El soldado Edson Arantes do Nascimento, Pelé, nunca disputó unos Juegos Olímpicos. Y es raro, sería de los pocos, puesto que esa es precisamente una de las especialidades de la casa.

En la cita carioca, nada más y nada menos que 142 de los 428 atletas brasileños –una tercera parte– pertenecen al Ejército Brasileño. 55 forman parte de la Marina. En Londres sumaron 5 medallas para su medallero. En los Juegos Panamericanos de Toronto en 2015 su presencia ya significó el 22,5% del total de la delegación, y aportaron la mitad de las preseas logradas. Todo por la patria.



El deporte brasileño, hay que tenerlo en cuenta para comprender el orden de las cosas, empieza y termina en el Ejército. Ahora está en auge, pero su importancia ha sido suprema desde siempre. Las primeras alegrías a nivel global llegaron de la mano del tiro olímpico en Amberes en los Juegos Olímpicos de 1920, y en ese enorme desarrollo deportivo fue vital la Vila Militar de Río de Janeiro. Allí comenzó a entrenar el teniente Guilherme Paraense, que se colgó la primera medalla de oro en la historia de Brasil.



En aquellos Juegos de 1920, días antes de la medalla de oro de Paraense, había llegado la de plata de Afrânio Antônio da Costa, el abanderado brasileño en esas Olimpiadas. Un abogado que dominaba junto con los militares el arte del tiro olímpico en Río. Y que había conseguido convencer a su buen amigo Arnaldo Guinle, que acababa de llegar a la presidencia del Fluminense, para que montara unos boxes de tiro en las instalaciones polideportivas del club, porque la Vila Militar ya no estaba de moda y el Revolver Club, que sí estaba de moda, acababa de quebrar. Allí, en la histórica sede de Fluminense en Laranjeiras, continuaron entrenando los militares que alcanzaron la gloria.



El Ejército nunca ha desaparecido de las delegaciones que Brasil ha enviado a las Olimpiadas, pero durante este mes de agosto invadirán en toda regla la competición. Algunos de los principales militares que representarán a Brasil son Rafaela Silva (judo), Jaqueline Ferreira (halterofilia), Nathalia Almeida (natación), Sarah Menezes (judo), Juliana Veloso (salto de trampolín), Joanna Maranhão (natación), Martine Grael (vela), Keila Costa (salto de longitud), Robson Conceição (Boxeo), Alisson Cerutti (vóley playa), Bruno Schmidt (vóley playa) y Yane Marques (pentatlón moderno).

LA JOYA DE LA CORONA



Precisamente, la sargento Yane Marques es una de las joyas de la corona del Ejército brasileño. Desde la web oficial que la institución ha creado para los Juegos Olímpicos se pide el voto para que la bicampeona Panamericana –fue oro en los Juegos de Río en 2007 y Toronto en 2015, además de cosechar la medalla de plata en los Panamericanos de Guadalajara en 2011– se convierta en la abanderada de la delegación en la ceremonia de apertura del 5 de agosto. La elección se ha dejado en manos del voto popular. Sus rivales son el regatista Robert Scheidt y la leyenda del voleibol Serginho.

Los soldados entrenan de cara a Río.



Llama la atención que la inmensa mayoría de estos deportistas son, como Yane, sargentos. Y el misterio tiene una explicación que de paso ilumina la curiosidad que pueda surgir de todo lo anterior. “Con el fin de reforzar al equipo militar brasileño en eventos deportivos de alto nivel, el Ministerio de Defensa, en colaboración con el Ministerio de Deportes, creó en 2008 el Programa de Incorporación de Atletas de Alto Rendimiento a las Fuerzas Armadas Brasileñas”, explican los documentos oficiales del Ejército.



Analizado fríamente, se trata de un matrimonio de conveniencia en el que nadie pierde. El Ejército entra en detalle con estas palabras: “El alistamiento se realiza de manera voluntaria y el proceso de selección tiene en cuenta los resultados de los deportistas en competiciones nacionales e internacionales. Los deportistas tienen como una de sus funciones defender a Brasil en los campeonatos militares nacionales e internacionales. En contrapartida, entrarán a formar parte de los efectivos temporales del Ejército, por un periodo de hasta ocho años, con todos los beneficios de la carrera militar: sueldo, trece pagas, seguro sanitario, vacaciones, servicios médicos que incluyen nutricionista y fisioterapeuta, e instalaciones deportivas para los entrenamientos”.

20.000 MILITARES PARA LA SEGURIDAD



Así pues, todos ellos son efímeros sargentos. Tanto éxito ha tenido este programa que, en la actualidad, 668 militares se pasan la vida entrenando sin parar, el 90% con este rango y contrato temporal. El Gobierno brasileño se cansó de perder en los Juegos Mundiales Militares y, rastreando las tácticas de las Fuerzas Armadas de otros países, se sacó este as de la manga. Sea como fuere, la presencia militar en la cancha dejará una marca para el recuerdo.

Los militares protegen Río. Reuters



Fuera de las pistas, el despliegue de las Fuerzas Armadas brasileñas para preservar la seguridad del megaevento también es de récord. Según la información oficial del Ejército: se emplearán 20.000 militares, casi 1.000 vehículos, 174 motocicletas, 28 helicópteros, 65 carros de combate blindados, 12 buques de la marina y 48 embarcaciones.



Se les ve en las playas, en el aeropuerto, en los alrededores de los edificios gubernamentales y en la puerta de los centros comerciales. Se les siente en el aire, en el mar y en el ciberespacio. De uno en uno, por parejas o en pequeños batallones. Se les une además Pelé, que quiere desquitarse de nunca haber sido olímpico y empieza a estar también hasta en la sopa, con canción incluida y su máximo favoritismo para encender el pebetero.



“Hoy es difícil no ver un soldado mires donde mires”, se enorgullecían con media sonrisa desde la organización de los Juegos Olímpicos en una de las recientes ruedas de prensa oficiales. La sentencia no podía ser más literal. Estamos rodeados.

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