Unai Emery llevaba varias temporadas atrayendo la atención de toda Europa, y por fin tiene su primera oportunidad en un candidato a la Champions. Un técnico hecho para eliminatorias a doble partido, donde nadie le ha plantado cara en Europa, aunque menos brillante en liga. Descripción que encaja a la perfección con lo que es y lo que necesita ser este Paris Saint Germain, huérfano de Ibrahimovic, pero también de éxitos continentales recientes: el margen en Ligue 1 es tan grande que se pueden permitir algún traspié más frecuente si mejoran en eliminatorias europeas. Emery debe acabar con esa sensación de impotencia parisina cada vez que llegan los cruces de Champions. 

El problema del cuento es que el inicio no ha sido firme. Tras la derrota contra el Mónaco, actual líder de la liga francesa, el PSG desperdició una ventaja en casa en la Champions contra un Arsenal que acabó empatando. Los viejos fantasmas de fracasos en Europa maximizaron la gravedad y, dentro del vestuario, Emery ya tiene dos incendios que apagar: el enfado de Jesé Rodríguez por su suplencia y la actitud de Hatem Ben Arfa, flamante fichaje, que no fue convocado para los dos últimos partidos.

Ya hay brotes verdes

Pese a los alarmistas, la nueva andadura de Emery ya tiene más noticias positivas que dudas. Para empezar, los resultados no están siendo malos: cuatro victorias, dos empates y una derrota. En el plano futbolístico, también se nota el cambio de libreto. El anterior proyecto dirigido por Laurent Blanc marcaba un ritmo más calmado, promediando 718 pases por partido la temporada pasada en Ligue 1, mientras que con Emery ese registro es de 657.

Y, pese a esa diferencia, actualmente disparan más que hace un año. Sin duda, el PSG actual es un equipo más veloz y ofensivo, aunque con más riesgos atrás, de menos toque en la medular y mucho más físico, que ha solventado el gran problema del pasado: la profundidad.

En el curso anterior, Ibrahimovic acaparaba los ataques, los frenaba y, aunque su magia acababa desatascando, el equipo parecía un embudo en la frontal rival. Emery ha aprovechado el adiós del sueco para variar eso con más velocidad, más pases profundos y, sobre todo, laterales con funciones más ofensivas: véase el último partido, contra el Caen: tres de los cinco pases de gol lo dan laterales (dos Maxwell y uno Meunier). Esa profundidad está facilitando que el equipo cree ocasiones, aunque esté faltando efectividad.

El mayor problema

Cuando Ibrahimovic rechazó la oferta de renovación del PSG, se supo que las cosas cambiarían. El sueco promedió 1,09 goles por cada 90 minutos jugados y se esperaba una revolución en la delantera que no fue tal: Cavani goza de la confianza de Emery y los recién llegados Jesé y Ben Arfa serán la competencia en el banquillo del delantero uruguayo. Tres atacantes diferentes entre sí para un mismo problema: al PSG actual le falta definir todo lo que crea.

Contra Arsenal y Saint-Étienne, se escaparon los tres puntos entre tiros errados y poca mordiente. Pese a que Cavani viene de marcar cuatro goles el pasado fin de semana, cabe preguntarse si es el delantero idóneo: antes del partido contra el Caen, llevaba dos goles de 16 remates, algunos demasiado claros como para desperdiciarlos. 

Cavani, llamado a sustituir a Ibra. Paco López G.

Mientras Emery soluciona los problemas de actitud de los otros posibles delanteros, Cavani es la opción principal. Un delantero que lucha, crea y genera ocasiones, pero con problemas para recuperar el instinto que mostró hace años en el fútbol italiano. Sirva de ejemplo su máximo rival y actual líder de Ligue 1, el Mónaco, que marca los mismos goles que el PSG (2,4 por partido) con cuatro remates menos por partido (12,2 contra los 15,8 parisinos).

Un proyecto para largo

La dirección deportiva del club ha apostado por rejuvenecer la plantilla. Muchos de los más veteranos se han marchado y, en lugar de demandar experiencia, los hombres que han llegado son jóvenes que no han liderado proyectos similares.

El club ha entregado galones a Di María como estrella y Emery ha preferido aumentar el fondo de armario disponible: “Quiero un equipo muy competitivo en el que jugará el que mejor esté. Teniendo dos hombres por puesto, me aseguro que todos están motivados y con intensidad. ¿Si alguno se enfada porque no juega? Es lo normal, así me demuestran que no vienen relajados”. Un plantel conformado para el largo plazo, ya que el PSG es el candidato a la Champions con la plantilla más joven.

Presente y futuro en el PSG de Emery. Paco López G.

Los nuevos líderes del proyecto

El actual PSG no tiene un gestor de los ataques tan definido como el año pasado. Lo que se intenta es hacer un fútbol más coral y colectivo, que todavía no ha activado a la estrella que marque las diferencias. Con el paso de los partidos, Di María va siendo más protagonista, pero no estará solo.

La llegada de Emery ha dado alas a varios secundarios que estaban por debajo del nivel esperado: Pastore y Lucas Moura han dejado atrás su apatía de la época Blanc. Especialmente significativo el caso del brasileño, que ha anotado en cuatro de los seis partidos que ha disputado. Otra recuperación es la de Aurier, quien tuvo problemas con el entrenador anterior y fue apartado, pero, a día de hoy, es uno de los destacados en el inicio de campaña, dominando todo el carril diestro.

Además de estos nombres más consagrados, Emery tiene varios talentos que deben dar el salto bajo su dirección: Aréola en la portería, Kimpembe en defensa y Rabiot en la medular. El primero de ellos vuelve tras su cesión en el Villarreal y, pese a empezar el curso como suplente, ha sido titular los dos últimos choques. Kimpembe se queda como el único central puro en el banquillo tras la salida de David Luiz. Rápido y muy ágil, debe pulir su juego con balón. Por último, Rabiot es un medio tan brillante y fino como irregular, que necesita cambiar su carácter sin balón con el entrenador español.

Estos nombres son retos a medio plazo para Emery, pero también cuenta con desafíos inmediatos en sus dos mayores apuestas, que deberán convertirse en líderes: Krychowiak tiene que dar el relevo a un Thiago Motta físicamente mermado; Jesé Rodríguez debe entrar en la dinámica del equipo lo antes posible si no se quiere perder a un gran talento que está tardando más de lo esperado en explotar.

Son muchos los interrogantes, pero muchas más las certezas que ya tiene Emery. París está malacostumbrada a la victoria y el PSG está empezando a adaptarse. Seguramente tendrá que transformarse en algo menos brillante en lo estilístico, pero más competitivo en lo global.

Todo ello lleva tiempo, y de momento parece que se ha acertado con la apuesta para el banquillo. Unai Emery está capacitado para ser el que cambie la historia del coloso francés. Falta que le respondan los futuros líderes del proyecto.

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