A principio de temporada, en cualquier campo, se repite mucho eso de “¡hay portero, hay portero!”. La frase, realmente, es tan simple como trascendente a largo plazo. Tiene un significado mínimo, casi nulo, pero dice mucho. Tener alguien bajo palos que cumpla y que dé seguridad es muy importante. Es, de hecho, vital. ¿La prueba? Este mismo sábado, en Leganés. Allí, apareció un tal Oblak, un tipo estirado, que habla poco, escucha mucho y sorprende aún más. Él se estiró hasta cuatro veces para evitar la caída. Dijo: “Aquí estoy para lo que quieran; excepto, obviamente, para marcar”. Se hizo grande, protegió al Atlético y le dio un punto a su equipo [narración y estadísticas: 0-0].



La noche, digamos, se tiñó de ese tinte de los días raros. El Atlético, que venía de perder contra el Chelsea (1-2), saltó al césped con tres centrales (Giménez, Savic y Godín) y Saúl como lateral izquierdo (lo hizo por la baja de Filipe Luis). Y, con esa alineación, practicada durante la semana y ejecutada con aprobado, se puso manos a la obra. Sin embargo, el Leganés sorprendió a todos: al Cholo, a los jugadores y hasta al aficionado. Sabía cómo empatar. Lo había hecho el curso pasado. Y, con esa experiencia en la mochila, calcó la estrategia y le salió bien. Consiguió empatar y rascar un punto. Suficiente para un equipo que lucha por el descenso.



El Leganés, incluso, se pudo llevar el partido. Tardó en crear ocasiones, pero al final las tuvo. Dispuso tan solo de una en la primera mitad, un disparo de Beauvue que se marchó al lateral de la red. Pero encontró la llave varias veces en la segunda. En el minuto 52, en su primer disparo entre los tres palos, obra de El Zhar, tuvo que intervenir Oblak. Y, posteriormente, el jugador francés, hasta en dos ocasiones, repitió intentonas. Tanto él como Amrabat. Dio igual. El portero del Atlético decidió que a él, este sábado, no le marcaban un gol. Y no, no lo hicieron.



El problema es que, al otro lado, estaba el Atlético. Y lo normal (o lo esperado) habría sido que, a pesar del buen juego del Leganés, los rojiblancos hubieran marcado un gol. Pero no fueron capaces. De hecho, apenas si crearon ocasiones claras. Ni Griezmann, que dejó su puesto a Vrsaljko en el minuto 66 (un cambio raro, sin duda) ni Fernando Torres, que entró en la segunda mitad, ni Carrasco, que también hizo lo propio. El equipo de Simeone no sólo no encontró las llaves, sino que tampoco consiguió encontrar el modo de meterla.



Total, que el Leganés aguantó y los colchoneros tuvieron que conformarse con un empate, tan solo con un punto. Poca y, quizás, preocupante renta (eso se podrá comprobar a la vuelta del parón de selecciones, cuando los de Simeone jueguen contra el Barcelona). Pierden comba en la Liga con respecto a los de arriba (aunque está por ver lo que hacen Madrid y Barcelona). Y justo después de la derrota contra el Chelsea. Nada preocupante, salvo que la dinámica no cambie tras los encuentros de selecciones.

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