han dado por buen camino.

Al final, todo ha quedado como una película de esas que siempre terminan bien, como si la realidad hubiera superado la ficción, pero para eso se ha necesitado mucho trabajo detrás hasta encontrar ese halo de la guarda, que tanta polémica generaba, que recibió críticas por reducir la visibilidad en pista y por reducir la aerodínamica de los monoplazas con sus casi 10 kilos de peso y que hoy ha salvado la vida de Romain Grosjean. 

[Más información: Hamilton vence, Sainz termina quinto y Grosjean y Stroll vuelven a nacer en el GP de Bahrein]

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