Domingo 11 de septiembre. 18.35 horas en un caluroso Estadio Olímpico Engenhao de Río de Janeiro, Brasil. Final de una de las pruebas más emblemáticas del atletismo en los Juegos Paralímpicos, el 1.500, en categoría T13, para discapacitados visuales. Un vencedor: el argelino Abdellatif Baka, que para el crono en 3:48:29. Y una mayúscula sorpresa. Baka, y los tres hombres que cruzaron la meta detrás de él, habrían podido colgarse el oro en la misma disciplina de los Juegos Olímpicos de Río.

Aunque las marcas en estos Juegos Paralímpicos están siendo estratosféricas en algunos deportes y pruebas, no es lo habitual que un deportista discapacitado bata a los que no lo son. Pero en este caso, algunos factores jugaban a favor de los corredores del 'milqui' T13.

El primero, que el 1.500 de estos Juegos de Río ha sido el más lento de la historia. Fue una carrera sumamente táctica, que ganó el estadounidense Matthew Centrowitz con un tiempo de 3:50:00, mientras que la plata fue para el argelino Taoufik Makhloufi con 3:50:11 y el bronce para el neozelandés Nick Willis con 3:50:24. Todos ellos con peor registro que los cuatro primeros en el 1.500 T13

Pese a las malas marcas que les valieron las medallas olímpicas, para participar en los Juegos la mínima en el 1.500 es de 3:36:00, es decir, todos los atletas que participaron en Río tenían, al menos esa marca. Y, de hecho, el actual campeón Olímpico tiene como mejor registro 3:30:40 y en la semifinal hizo 3:39:69.

Unas marcas que quedan, todo hay que decirlo, bien lejos de las mejores acreditadas por los atletas de T13. Baka, que también fue campeón Paralímpico en Londres 2012, batió el récord del mundo en la final de Río. Es decir, nunca habría podido clasificarse siquiera para los Olímpicos, como tampoco podrían haberlo hecho sus compañeros en el podio, el etíope Tamiru Demisse (plata con 3:48:49) y el keniata Henry Kirwa (bronce con 3:49:59), ni tampoco el cuarto clasificado, el argelino Fouad Baka, que paró el crono en 3:49:84.

La categoría T13 es la destinada a los atletas con una menor discapacidad visual, es decir, corren sin necesidad de un guía, y que tienen una agudeza visual o un campo de visión de menos de 20 grados.

De momento, Baka y sus compañeros de podio son los únicos que han batido, en atletismo, a sus 'compañeros' olímpicos, aunque otros han quedado muy cerca. El saltador de altura indio Thangavelu Mariyappan se llevó la medalla de oro en T42. Mariyappan, que no tiene movilidad en su pierna derecha después de que un camión le atropellara cuando tenía cinco años y salta a la pata coja, logró subirse a lo más alto del podio con un salto de 1,89 metros, sólo 8 centímetros menos de los que le dieron el oro a Ruth Beitia. A la pata coja.

Otro ejemplo es el de Markus Rehm, saltador de longitud alemán al que apodan ‘blade jumper’, con ambas piernas amputadas y que compite con prótesis, que en Londres 2012 ganó el oro Paralímpico con un salto de 8,40 metros. Nueve centímetros más de los que le dieron la victoria a Greg Rutherford en los Olímpicos.

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