Cuarta victoria de la supertemporada del Mundial de Resistencia (WEC) para Fernando Alonso, Sebastian Buemi y Kazuki Nakajima. El Toyota número ocho se impuso a todos los rivales y se sobrepuso a las peores condiciones climáticas posibles. El sexto puesto del otro coche de la escudería nipona pone en bandeja el título mundial para el español y su compañeros. Le Mans dictará sentencia en el campeonato.

Spa-Francorchamps ha vuelto a ser un trazado talismán para el asturiano. Alonso ha firmado su segunda victoria en el WEC sobre el trazado belga asumiendo un papel crucial a lo largo de toda la carrera. Fue el piloto que más horas rodó al volante del Toyota número ocho gracias a su adaptación a la lluvia y el aguanieve que en varios momentos convirtió Spa en una pista de patinaje que obligó al Safety Car a trabajar a fondo.

La lluvia no dio tregua y a falta de 11 minutos para llegar al límite de las seis horas dirección de carrera mostró la bandera roja que puso el punto y final. El Toyota número ocho ganó con claridad una prueba en la que el otro Toyota -el del argentino José María 'Pechito' López, el nipón Kamui Kobayashi y el inglés Mike Conway-, que perdió once minutos en arreglar una avería; se tuvo que conformar con la sexta plaza.

Spa se convirtió en una carrera loca marcada por las condiciones variables en la que diluvió, granizó, nevó e hizo sol. Tras Alonso acabó el Rebelion número 3 y completó el podium el SMP Racing número once.

El asturiano y sus compañeros sumaron una victoria y ampliaron a 31 puntos (160 frente a 129) su ventaja sobre el otro coche de la escudería nipona, por lo que sólo una auténtica desgracia evitaría que festejasen el título a mediados de junio, tras las 24 Horas de Le Mans, la otra prueba que -al igual que la de este sábado- se repite en el calendario y que cerrará el certamen. El Toyota número ocho deberá ser séptimo en Le Mans u octavo si lograron salir desde la pole.

A falta de conocerse el título de pilotos, lo que ya es seguro es que Toyota es el campeón de marcas en esta temporada 2018-19.

Una carrera de infarto

El inglés Conway defendió la 'pole' a bordo del coche número 7, justo por delante de Buemi -en el Toyota de Alonso-, durante los escasos minutos que la lluvia tardó en aparecer y acabar dando paso al granizo y este acabara convirtiéndose en nieve sobre pista belga de siete kilómetros.

Con el pavimento mojado, todos cambiaron neumáticos; y poco antes de completarse la primera hora, Conway se fue ancho en la 'chicane' previa a recta de meta y Buemi aprovechó para tomar el liderato.

Después de hacerlo a causa de la escasa visibilidad derivada también de la niebla, el safety car entró por segunda vez como consecuencia de los desperfectos que dejó en pista el galo Tom Dillmann, que dio una vuelta entera con el cartel de publicidad que se 'comió' entrando en 'La Source' enganchado a su ByKolles.

Buemi paró a repostar con el 'pit lane' cerrado y se encontró el semáforo rojo al salir del mismo, bajando a la vigésima cuarta plaza provisional, antes de que entrase de nuevo a efectuar otro cambio de neumáticos que no todos entendieron. Con ruedas para seco, cuando el sol brillaba sobre las Ardenas, y con la parrilla reordenada, el suizo rodaba, tras 40 giros, a 45 segundos de Conway.

La ventaja ascendía casi a un minuto, cuando, poco después del primer tercio de la prueba, se subió al coche por primera vez Alonso, que se bajaría una hora después dejando un liderato sólido; tras superar un percance, cuando, al arriesgar a tope, acabó dando un trompo en Pouhon.

El coche 8 se aprovechó también de la avería que sufrió, cuando lo pilotaba Kobayashi, el otro Toyota; que estuvo parado casi once minutos en boxes: los que tardaron en arreglar la avería, en un sensor del sistema híbrido. El argentino 'Pechito' López salió a pista con algo más de cinco vueltas perdidas, lo que hipotecó la carrera del coche 7, que tampoco se benefició de la lluvia que volvió a caer poco después de que se traspasara el ecuador de la prueba.

Alonso -que completó casi la mitad del recorrido con su coche- ya le había cedido entonces el volante a Nakajima, que se lo devolvió en la vuelta 105, a falta de una hora y tres cuartos para el final de la carrera, cuando volvió a diluviar de forma salvaje sobre Spa.

La lluvia se transformó de nuevo en tormenta de granizo y nieve, lo que provocó que la dirección de carrera decretase una nueva entrada en pista del coche de seguridad y, a falta de once minutos para alcanzar el límite de tiempo, el final de la carrera.