El buque insignia de nuestra selección, el jugador que resucitó a los Lakers, el hombre que llora a Kobe Bryant quiere volver a jugar. También la retirada asalta su cerebro de vez en cuando, la espada de Damocles que amenaza la cabeza del deportista cuando cumplen los treinta y cinco. Y Pau está a punto de cumplir los cuarenta. Quizás el aplazamiento de los Juego Olímpicos le haya concedido una nueva oportunidad.

Pau Gasol sigue luchando por recuperarse de una recaída en su fractura en el pie. En noviembre fue operado por segunda vez, una circunstancia que no contribuye al optimismo, más aún teniendo en cuenta su edad. Retirados ya Navarro, Berni Rodríguez, Germán Gabriel y Raúl López, sólo Felipe Reyes se mantiene en la élite del baloncesto de la brillante generación del 80.

Aún así, hace tiempo que mostró su ilusión por acudir a los Juegos Olímpicos, -los que serían sus quintos-, y Sergio Scariolo se mostró favorable a su convocatoria sólo con que diera unos minutos de calidad. No seré yo quien critique esa decisión, porque si Pau si puede dar algo de sí ya será mucho. Su inteligencia, su conocimiento del baloncesto y su envergadura le convierten en un superdotado para este deporte. Puede que pierda su condición de súper, pero aún así será una pieza útil para nosotros.

Pau Gasol, durante un partido con la selección española de baloncesto EFE

El baloncesto está repleto de momentos en los que hombres altos lejos de su plenitud se mostraron decisivos. Clifford Luyk en el Real Madrid y Bill Walton en los Boston Celtics lo hicieron en los 70 y en los 80. En las selecciones que tienen alguna carencia siempre acude un veterano a cubrirla. Kirilenko con Rusia, Javtokas con Lituania y Luis Scola en el último Mundial. Últimamente, hasta los bases -Chichi Creus, Spanoulis, Olivé- se muestran más longevos

¿Por qué no Pau Gasol? Hace unos días el regreso parecía improbable y el futuro de uno de nuestros iconos era una incógnita pesimista: a pesar de sus esfuerzos, todavía no entrena con el balón y, a estas alturas, parecía imposible que llegara a integrarse en ningún equipo. El aplazamiento de los Juegos de Tokio le puede dar un respiro. Se abre un nuevo plazo, una nueva oportunidad para su retorno a las canchas y su integración en la selección española. No parece que vaya a ser fácil, pero al menos, nos queda la esperanza.