París no fue un espejismo. París fue la explosión de un proyecto que agoniza. París tuvo antecedentes, muchos, y también tuvo continuación. Hasta el Leganés, que no ganaba desde noviembre, desnudó al Barcelona en el Camp Nou. A los madrileños solo les derribó un árbitro que les pitó un discutidísimo penalti en el último minuto. Fue el colegiado el único que dio la victoria al Barça. Porque los jugadores poco aportaron. [Narración y estadísticas: Barcelona 2-1 Leganés]

El Barça tocó fondo y lo hizo de la manera más fea posible. El repaso que le dio el equipo madrileño, sobre todo en la segunda parte, fue visto por todo el mundo del fútbol. Que el Barcelona haya acabado ganando este partido son de esas cosas inexplicables que regala el fútbol, para bien o para mal. 

Los culés tocaron fondo porque jugaron el partido de una forma apática, sin ganas, con una actitud que casi insultaba a los aficionados que pagaron por una entrada. Y se estaba jugando una Liga. El encuentro puede pasar a la historia como aquel en el que un equipo acabó por morir. Ganó, pero la imagen queda ahí. Ni Messi celebró su gol (el de penalti) porque quizá le daba hasta vergüenza. El Barcelona había llegado ahí soportando pitos y críticas. El Camp Nou se cansó ante un equipo tan vergonzoso, sin juego ni ideas. Fue la propia afición la que acabó señalando a su equipo. Este Barcelona es una ruina.

El Leganés dio un recital en el Camp Nou en el que será ya su mejor partido en su estancia en Primera División. Su segunda parte es para que los jóvenes y viejos de la ciudad madrileña la graben para siempre. Dominadores, con ocasiones, bailando por momentos al Barcelona. Una superioridad abismal. Y eso que jugaban con el handicap del resultado, movido por un gol de Messi a puerta vacía (pase de Suárez) nada más empezar al partido. Fue ese gol la única ocasión clara que se recuerda a este Barça. Lo demás, un Leganés que atacó y atacó. Sin suerte.

Garitano no tiene a un Cavani, un Di María o un Draxler. Y eso lo notó. Perdonó mucho, como hizo antaño el Athletic, el Atlético, el Betis... El Zhar falló dos claras en la primera parte y en el segundo tiempo el conjunto pepinero las tuvo de todos los colores. Como si el Leganés fuera el grande, se situó en el Camp Nou como si jugara allí cada semana y era la primera vez que visitaba el estadio culé. El mejor del partido fue Ter Stegen. Con eso se dice todo.

Empató Unai García en un clamoroso error de Sergi Roberto, uno de los más señalados en el bajón de este Barcelona. La pésima planificación deportiva de Luis Enrique y la dirección técnica ha llevado a contar una y otra vez con el canterano en el lateral, cuando su posición siempre era la de centrocampista. Para una noche vale, para otras cuatro también, para más de diez no. Ese 1-1 era injusto, porque el Leganés merecía ganar por mucho más.

Cuando los madrileños habían perdonado y se conformaban con el empate, apareció Iglesias Villanueva. Como sabrán, este nombre no corresponde a ningún jugador del Barcelona. Es el árbitro. Porque ni apareció Messi ni Suárez ni Iniesta. Tampoco Neymar, algo que no es novedad. Apareció el colegiado. Neymar se metió en el área, pilló a Mantovani en una posición rara y el brasileño, listo como él solo, se fue a por el central. Es Neymar el que se tiró a por Mantovani, aunque al capitán del Leganés también se le puede achacar que qué hacía en esa posición dentro del área. Es tan verdad que Mantovani estaba en riesgo de infracción como que el capitán pepinero retira la pierna y Neymar comienza a tirarse antes.

Momento del penalti pitado a Neymar.

¿Se puede pitar penalti? Sí, lo pitó. Pero hay tantos precedentes que no se pitaron que las sospechas del Leganés no deben ser extrañas. El árbitro ni lo dudó. Rápidamente señaló la pena máxima.

Pocas veces tendrá el equipo madrileño una ocasión tan clara como esta para puntuar en el Camp Nou. Pero no le dejaron. Lo dio todo, también es verdad que falló muchas, pero acabó agonizando por un penalti que puede ser la viva imagen de lo que es el Barcelona. Ni lo celebró Messi. Era demasiado vergonzante.