Florian Thauvin, jugador del Olympique de Marsella, a sus 25 años, representa el espíritu que ha llevado al conjunto francés a reverdecer laureles y alcanzar contra todo pronóstico la final de la Europa League. 



El joven atacante, fogoso dentro y fuera del campo, cataliza la corriente positiva que esta temporada rodea a un club que en los últimos años había estado inmerso en un estado depresivo creciente.





En su segunda etapa en la ribera del Mediterráneo, tras un paso por el Newcastle, Thauvin ha logrado conectar con los aficionados y convertirse en una pieza clave del equipo, decisivo en el ataque marsellés.





Nacido en 1993, cuando el Marsella logró la única Champions ganada por un club francés, el joven oriundo de Orleans ha participado en 42 goles de su equipo esta temporada, 26 de forma directa y 16 como autor del pase decisivo.





Los 22 tantos conseguidos en la liga le convierten en el primer jugador del Marsella que llega a esa cifra desde que lo hiciera Alen Boksic precisamente en la temporada 1992/1993.





Aun le queda tiempo para mejorar esa estadística y ganarse un poco más el corazón de la afición más numerosa de Francia.





Thauvin se ha convertido en un imprescindible. En sus botas acumula ya 52 partidos esta temporada, más que ninguno de sus compañeros.





Atrás quedó la imagen de aquel joven que salía al campo para comerse el mundo en cada partido, demasiado entusiasmado, demasiado acelerado.





Le pesó en su primera etapa tanta responsabilidad sobre los hombros de un futbolista que llegó con 20 años en 2013, con el cartel de gran estrella.





Thauvin se fue diluyendo con el paso de los años, incapaz de aprovechar la buena etapa que vivió el club de la mano del técnico argentino Marcelo Bielsa, que autorizó su salida hacia el Newcastle, por 17 millones de euros en 2015.





En Inglaterra las cosas no mejoraron. Tras un inicio prometedor, su peso en el equipo fue disminuyendo, hasta pasar a ocupar el banquillo.





Casi olvidado, el jugador decide volver a Marsella, esta vez como cedido, para relanzar su carrera.





En una ciudad que siempre ha considerado "su casa", Thauvin volvió a sentir de nuevo el peso del estrellato. Su nombre saltó más a la prensa por sus salidas de tono que por sus actuaciones sobre el césped.





Pese a ello, Newcastle y Marsella prolongaron un año su préstamo. El jugador sentó la cabeza, su vida se calmó y eso se tradujo en una mejora en el campo.





Con la llegada del multimillonario Frank McCourt al equipo, Thauvin fue comprado por la entidad francesa y su influencia ha sido creciente.





La perspectiva de jugar el Mundial de Rusia ha contribuido a que el jugador calme su fogosidad.





El Thauvin que se tomaba a sí mismo como una estrella pese a no haber demostrado nada, habla ahora de forma más calmada.





"Lo importante es el equipo, todos tenemos que trabajar en esa perspectiva", afirma en una entrevista el diario L'Équipe.





"Cuando me cabreo, ahora me calmo, he aprendido a controlar esas situaciones (...) Nunca me he sentido más fuerte que ahora que he aprendido a dejar mi ego en casa", agrega.





Una actitud que le ha permitido, entre otras cosas, conectar mejor con su compatriota Dimitri Payet, la otra estrella del equipo, junto a quien está firmando un excelente final de temporada.





Thauvin como el máximo goleador del equipo y Payet como el mejor asistente. 

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