Hay quien se quiere apuntar al gimnasio, perder unos kilos o, simplemente, cambiar de vida. Es inevitable. Cada año es la misma historia. Entre cenas, copas y cañas, surgen nuevos propósitos. Por qué no. Sin embargo, hay lugares en los que las cosas no sufren alteración alguna –o, al menos, no en exceso–. Para qué. Si algo va bien, que decía aquel, no hay motivo para cambiarlo. Y en el Atlético, en los últimos tiempos, todo sigue relativamente en orden. Sí, hay buenas y malas rachas, pero, en general, no hay motivo para que nadie se ponga nervioso. ¿La prueba? Este mismo martes, contra Las Palmas, jugando a lo de siempre, los rojiblancos pusieron pie y medio en los cuartos de final de la Copa del Rey con una victoria que recuerda a muchas [Narración y estadísticas: 0-2].



Cambió el Atlético de año, pero no de maneras. Si acaso, como novedad, el Cholo introdujo una variación táctica: jugó con Juanfran en su lateral y Vrsaljko adelantado en el centro del campo. ¿El motivo? En este caso, evitar que Roque Mesa se sintiera cómodo, como sí lo hizo antes de Navidades en el Vicente Calderón. Entonces, Las Palmas fue capaz de arrebatarle el balón a los rojiblancos, pero esta vez fue diferente. Con el centrocampista anulado, el equipo de Simeone le quitó la pelota a los locales y se puso a tocar durante los primeros minutos, y a partir de ahí fue creciendo poco a poco.



Olvidó el Atlético el final de 2016, aquella derrota de Champions en Milán y los malos días. Desterró el pasado para centrarse en el presente. Acabó con todos los fantasmas y se adelantó en la primera mitad. Koke, en una jugada aislada, se sacó un disparo al palo largo y puso el tablero táctico del lado de los rojiblancos. Y, con el marcador a favor, se pudo dedicar a jugar a lo de siempre; es decir, a esperar atrás y salir a la contra. Sólido en defensa, sin dejar huecos y, como dijo el canterano rojiblanco tras el partido, “recuperando la agresividad”, esa que hizo grande a los colchoneros.



No le quedaba otra al Atlético, que controló sin pelota el partido y golpeó en la segunda mitad. De nuevo, con Koke como protagonista. El centrocampista, en una contra, se la puso en la cabeza a Gameiro y éste se la dejó a Griezmann, que sólo tuvo que entrar, empujarla y, de paso, acabar con una sequía de más de un mes de cara a puerta. Y con el 0-2 en el marcador, poco pudo hacer Las Palmas. Si acaso, intentarlo y pegarse cabezazos contra un muro que se mostró, una vez más, inexpugnable. Y, además, consiguió ser el primer equipo en ganar en las islas durante este curso.



Y el Atlético, con la victoria en el bolsillo, siguió probando. Simeone, ante la falta de alternativas en el banquillo para sustituir a Gabi, decidió probar con Giménez como mediocentro de cara a otros encuentros. Y así cerró el partido el conjunto colchonero, introduciendo novedades, pero sin cambiar en lo básico. Con los mismos objetivos que la temporada pasada, apostando todo a la filosofía del partido a partido, evitando que Las Palmas le anotara un gol en los últimos 180 minutos y, sobre todo, ganando. Ese, en definitiva, es el estilo del Atlético de Madrid. Palabra de Simeone. Y con eso queda todo dicho.