No es este el mejor Atlético. Eso, a estas alturas, lo pueden confirmar incluso los protagonistas de esta historia. Pero, con la coyuntura asumida, el equipo de Simeone volvió a recuperar pequeñas partes de su esencia contra Las Palmas. La primera y más importante, la competitividad, esa máxima que siempre estuvo ahí y que se perdió en tierra de nadie durante el último mes. Y la segunda, la seguridad en defensa, la base sobre la que se edificaron todos los éxitos pretéritos. Con eso parcialmente de regreso, los tres puntos cayeron gracias a un disparo de Saúl desde la frontal del área. Y, aunque no tuvieron muchas más ocasiones los colchoneros, da un poco igual. ¿O acaso la efectividad no sirvió en otro tiempo? [Narración y estadísticas: 1-0]



De todas formas, el ambiente, digamos, andaba raro por todo lo acontecido durante las últimas semanas: los malos resultados, el nuevo nombre del estadio… y suma y sigue. De ahí que el inicio, con independencia del fútbol, versara entre cánticos contra la nueva imagen de la entidad: que si “el escudo no se toca”, que si el “Atleti somos nosotros”, que si… da igual. El caso, en el Calderón, más allá de lucir el sol y del amarillo de la afición canaria, hubo pocos destellos durante la primera mitad. Si acaso, los de un arranque prometedor de los colchoneros, con un disparo al palo de Saúl, alguna que otra intentona de Carrasco y Griezmann buscando abrir la puerta del gol que se le cerró a partir del 29 de octubre, fecha en que anotó por última vez en Liga.



Al otro lado apareció el conjunto canario, seguro de sí mismo y con un estilo de juego más que definido. Las Palmas, como acostumbra desde que llegó Quique Setién, se dispuso a hacer lo que mejor sabe: tocar, mantener la posesión, enfriar el choque e intentar llegar a la meta de Moyá con el balón en los pies. Y, desde el minuto 15, anuló al Atlético por completo. Sin prisa, pero llevando el partido a su terreno; con lentitud, pero con certeza. Y, de buenas a primeras, estuvo a punto de adelantarse con un disparo de Lemos desde 40 metros que pegó en el palo.



Tomó el mando Las Palmas y no lo abandonó tampoco en la segunda mitad. Se emborrachó de balón, tuvo otra ocasión en las botas de Roque Mesa, que se plantó delante de Moyá tras una esplendida jugada de Jonathan Viera, y entonces apareció Saúl para inaugurar el marcador con un disparo desde la frontal del área. Y, a partir de ahí, a seguir. El Atlético, sin cambiar su juego, volvió a mostrarse como ese equipo rocoso que antaño fue, confiándolo todo a una seguridad en defensa que le sirvió para armar el contraataque desde abajo y crecer conforme el reloj se empeñó en comerse los minutos.



El Atlético, finalmente, cumplió su objetivo y recupera algo de aire antes de las Navidades, objetivo primordial de cara a lo que está por venir en 2017: la eliminatoria contra el Leverkusen, la lucha por los puestos Champions y una Copa que, salvo inmensa sorpresa, lo verá en la siguiente ronda tras engullir al Guijuelo. Y el resto consiste en lo de siempre. Es decir, en ir partido a partido. ¿O alguien piensa que otro camino es factible?

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