Andriy Shevchenko fue un enorme delantero ucraniano que dejó grandes años de fútbol en clubes como el Milan o el Chelsea y que escribió las páginas más doradas de la historia de la selección de Ucrania. Era uno de esos jugadores que se convierten en referencia, que consigue que el gran público identifique a un país solo por sus éxitos. 

Sin embargo, detrás del enorme legado dejado por uno de los arietes más grandes en lo que va de siglo y que dejó un enorme recuerdo en competiciones tan importantes como la Champions League, se esconde una historia dura, muy dura, y que ha sido revelada por él mismo a través de un libro donde narra lo que ha sido su vida, su carrera y, sobre todo sus orígenes donde son protagonistas tanto la URSS como el desastre nuclear de Chernóbyl

El libro, que se llama La mía vida, el mío fútbol, ha sido escrito junto a Alessandro Alciato para repasar todo lo que ha dado de sí su carrera futbolística, pero también vivencias que pocas personas conocen de uno de los mejores delanteros de Europa en las últimas décadas. El ariete ucranio ha querido abrirse y compartir con todos sus seguidores estas impresiones y estos recuerdos. Además, ha repasado el contenido de su obra en una extensa entrevista con el Corriere della Sera

Shevchenko da buena muestra de tener interiorizados desastres tan importantes como la catástrofe nuclear de Chernóbyl de 1986. Él lo vivió a tan solo 200 kilómetros de la central y lo recuerda como un pasaje más: "Espero no sorprender a nadie si digo que todo me parecía normal. Yo tenía diez años. Me divertí como un loco jugando al fútbol en todas partes, me llevaron a la academia del Dynamo de Kiev, pero luego explotó el reactor 4 y nos llevaron a todos".

Andriy Shevchenko, Golden Foot 2005 Reuters

Lo que realmente le impactó fue tener que alejarse de su casa y vivir como si todo fuera una película de ciencia ficción, sin apenas entender nada: "Aún siento angustia, llegaron autobuses de la URSS y nos llevaron a todos los niños entre 6 y 15 años. Me vi a 1.500 kilómetros de casa y recuerdo vivirlo como si estuviese en una película". A raíz de ahí, aprendió a vivir en sistema impuesto por la Unión Soviética: "No estuvo mal, mucha escuela y mucho deporte por todos lados. Era un país cerrado que te hacía ser cerrado".

El delantero ucraniano recuerda que en su zona, la radiación tras la explosión del famoso reactor no fue el único drama y el único mal que les perseguía: "En mi barrio empecé a tener cada vez menos. Murieron todos, no por radiación, sino por alcohol, drogas, problemas con armas... Las grietas en el muro de la URSS eran cada vez más grandes. El mundo que conocíamos se derrumbaba y mis amigos, como toda mi gente, ya no creían en nada y se perdieron. El amor de mis padres y el fútbol me salvaron".

Enamorado de Italia

Shevchenko se hizo realmente grande en Milán, ciudad que le llevó a lo más alto del fútbol europeo e incluso a ganar un Balón de Oro en el año 2004, cuando la Serie A era el campeonato más grande con un brillo ahora perdido. Pero Andriy se dio cuenta mucho antes que allí estaba su lugar. Fue con 12 años: "Jugamos un torneo en una ciudad que se llamaba Agropoli. La gente nos sonrió, nos trató muy bien, aunque nos derretimos como la nieve al sol. Me di cuenta de que mi destino estaba allí".

Andriy Shevchenko, Balón de Oro 2004 Taringa

'Sheva' también recuerda los momentos más duros de su carrera a las órdenes de su maestro Valeri Lobanovski, de quien aprendió casi todo lo que sabe: "Sigue siendo parte de mi vida, estuvo a mi lado en una época difícil. Era algo más que un maestro severo. Recuerdo que nos ordenaba hacer decenas de repeticiones de lo que llamábamos 'Escalada de la Muerte', con pendientes del 16%. El que no vomitaba, no jugaba de titular. Era duro, pero íntegro, y aprendimos mucho de él".

El histórico ariete también recuerda su libro uno de los pasajes más celebres de su carrera, la derrota en la final de la Champions de Estambul frente al Liverpool y le deja un recado a Ancelotti: "La herida sigue sangrando, me molesta que dijesen que nos dejamos llevar por la euforia. Maldini dijo al descanso que tuviésemos cuidado. Los primeros meses posteriores a la final me despertaba gritando en mitad de la noche pensando en ello. Ahora que soy entrenador pienso en esos minutos en los que nos marcaron 3 goles. No es una crítica a Ancelotti, pero yo habría parado el juego, cambiado a alguien...".

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