Río de Janeiro

Gemma Mengual (Barcelona, 1977) había dejado de pensar en cómo sería eso de competir tras convertirse en madre, pero su subconsciente conservaba la inquietud. Años después de abandonar la piscina, con dos hijos pequeños, la cuatro veces campeona de Europa (y medallista olímpica) se dejó convencer -sin demasiada oposición- por el nuevo equipo técnico de la federación. Regresa a Río en un momento difícil para la ‘sincro’ española, representada únicamente en Brasil por el dúo que forma con la también barcelonesa Ona Carbonell, 13 años menor que ella.

Sus sensaciones son excelentes, dice, aunque los dos primeros días de la competición les han alejado del oro (e incluso la plata). Mengual y Carbonell buscarán el bronce este martes a partir de las 19.00, hora española. “Estamos pasando un bache generacional”, afirma la ‘veterana’ de la pareja en esta charla con EL ESPAÑOL, hecha un día antes del inicio de la competición. “Pero venimos a enseñar al mundo que en España se hace una ‘sincro’ buenísima y que las generaciones que vienen detrás siguen queriendo hacer eso mismo”.

La primera pregunta es casi obligatoria… ¿Por qué estás aquí? Si ya lo habías hecho prácticamente todo...

Supongo que es una mezcla de cosas. Porque supongo que me había quedado una espinita (que yo pensaba que no tenía). Pero sí, la tenía muy hundida... Después de mi primer hijo quise volver y las cosas no se alinearon. Decidí dejarlo, muy convencida… Y me quité un peso de encima. Fue una liberación, sentía que no me querían y era una fase pasada. Pero en el fondo, dentro de mí, quedaba el gusanillo del reto de volver a competir siendo madre: algo que siempre había dicho antes de serlo. Y ahora, después del segundo hijo, aquí estoy. Si me lo llega a preguntar el año pasado le hubiese dicho que ni loca, pero luego surgió lo del dúo mixto en el Mundial, algo mucho menos exigente y bastante divertido.

Anita [Montero, directora técnica del equipo] lo llevaba en la cabeza, me lo había dicho en broma alguna vez, y este verano me lo dijo en serio. Me dijo que le había dado muchas vueltas, que lo tenía todo pensado y que sabía cómo hacerlo, que yo era capaz... Me lo estuvo argumentando, describiendo el proceso, y me quedé pensando: si de verdad es así, si puedo combinar con mi familia y mi vida... No es que sea un paseo en barca, pero si es progresivo y me voy acostumbrando a la presión... Tardé tres días en darle vueltas, pero ya lo había decidido.

¿Puede considerarse una decisión arriesgada desde el punto de vista de la salud?

Sí, volver tiene sus riesgos... Cardiovascularmente y físicamente es durísimo, es de los deportes más duros que hay para una mujer.

Como siempre se os ve sonriendo...

Llegamos a unos picos extremos de pulsaciones, arriba y abajo, arriba y abajo, y a unos niveles de ácido láctico muy bestias. Por eso me daba un poco de miedo: no sabía si físicamente iba a poder... Es muy duro. Imagínese, si con 30 años ya lo sufría mucho. Pero la cabeza y la madurez hacen mucho: saberse gestionar en los entrenamientos. No las machacadas que me pegaba yo entre los 25 y los 30 años, con entrenamientos de diez horas y con una cantidad de repeticiones brutal. Este año lo hemos organizado de otra manera. Que no fuesen todos los días así, que hubiese dos-tres días más fuertes y el resto más de técnica. Más compensado todo. Y así he llegado bien.

No las machacadas que me pegaba yo entre los 25 y los 30 años, con entrenamientos de diez horas y con una cantidad de repeticiones brutal.

¿Ha habido alguna nadadora que haya conseguido una medalla olímpica a tu edad?

En piscina de velocidad hay una. En sincronizada no... De hecho, la que conseguí en Pekín, con 31 años, ya era de las mayores.

¿Has podido ponerte a la par con Ona (que tiene 26 años)?

Sí...

Primer día de competición del dúo español en Río. Clive Rose Getty

Eres un prodigio físico, evidentemente.

Está claro que tengo buena genética y facilidad para este deporte, pero también está mucho en la cabeza y en saberlo gestionar durante el año. Yo he ido más lenta (ella no ha parado) hasta que he cogido mi forma. Y además yo no me recupero igual de un esfuerzo, tardo más que ella.

Y aquí la competición dura tres días seguidos...

Exacto. Domingo, lunes y martes.

Tienes las tardes para reponerte del esfuerzo. ¿Cómo optimizas ese tiempo de recuperación?

Cuando acabas la rutina, te tiras a nadar en la piscina de suavización para bajar el ácido láctico, y después, si puedes, un poco de agua fría y luego masaje (no muy fuerte tampoco, de descarga). A veces vemos unos vídeos y luego a dormir. A ver, son tres días... Cuando estaba en mi máxima forma podía competir 14 veces en una semana, o 13. Hacía todas las pruebas... Desde los 20 a los 30 me he pegado unas machacadas impresionantes. Ahora es duro, y las coreografías que hemos hecho son exigentes físicamente. (Ona también acaba muerta...). Lo bueno es que un día es el ejercicio libre, al otro el técnico y después el libre.

¿Ha mejorado la temperatura del agua?

Afortunadamente sí… El otro día me levanté fatal, pasamos un frío terrible. La espalda se me agarrota mucho: después de dos embarazos se mueve todo un poquito, se desgasta el núcleo pulposo... Con el machaque que llevo de toda la vida. Este año me pegué un sustito, me quedé clavada y no me pude mover durante 5 ó 6 días; no me había pasado en la vida. Es símbolo de la edad, supongo... Y luego te dicen que es desgaste, los discos... Son muy amables [risas]. Me he tenido que cuidar mucho: fisio, osteópata, etc.

Entiendo que la temperatura del agua es muy importante, además, porque tenéis bastantes momentos de estar paradas.

Sí, nosotras necesitamos que esté a 27-28 grados. Nos tiramos a calentar, nadamos un buen rato, y de repente a probar figuras. Luego toca esperar por ejemplo a que pongan la música, o ves un vídeo, y terminas tiritando. El otro día no vimos ni vídeos, estábamos heladas. Hasta las entrenadoras se tapaban con capuchas.

La piscina está al descubierto... ¿Qué pasa si llueve?

Si llueve a cántaros, la paran. Si son cuatro gotas, sigues.

Si no veo, puedo chocar con Ona, hay que ir en la misma dirección…

La organización ha cambiado el agua de la piscina por su turbidez. No creo que echéis de menos el color verde de otros días…

Hubo un par de días que no se veía nada. Nosotras tenemos que abrir los ojos debajo del agua… Estás girando y haciendo varias cosas a la vez, necesitas referencias. Si no veo, puedo chocar con Ona, hay que ir en la misma dirección… Si no vemos las paredes, nos desorientamos y podemos acabar mirando hacia cualquier lado.

¿Viste la famosa rana de la piscina de entrenamientos?

No, pero me lo aseguraron varias nadadoras, incluso entrenadoras de otros equipos. A saber cómo llegó hasta allí...

Ona Carbonell y Gemma Mengual durante la rutina técnica. Stefan Wermuth Reuters

Llegaste a ser muy famosa, incluso una 'sex-symbol'... Ocupaste portadas de muchas revistas. ¿Has echado de menos toda esa atención mediática?

Tanto no era [ríe], pero hacía cosas.... Lo bueno ha sido que dejé de nadar, pero todo lo demás seguía igual. Me seguían llamando para anuncios y actos. Es más, casi te diría que más que antes. Porque tenía más tiempo para hacerlo, por un lado, y porque después, al ser madre, surgían cosas diferentes.

¿El talento para la sincronizada se advierte desde la infancia, o se forja?

Por supuesto que existe el talento natural. Hay niñas que las ves de pequeñas y te das cuenta de que su forma de nadar es innata: el estilo, la flotabilidad, la forma de las piernas. Sabes que esa niña tiene facilidad y llegará. En cambio, hay otras niñas que lo consiguen a base de mucho trabajo.

¿Una buena atleta de sincronizada puede dedicarse a las carreras de natación? ¿Podrías haber tomado ese camino y ser, por ejemplo, otra Mireia Belmonte?

A mí nadar se me da bien, sí... No sé si como Mireia, quizá otro estilo, probablemente fondista, aunque se me da muy bien la mariposa. Soy diésel, mejoro tiempos superrápido.

La sincronizada es cada vez más rápida y de potencia.

¿Y al revés: nuestras nadadoras de velocidad podrían hacer ‘sincro’? ¿Cuáles son las principales virtudes que se requieren?

Duane Da Rocha sí podría hacer sincronizada, aunque quizá es un poco demasiado alta... Hacen falta extremidades largas, flotabilidad, ser elegante, ser fuerte, ser explosiva… Hay muchos movimientos explosivos, la sincronizada es cada vez más rápida y de potencia. Necesitas compensar ese punto de elegancia con lo otro.

Siempre se dijo que eras una atleta muy explosiva.

Sí... Ona también lo es.

¿Has recuperado esa arrancada?

Sí, afortunadamente la conservo.

Debes de alucinar contigo misma…

Hay días que me veo y flipo: ¿cómo puede ser que esté haciendo lo que estoy haciendo? Sobre todo con determinadas rutinas... No me hubiese imaginado nunca hace cuatro años que sería capaz de hacer esto. Veía Londres 2012 por la tele y decía: uf, qué duro... Y ahora estoy aquí.

Si España se hubiese clasificado por equipos, ¿hubieses participado, o era demasiada tralla?

No... Para mí era demasiada tralla, salvo que hubiese sido absolutamente necesario. Hubiese tenido que entrenarlo, pero hubiésemos dejado que participasen las jóvenes.

¿Venís a por medalla?

Ojalá... Sí, evidentemente. La vemos posible, nos la merecemos igual que otros dúos (las mejores: Ucrania, Japón, China, Rusia). Pero solo hay tres medallas, y los que tienen la varita y deciden son los que puntúan. Nosotras lo podemos hacer muy bien, pero si a los jueces no les convence no les convence. Es un deporte muy subjetivo, y nosotras ahora no tenemos ninguna referencia, somos un grupo salido de la nada. Ona y yo somos conocidas, pero como dúo no hemos estado en ninguna gran cita. No sabemos dónde estamos, no hemos competido con esas cuatro.

La natación sincronizada es un deporte muy subjetivo

¿Esa subjetividad os ha dado grandes disgustos en el pasado? ¿Los jueces impiden medallas justas?

Es cuestión de puntos de vista... Muchas veces discrepas, o ves que unos te puntúan para que seas segunda y otros para que seas cuarta. Al final es un deporte que no depende sólo de tu rendimiento o de quedar primero o tercero, sino de muchos factores. Nosotras sabemos que tenemos dos buenas 'coreos', lo vamos a hacer lo mejor posible y enseñar al mundo que en España se hace una ‘sincro’ buenísima y que las generaciones que vienen detrás siguen queriendo hacer eso mismo.

Hay mucho debate sobre si España ha bajado el nivel en los últimos tiempos...

Estamos pasando un bache generacional y está costando. Pasa en todos los equipos: Japón, por ejemplo, lo sufrió. Las niñas no son las mismas, ni las contrincantes, ni la situación. La solución es entrenar y entrenar y seguir con la línea, que se sabe cuál es. Ona y yo somos de dos generaciones diferentes, aunque hayamos coincidido, pero es nuestra ‘sincro’, la que se hace en España, y queremos que se vea (porque además gusta). Siempre hay modas, pero nosotras queremos mantener nuestra esencia, la forma de interpretar la música, etc... A ver si acertamos.

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