Se ha hablado mucho sobre la seguridad en Río de Janeiro. Y se seguirá haciendo. Es inevitable y así lo han demostrado estas primeras 24 horas de competición. Sin demasiados incidentes, pero con algunos problemas resueltos sobre la marcha, entre el reverberar de la música de Maracaná y el inicio de muchas competiciones. A estas alturas, las dos noticias -más allá de lo deportivo- que buscan un hueco en los medios son las de un aviso de bomba -durante la ceremonia de apertura-, una explosión y un muerto. Tres motivos que no dan lugar a bajar la guardia. El peligro sigue existiendo y no ha dejado de ser una prioridad en estos Juegos Olímpicos.



La primera alerta llegó un día antes de la ceremonia de inauguración, durante el ensayo general. La policía de Río de Janeiro tuvo que llevar a cabo una explosión controlada en las cercanías del estadio de Maracaná. De hecho, lo tuvieron que hacer tal y como manda el protocolo, que dicta que los agentes deben detonar todo paquete sospechoso que se encuentren.



La otra explosión controlada se produjo este mismo sábado. De nuevo, las fuerzas de seguridad detectaron un paquete sospechoso en las proximidades de la playa de Copacabana, cerca de la meta y tuvieron que detonar la mochila sin que la operación afectara al desarrollo de la carrera. De hecho, no tuvo ningún impacto en la competición y ni siquiera se tuvo que evacuar la zona.



Pero, más allá de las explosiones, la noticia más triste que se ha producido en estos Juegos es la muerte de un atracador en las inmediaciones del estadio de Maracaná poco antes del inicio de la ceremonia de inauguración. “Las primeras informaciones obtenidas tras una investigación minuciosa apuntan a que la víctima estaba realizando una serie de asaltos. La policía, que trabajaba en pos de la seguridad de los Juegos, reaccionó abriendo fuego”, relataron los agentes.



Dicho tiroteo se produjo con la presencia de varios testigos, que relataron así el incidente: “Escuchamos los tiros y vimos a una persona con una pistola. Uno salió corriendo y el otro quedó en el suelo”, declararon. Pero este no es el único incidente producido durante los últimos días, a pesar del aumento de la seguridad (hubo 3.000 policías y militares durante la ceremonia en las cercanías de Maracaná). De hecho, en los últimos días se ha registrado un tiroteo con seis víctimas, una bala perdida cruzó el centro ecuestre y la muerte de un presunto atracador cerca del parque olímpico. 



20.000 militares



Para preservar la seguridad, Brasil ha empleado a más de 20.000 militares, casi 1.000 vehículos, 174 motocicletas, 28 helicópteros, 65 carros de combate blindados, 12 buques de la marina y 48 embarcaciones, pero ni aun así ha conseguido el Comité Organizador que no se produzcan incidencias.



En declaraciones a EL ESPAÑOL, desde la organización de los Juegos, se enorgullecen de ese movimiento. “Hoy es difícil no ver un soldado mires donde mires”. Y así está siendo. Aunque, como se ha visto, ni siquiera así se han podido evitar dichos problemas.

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