Aires de Liga en el Bernabéu. El Real Madrid esquivó el susto ante el Sevilla y volvió a ganar, sin dar opción a que el Barça, que ganó en Las Palmas (1-4), sueñe con el torneo. Todavía le quedan dos pasos, el miércoles ante el Celta y el domingo en Málaga, pero el equipo de Zidane se quitó un peso de encima este domingo y goleó en uno de los partidos que más podían temer los blancos. Y ya se vio campeón. [Narración y estadísticas: Real Madrid 4-1 Sevilla]

Aquellos tiempos de locura con todos los partidos a la vez acabaron. El Madrid, que por momentos estuvo tenso y vio a un Sevilla peligroso, acabó goleando y frenando en seco las sensaciones de que los blancos podían llevarse un chasco tras la 'borrachera' europea. No son estos los tiempos en los que resultados alternos cambiaban la Liga. Ahora fue ganando desde el inicio y no dio opciones ni a que la clasificación se cambiara.

En el último partido en el Bernabéu, la afición acabó haciendo la ola y festejando que este equipo tiene muy cerca su 33ª Liga, la primera en cinco años. A pesar del 4-1 final, sufrió, porque durante bastantes minutos, especialmente en la primera parte, tuvo a un Sevilla crecido en el Bernabéu, con ganas de hacer mucho daño. No se puede obviar las muchas paradas de un Keylor Navas inconmensurable en la primera parte, la mejor versión que se recuerda al portero 'tico' desde que está en Madrid. Sacó tres manos vitales que, junto a dos balones al palo, hicieron posible que los de Zidane se mantuvieran de pie.

Tras aguantar los arreones de los andaluces, ya cuartos clasificados de forma matemática, el Madrid sobrevivió en la primera mitad de las pillerías. Cambió el encuentro una picardía de Nacho, que, tras ver que nadie había pedido barrera en una falta y que el Sevilla no miraba, llegó, lanzó y marcó. Era totalmente legal y Nacho demostraba que ve más allá, y más rápido, que otros, además de estar siempre conectado en el encuentro.

Nacho celebrando su gol. REUTERS

Trece minutos después, un balón recuperado por Asensio en el centro del campo llegó a James, que recortó, tiró, pero le paró su remate Sergio Rico. El rechace del colombiano, que más tarde se iría aplaudiendo al público del Bernabéu en un gesto de despedida, le llegó a Cristiano, que remató a placer. 

Jovetic, el mejor de los hispalenses y experto en hacer daño al Madrid, marcó nada más comenzar la segunda parte, abriendo unos minutos de duda en Chamartín que acabaron de la mejor manera, con un gol de Cristiano por la escuadra que tranquilizaba a la hinchada blanca. Otra vez fue un gol a lo Hugo Sánchez, al primer toque. Se está especializando Ronaldo en esa nueva figura. Ahí se rompió el partido y más tarde llegaría otro tanto de Kroos para provocar el jolgorio en el Bernabéu.

Los blancos, que durante minutos parecieron groguis y acabaron resucitando sacando el orgullo de líder, acaban la temporada en el Bernabéu con dos títulos cercanos y con un ambiente pocas veces visto. Este equipo tiene cara de campeón porque todo le sale de cara y porque es prácticamente indestructible. Hagan lo que le hagan, vive.

Quedan dos pasos en una Liga en la que solo el tropiezo del Clásico puso emoción a un torneo más blanco que nunca. A estas alturas ya solo la puede perder el Madrid. Con cuatro de los seis puntos le vale. Tendrá que ir a Balaídos y, en caso de empate, estará obligado a ganar en La Rosaleda. Lo que no puede es perder ninguno de los dos partidos, algo que parece imposible viendo a un equipo, este Madrid de Zidane, mucho más cerca de la Liga.

Noticias relacionadas