Esperaba el Barcelona –por muy mínima que fuera– una alegría, un subidón repentino. No le quedaba otra. La tristeza, provocada por el Madrid, tenía visos de acabar en depresión, pero el alivio llegó a tiempo. O, al menos, en el momento correcto. Con dos goles, un Deulofeu que, como su equipo, mejora para acabar con el runrún de las críticas y una luz que siempre brilla, la de un Messi que hizo de Neymar, de Suárez, de Xavi, de Iniesta y de cualquier astro culé pretérito. Y lo hizo mandando el balón al travesaño reiteradamente, asistiendo y, sobre todo, ejerciendo de faro de un equipo que necesita de un guía que lo conduzca de aquel pasado idílico a un futuro de sinsabores. Aunque sea en el primer partido de Liga y contra el Betis [narración y estadísticas: 2-0].



Lo cierto es que empezó la noche entre interrogantes, sin saber cómo acabaría. Y, vista la final contra el Madrid, era lo normal. En la grada o en casa, cualquier culé se hacía preguntas. ¿Llegará algún fichaje más? ¿Responderá el Barcelona tras la debacle frente al Madrid? Y la respuesta, de primeras, fue buena. Valverde colocó a Deulofeu en la derecha, a Alcácer en la izquierda y a Messi haciendo de todocampista, en posición de ‘9’, pero moviéndose por todo el flanco de ataque. Y el Barça, con Sergi Roberto, por fin, en el centro del campo, y Semedo en el lateral derecho, carburó. Tocó más, controló más la pelota y llevó el peso del partido. No como antiguamente, pero sí como una versión mejorada del Barcelona del presente.



Así, con esos condicionantes, Messi tiró de galones. Mandó una al palo, otra muy cerca de la escuadra y buscó romper entre líneas desde la mediaputa. Y, sin embargo, los dos goles llegaron por la banda de Deulofeu. El canterano azulgrana generó el primero: puso el balón dentro del área, provocando que Tosca metiera el balón dentro de su portería. Y, minutos después, entró por la banda y le dio el pase del segundo a Sergi Roberto, que no metía desde aquella noche de remontada contra el PSG.



Marcados dos goles, hecho lo esencial, el Barcelona se permitió bajar el ritmo. Lo hizo en el último tramo de la primera parte y en el inicio de la segunda. Con Messi como líder absoluto y principal generador de ocasiones, y todos recuperando el aire poco a poco tras la debacle de la Supercopa de España. Sergi Roberto, por ejemplo, de vuelta en el centro del campo, reinventándose. Semedo, de estreno en la Liga, haciendo méritos para ser el lateral derecho titular. Mascherano, perdido contra el Madrid, recuperado tras una noche infructuosa. Y suma y sigue.



El Barcelona se hizo con los tres puntos. Y, a estas alturas, eso es un alivio, suficiente. De hecho, lo único que puede hacer crecer al equipo de Valverde, que suspira, pero todavía le falta convencimiento. Mejora, pero no es el que espera la afición. En cualquier caso, quizás sea cuestión de tiempo o de fichajes. Eso, en cualquier caso, depende del próximo partido.

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