“Quiero un equipo a la altura de las exigencias del club”. La frase, pronunciada por Valverde en agosto, la podría haber patentado Guardiola. Al fin y al cabo, a él también le han pedido siempre lo máximo. Lo hicieron en Barcelona, en Múnich y, de nuevo, lo han hecho en Manchester. “Si no logro títulos aquí, no estaré mucho tiempo”, reconoció el catalán al final de la pasada temporada. Y, para que eso no ocurra, él también le ha apretado ‘las tuercas’ al City. En su primer verano, gastó 213 millones de euros para reforzar la plantilla y, durante el último mercado, invirtió 249 millones en jugadores. Con una diferencia, en su primer curso no levantó ningún título y, en este segundo, 462 kilos después, parece haber dado con la tecla.



“Calcula que tardará año y medio en que el City empiece a jugar como él quiere”, confesaba Martí Perarnau en la presentación de la segunda parte de la biografía del catalán: Pep Guardiola: la metamorfosis. Y lo cierto es que, aunque su equipo puede jugar mejor, el Manchester ha empezado la temporada de forma inmejorable: no ha perdido todavía y es líder tanto en la Premier League como en su grupo de Champions. Con 39 goles marcados en 12 partidos (incluido el de la Copa de la liga) y una fiabilidad de la que el City, desde luego, no hacía gala el curso pasado.



Yendo por partes, en la Premier League, su City marcha imparable: es líder y ya ha jugado contra Liverpool (5-0) y Chelsea (0-1), dos rivales directos por el título. No ha perdido ningún partido y sólo ha cedido dos puntos en el empate contra el Everton (1-1). Y, además, goleando, marcando cinco o más tantos en cuatro de los ocho partidos que ha disputado hasta el momento. El último, contra el Stoke, aplastándolo con un contundente 7-2. ¿Resultado? Con la temporada todavía en pañales, ya marcha a dos puntos del United (seis victorias y dos empates), a cinco del Tottenaham (o del Harry Kane’s team, como llegó a reconocer Guardiola) y a siete del Watford, que, sorprendentemente, es cuarto.

Sterling celebra un gol con el City. Reuters



Esa racha, sin embargo, no sería del todo completa sin la Champions. En la Copa de Europa, el Manchester City también se muestra imponente. En sus dos primeros partidos, lo hizo goleando al Feyenoord (0-4) y con una cómoda victoria ante el Shakhtar (2-0), pero, sobre todo, dando un golpe encima de la mesa en esta jornada, haciéndose con los tres puntos frente al Nápoles (2-1), actual líder de la Serie A, y manteniendo la primera posición de su grupo.



“Fue un partido maravilloso, genial, entre dos equipos con ideas similares, que juegan siempre al ataque. El Nápoles es uno de los mejores equipos con los que me he enfrentado en mi carrera. O el mejor. Si no eres agresivo y claro con el balón no puedes sobrevivir ante ellos”, declaró Guardiola al final del partido, consciente del paso hacia delante que dio el City.

¿QUÉ HA CAMBIADO GUARDIOLA?



Los milagros, o las metamorfosis, no se dan de un día para otro. Es cierto que, a veces, como le ocurrió al Chelsea en la primera temporada de Conte, un cambio de sistema (pasó a jugar con cinco defensas) hace que la dinámica dé un vuelco a determinadas situaciones. En el caso del City, sin embargo, se debe a una conjunción de circunstancias: los nuevos (Ederson, por ejemplo) están cumpliendo con las expectativas que generaron al ser fichados y los más veteranos (Silva o De Bruyne) han evolucionado desde que llegara Guardiola.



A esto se le suma la manija de Pep, que ha rotado con precisión este curso (hasta 20 jugadores han tenido minutos) y el buen momento del mencionado De Bruyne (siete asistencias y dos goles en lo que va de temporada) y de sus hombres de arrriba: entre Sané (6), Agüero (7), Gabriel Jesús (8) y Stering (8) suman un total de 29 goles del total de 39 de su equipo. En fin, una barbaridad, como los millones gastados, pero también como el fútbol que está cuajando el City. A grandes exigencias, grandes respuestas. No queda otra, y bien que lo sabe Guardiola.

Sané celebra un gol con el Manchester City. Reuters

Noticias relacionadas