Iván ‘Pichu’ Cuéllar (Mérida, 1984) no duda. Responde con la misma seguridad con la que se coloca bajo palos, con una toalla con la bandera de Extremadura bordada y la experiencia que le atribuyen sus 32 años. Al fin y al cabo, él no es un cualquiera en esto del fútbol. Sabe lo que es estar en el infierno de Segunda, pero también lo que es tocar el cielo tras llegar en clase turista a Primera. Canterano en el Atlético de Madrid, se para a hablar con EL ESPAÑOL antes de enfrentarse con el Sporting a su exequipo (sábado, 16:15). Como futbolista, pero también como persona, “lo más importante en esta vida”, apostilla.



Pasa el tiempo, pero la gente se sigue acordando de su mote y del ‘Pichu’...



Sí. De hecho, hay muchos que no saben ni cómo me llamo. El mote me lo puso mi primo. Era un chaval inquieto y creo que había un dibujo animado que se llamaba así, y por eso…



Su primo le puso el mote y su madre, imagino, era la que le cosía los pantalones de tanto tirarse…



Lo tuvo que hacer muchas veces. Ahora, diciéndolo, parece que soy de la época de Hugo Sánchez, pero es que hasta hace poco los campos eran de tierra y a mí me tocaba jugar allí, con barro, tierra… Ella era la que me soportaba y me aguantaba. Gracias a Dios, hoy en día, con los campos sintéticos, esas cosas ya no pasan.



La paga no le daría para comprar botes de mercromina…



Todo valía. Coderas, rodilleras… Toda protección era poca. Es una profesión poco admirada y valorada por la gente.



Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días, desde que salió de Extremadura camino de Madrid, pero sigue muy vinculado a su Mérida emocionalmente.

La verdad es que sí, más que nada, porque es mi tierra. Allí tengo a mi gente, a mi familia y a mis amigos. Yo soy de allí, romano y bellotero de pura cepa. Y como tal, siempre que puedo, hago propaganda de mi tierra gratuitamente. Creo que es la gran desconocida, pero estoy muy orgulloso de ella a pesar de que lleve mucho tiempo en Asturias y sea medio asturiano ya. Llevo la bandera de Extremadura en las toallas que saco al campo. Nadie se puede olvidar de sus orígenes. Uno no puede perder el norte.

Soy romano y bellotero de pura cepa



Imagino que sigue yendo por allí. ¿Ha notado mucho la crisis en su tierra?

Voy en Navidades y en verano. Pero la crisis le ha afectado a todo el mundo, aunque ahora creo que poco a poco estamos intentando salir de ella. Siempre digo que en Extremadura hay buena calidad de vida. Con poco dinero, se puede vivir muy bien allí.



¿Cuánto tiene de extremeño, de madrileño y de asturiano?



Al final, tengo un poco de cada lado. Acento, por ejemplo, no tengo. La verdad, he tenido suerte de poder vivir en los tres sitios y de sumar experiencias. No olvido Extremadura, pero tampoco que la formación la recibí del Atlético de Madrid y que ellos me dieron la oportunidad de ser profesional y de debutar en Primera División. Ahora llevo nueve años en Asturias y estoy muy contento.



Pero de lo que más se acuerdan los aficionados es de sus años en el Atlético. ¿Tanto marca pasar por la cantera de un grande?



Marca para bien. Yo soy muy positivo y siempre pienso que hay personas que están peor que tú. Por tanto, hay que aprender y sacar conclusiones positivas incluso cuando te va mal. Y para mí, particularmente, haber pasado por el Atlético sólo tiene connotaciones positivas. Me quedo con la experiencia. Allí coincidí, fíjate, con Fernando Torres, con Gabi, con el ‘Mono’ Burgos, con Simeone… Y, en ese sentido, todas esas experiencias ya dicen mucho. Es, aunque sea, para contárselo a tus colegas con una cervecita. Son cosas que te hacen crecer como futbolista y como persona. Pero, sobre todo, como persona. Al final, el futbolista se queda, pero la persona sigue. Y el Atlético fue mi hogar y me hizo cumplir un sueño.



El futbolista se queda, pero la persona sigue



Lo que también marca es jugar en El Molinón...



Desde luego. Es una de las mejores cosas que me ha pasado en mi vida. He ido a muchos campos y me han sorprendido muchos, sobre todo, los de los grandes. Pero lo que he vivido en El Molinón no se lo cambio a nadie. No lo puedo comparar con nada. Es algo que no se puede explicar con palabras. Conseguir el ascenso y mantenernos con una base limitada, eso te llena.



¿Qué es más orgásmico: mantenerse en Primera o subir?



Bueno, al final, esto no deja de ser una empresa. Cuando comienza la temporada, el empresario te marca un objetivo y lo tienes que conseguir. Sinceramente, el año del ascenso fue una sorpresa porque, por todo lo que había alrededor, no estaba previsto. Pero fuimos creyendo y finalmente acabamos subiendo a la máxima categoría.



Reformulando la pregunta: ¿Qué es más orgásmico: ganarle a un grande o el ascenso?



Yo me quedo con el ascenso porque no es fácil llevarlo a cabo. Al final, en el fútbol, en determinados partidos, se pueden dar las circunstancias para que consigas un punto o la victoria ante un grande. Se pueden dar y, de hecho, se han dado. Pero conseguir subir es muy complicado. Fíjate que hay equipos que se pasan 10 años en Segunda sin meterse en Primera. El propio Sporting estuvo así antes de que yo llegara…

Cuéllar en una imagen de archivo. EFE



Esta temporada llevan dos victorias (Athletic y Leganés, ambas 2-1) y un empate (Alavés, 0-0). No les va del todo mal…



La verdad es que hemos comenzado bastante bien. Tenemos unas líneas marcadas y un objetivo claro, que es permanecer. Este arranque ha sido bueno y ante equipos complicados. Y sumar fuera de casa siempre es bueno. Pero tenemos que hacernos fuertes aquí, en El Molinón.



Ya ha vuelto varias veces al Calderón desde que se fue de Madrid. ¿Sigue poniéndose nervioso?



Es un campo especial porque jugué en el Atlético. Tuve muchas tardes de gloria allí. Pero eso es pasado. Vivo del día a día, aunque siempre he dicho que soy rojiblanco, porque vengo de cuna de allí y ellos me dieron la oportunidad de ser profesional. Y, por tanto, es de bien nacido ser agradecido. También soy rojiblanco porque juego para el Sporting y ahora toca estar en el otro bando.



¿Ruge más el Calderón desde que llegó Simeone?



No lo creo. Lo que pasa es que están viviendo unos años de gloria y el Cholo ha conseguido situarlos donde se merecían. Siempre se ha dicho que el Atlético tenía que estar entre los tres primeros y se les presionaba para que así fuera. Pero, por una u otra cosa, nunca llegaban. Con Simeone, en cambio, lo han logrado. Y eso es por la filosofía del técnico y el buen hacer suyo. Y, por otra parte, el Cholo ha sabido transmitir a la afición lo que él quiere. Seguramente estén ahí arriba este año…



Viendo los resultados de Simeone. ¿Cuesta no ser ‘cholista’?



Es que su forma de pensar es muy cauta y muy respetable. Cuando tú tienes cierta paciencia, haces las cosas con cierta lógica y encima tienes los valores que representan al club, pues entonces va bien. Él ha querido transmitir un cierto modo de hacer las cosas y su mensaje ha calado hondo en el grupo y la afición. Al final, lo que transmite él como entrenador es lo mismo que hacía como futbolista. Es admirable. En esta sociedad llena de envidias y de celos, en ese equipo hay mucha envidia, pero de la buena. Por eso yo también me considero 'cholista', porque es algo positivo.



El ‘cholismo’ también es tirar de la cantera. Ejemplos hay de sobra: Koke, Saúl… ¿Se trata mejor a los jugadores de casa desde que está él?



Creo sinceramente que hay que potenciarlas todavía más. El producto nacional -sin que yo desprestigie al que viene de fuera- es muy bueno. Hay una inversión en las canteras y eso hay que aprovecharlo, en el Sporting, en el Atlético o donde sea. Y luego, por otra parte, todos sabemos a qué nivel están las selecciones en determinadas categorías. Eso quiere decir dos cosas. Por un lado, que la gente que hay enseñando a los chavales está bien formada y que son educadores de una calidad enorme. Y por otro lado, que hay chavales con un potencial enorme a los que hay que sacarles provecho, y no se les saca tanto como se debiera.



Hay chavales en las canteras con un potencial enorme a los que hay que sacarles provecho



Hablando ya del Atlético. Llevan dos victorias (PSV y Celta) y dos empates (Alavés y Leganés).

Sí, pero están fuertes. Vienen de jugar Champions y de ganar fuera de casa contra un rival complicado como es el PSV. Ya sabemos lo que les ocurrió la temporada pasada con ellos, así que en ese sentido vendrán muy fuertes. Además, tienen que seguir en buena línea para engancharse y hacerse fuertes en casa. Va a ser un partido muy complicado y ojalá podamos tener buenas ocasiones y aprovecharlas.



¿Se puede cuantificar cuánto cuesta marcarle un gol al Atlético?



No lo sé. Pero cuesta muchísimo. Tienen un potencial defensivo que es asombroso. Y también vienen de tener al Zamora del año pasado (Oblak). Eso te da una idea de que su solidez llega desde un trabajo grupal. Ellos saben que tienen que mantener la portería a cero y desde ahí parten. Y fíjate si la filosofía es buena que están entre los cuatro o cinco mejores equipos de Europa.



Están entre los cuatro o cinco mejores equipos de Europa



Al Calderón llegará con 32 años y con una carrera enorme a sus espaldas. ¿Qué regalo le ha dejado la profesión?



Sinceramente, lo que tiene esta profesión es que te sorprende positivamente. Por ejemplo, con el ascenso y la permanencia. Pero con lo que me quedo, y lo que me es más grato, es poder ayudar a alguien. Intento ser un hermano en el vestuario y ayudar a cualquier persona. Es muy grato ver cómo luego esa persona, con tu consejo, va evolucionando. Eso te reconforta. Y es una de las cosas que me ha dado el fútbol: ver crecer a gente alrededor tuya.



A estas alturas, ¿cree en la suerte?



No soy creyente. Creo que con trabajo y constancia llegan los resultados. Pero si la puedes tener de cara, pues estupendo. Pero no, no creo demasiado en ella.

Por último, en el Atlético se habla mucho de soñar. ¿Qué significa esa palabra para usted?

Hay una frase de Manuel Carrasco que siempre tengo en la mente. Él dice que no hay que dejar de soñar, y no hay que dejar de hacerlo porque es precisamente lo bonito de la vida. Yo, siendo sincero, he podido conseguir muchos sueños. Pero sigo trabajando para lograr otros muchos.

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