Enviado especial (Toulouse)

“Me encanta el juego de España, su técnica, es fantástica, es genial. Todo el mundo debería aprender de ellos”. Los elogios del seleccionador checo, Pavel Vrba, hacia la selección de Del Bosque contrastan con las críticas que viene generando en nuestro país la ‘Roja’ desde el descalabro de Brasil 2014. Cuando el equipo había logrado generar por fin un ambiente de tranquilidad, las revelaciones periodísticas del asunto De Gea le explotaron en toda la cara: los jugadores, siempre en privado, se mostraron muy sorprendidos por la oportunidad de unas revelaciones que, a falta de pruebas, no han motivado hasta ahora la toma de declaraciones al portero del Manchester United por parte de la policía o un tribunal. Como en cualquier grupo o institución, la amenaza exterior se ha traducido en un refuerzo de la cohesión interna.



La defensa de la presunción de inocencia del jugador ha acorazado a un equipo que a partir de este lunes tratará de reafirmar un estilo cuya influencia no tiene parangón: hasta Inglaterra ha optado en este campeonato por sacar el balón jugado desde atrás y huir del pelotazo limpio. La unión del vestuario es absoluta: las muestras de apoyo a De Gea, constantes, vinieron acompañadas este domingo de una declaración de orgullo colectivo. La selección está deseando debutar, como reconoció del Bosque: “Después de 72 horas de convocatoria estamos no digo que excesivamente nerviosos, pero sí alterados. Hay que empezar con emoción, si no es imposible jugar”.



Tanto el entrenador como dos de sus principales exponentes, Ramos e Iniesta, se refirieron en el estadio municipal de Toulouse a la responsabilidad que sienten como vigentes campeones del torneo. Criticados estos dos años por la falta de hambre e intensidad registrada en partidos (especialmente amistosos) y el agotamiento de un esquema lastimado por la ausencia de Xavi o Villa, los jugadores han percibido el asunto de De Gea como otro ataque. El fortalecimiento de los vínculos grupales es el efecto imprevisto de un escándalo que hace sólo 48 horas amenazaba con trastornar un campeonato crucial para la autoestima del fútbol español.



“Somos un grupo y tenemos todos el mismo objetivo”, afirmó Ramos, curtido en el arte de sacar la cara por sus equipos. “Tenemos la misma responsabilidad o incluso más que otras ediciones”, contestó el seleccionador a la pregunta de si sentía menos presión ante el improbable escenario de conquistar el tercer campeonato consecutivo.



Más significativas aún fueron las palabras del prudente Andrés Iniesta, una de las figuras excluyentes de esta Eurocopa. “Queremos seguir creciendo como selección tras la decepción de Brasil”, expresó el barcelonista. “Georgia fue un accidente” […] “Estamos más centrados que nunca, tenemos la responsabilidad de ser los actuales campeones y llegar lo más lejos posible. Debemos aprender de nuestros errores, nuestra mente está en el partido de mañana. Si estamos a nuestro mejor nivel, los rivales tendrán que estar muy bien para ganarnos. Conocemos nuestro nivel individual y colectivo. Tenemos un grupo muy parejo, esta Eurocopa es otro reto”.

Ramos e Iniesta en rueda de prensa en Toulouse. UEFA EFE



Buena condición física



Del Bosque se refirió varias veces a la singularidad de la convocatoria, “con diferentes tiempos de llegada” de los jugadores, a pesar de lo cual dijo que el equipo está “en buen estado pese a que han tenido una temporada muy exigente”. Los 15 minutos abiertos a la prensa del último entrenamiento volvieron a ofrecer estampas distendidas entre los jugadores, molestos por el pésimo partido ante Georgia y el inevitable reguero de críticas al que dio lugar. El aguijonazo de la caída en casa ante un equipo prácticamente desconocido fue magnificado poco después por las revelaciones sobre el ‘caso Torbe’: convencidos de la inocencia de De Gea, el equipo es consciente de que las victorias acallarían automáticamente (salvo sorpresa informativa mayúscula) la reprobación de amplios sectores de la afición.



En el centro de Toulouse (a menos de 400 kilómetros de Barcelona) ya el domingo se veían camisetas rojas por todas partes. Las conversaciones giraban, como era de esperar, sobre la portería española. Parecía ilusorio confiar en que Vicente Del Bosque revelase quién defenderá el arco contra Chequia (y presumiblemente durante todo el torneo). El seleccionador fue fiel a sus principios y toreó con eficacia las preguntas de los periodistas: volvió a hablar de “darle vueltas” para “saber lo que es mejor para el equipo”.



Pocas dudas en los hombres de campo



No hay novedades sobre la alineación titular, que parece decidida en cuanto a los hombres de campo: Ramos, Piqué, Juanfran y Alba en defensa; Busquets, Cesc e Iniesta en la medular; Silva y Nolito como volantes ofensivos de banda, con libertad para moverse en el último tercio de campo; Morata en la punta.



La ausencia del capitán Casillas en la rueda de prensa fue otro gesto de arropamiento hacia De Gea: cualquier palabra podía ser malinterpretada en un ecosistema de desconfianza y murmuración que parecía disipado tras la goleada a Corea hace diez días y se recrudeció esta semana. Iniesta, probablemente el jugador que más respeto concita en la selección, tendió puentes con la afición: “Espero que nos animen y tengan confianza en nosotros”.

Iker Casillas durante el entrenamiento de España en Toulouse. Vincent Kessler Reuters



Fuera de la selección, España sigue dando miedo. Rosicky, la estrella checa, dijo el domingo que “España ha cambiado, pero es la favorita de la Eurocopa”. El lunes a las cinco de la tarde se sabrá si es un pronóstico desatinado. En la noche del domingo, el caso De Gea parece haber reforzado los lazos de un grupo que no para de evocar la atmósfera de 2012 (y no el desvaído ambiente de 2014). Nada como una victoria contra los correosos checos para destapar el entusiasmo nacional. Ya lo dijo el padre intelectual de este equipo, Luis Aragonés: “El fútbol es ganar, ganar y ganar”.

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