El ser humano, a menudo, es resistente al cambio. Sea de casa, de novia, de trabajo o de cualquier otra cosa. El mero acto de ir a otro lugar, de tener que adaptarse, de no saber qué habrá allí, de cómo actuará esa nueva persona… Agobia. Todo eso cuesta. Y mucho. Sin embargo, en el traslado, o en el intercambio, hay también cierto grado de ilusión. Pasados los días de nostalgia, de lloro y de pena, aparecen, casi sin avisar, ciertos síntomas de ilusión, de esperanza y de felicidad. La novedad, tan perfecta en su descubrimiento, atrae. Como lo hace estos días el Wanda Metropolitano, que se estrenará este sábado (Atlético-Málaga, 20:45 horas) con recuerdos de otro tiempo (un paseo de leyendas, mejores asientos...), pero el barniz del nuevo siglo y un escudo renovado.



El tiempo del luto murió en primavera. El club sacó del cajón la llave maestra junto a los bañadores para ir a la playa y cerró por siempre las puertas del Vicente Calderón. Lo hizo con una autodenominada Final de Leyenda y un partido contra el Athletic en Liga. Aquel día, camino del estadio, un hijo, de la mano de su padre, escuchó la defunción: “Recuerda esta casa. ¡51 años pasamos aquí!”, y enfiló hacia el asiento como el que acude por última vez a despedirse de un ser querido. Dio pena, pero qué se le iba a hacer. Antes, los atléticos ya habían dicho adiós al campo del Retiro, al de O’Donnell (1913-1923), al primer Metropolitano (1923-1966), que resistió entre guerras y traslados al campo de Vallecas, y, finalmente, al Estadio del Manzanares (1966-2017).



El Wanda se estrenará como en su momento lo hizo el Vicente Calderón, entre “vicisitudes y suspensiones”, como publicó el diario MARCA en páginas añejas en 1966. El nuevo Metropolitano fue proyectado hace 12 años. El Ayuntamiento de Madrid, que entonces planeaba celebrar los Juegos Olímpicos en la capital, habló con el Atlético para su posterior traslado, y los colchoneros aceptaron –en teoría, el COI (Comité Olímpico Internacional) valoraba positivamente que los estadios construidos para la ocasión tuvieran un uso posterior–. Ahora, 300 millones de euros después (240 en la construcción del estadio y 60 en la parcela), el Estadio Olímpico acogerá a 68.000 almas rojiblancas. La inversión, según el club, quedará amortizada en los próximos siete años.

Los jugadores entrenan en el Wanda Metropolitano. Atlético de Madrid



Al entorno tocará acostumbrarse. El primer día, lo normal es que la afición se desubique, como anticipó Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid. El barrio, la puerta de acceso, el asiento, dónde comprar bebida, la tienda, el chino para ir a por la litrona… Todo será nuevo. Incluso, para la gente de la zona. “Se ha notado la construcción del estadio en los últimos tiempos. Hay más bares, los alquileres han subido...”, reconoce José, de Z de Madrid, un bar que hace esquina con la avenida principal que conduce al Wanda llegando desde Las Rosas.



Precisamente, en Z de Madrid tienen previsto un “gran despliegue” para este sábado, incluidos “seis empleados más para la ocasión”. Por lo demás, cerveza, bocadillos… Ellos han tirado la casa por la ventana. Aunque, eso sí, con incertidumbre, como la mayoría de los restaurantes y bares de la zona, que se encuentran a la expectativa. Es el caso del Camiño, que se encuentra de camino entre el metro Las Rosas y el Wanda. Ellos van a ser los mismos, “y ya se verá”. Y lo mismo ha pensado José, del Metrópoli: “Es que no sabemos cómo va a ser”.



¿CAOS?



El barrio, nuevo, tranquilo, espera una afluencia de público a la que no está acostumbrado. En total, 68.000 personas acudirán este sábado al Wanda Metropolitano para ver el encuentro contra el Málaga de la cuarta jornada de Liga. Y, aunque se han organizado múltiples actividades para que la afición llegue poco a poco, también se prevé cierto atasco. “El tema de los accesos va a ser un poco caos, porque la gente viene de primeras. El que acuda en coche, ya puede tener paciencia; el que venga en Metro, lo tendrá más sencillo”, reconoce María Ángeles, de L’ Algarabía Taberna. Ella, como muchos otros, “ha encargado más bocadillos y cerveza, y pedirá a los empleados que doblen el turno”.

Wanda Metropolitano. Atlético de Madrid



Precisamente, para evitar ese caos, el club ha recomendado en las últimas semanas que los aficionados acudan en transporte público. ¿La razón? Las escasas plazas de párking para abonados (4.000) y la falta de accesos desde la M-40, la M-21 y la M-14. Lo ideal, por tanto, es acudir en metro (llegan tres líneas: 2, 7 y 5). ¿La otra opción? Coger el autobús o consultar aplicaciones como Moovit, que calculan el tiempo que se tarda en llegar. En el caso de que decida hacerlo en coche, rece o vaya con mucho tiempo de antelación. Aunque, por otra parte, tampoco aparcar en el Calderón era sencillo.



SIN MARGEN DE ERROR



Todo eso ocurrirá fuera. Dentro, el Atlético necesita ganar para no perder comba en la Liga. Su inicio de curso ha sido regular en el juego, pero irregular en los resultados. Empató contra el Girona (2-2) y el Valencia (0-0), y goleó a Las Palmas (1-5). Y, en su último encuentro, en Champions League frente a la Roma, volvió a quedar en tablas (0-0). Eso sí, fue superior al conjunto italiano y acumuló ocasiones suficientes como para llevarse los tres puntos del Olímpico de Roma.



Contra el Málaga, el Atlético lo tiene todo para recuperar la senda de la victoria. El conjunto andaluz ha perdido todos sus partidos ante Eibar (0-1), Girona (1-0) y Las Palmas (1-3). Y, además, sufrirá a Griezmann, de vuelta tras ser sancionado con dos partidos por sus insultos al árbitro. Es decir, los colchoneros lo tienen todo a favor para vivir un gran día. Pero que tampoco se confíen. “No van a estar de fiesta”, avisó Míchel. Un madridista. Suficiente para tener precaución.

Wanda Metropolitano. Atlético de Madrid

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