El fútbol, como cualquier deporte, tiene días y días. No es lo mismo una jornada de Liga que unos cuartos de Champions. No es lo mismo una final de Copa del Rey que una de Copa de Europa. La importancia de las competiciones es desde hace años conocido (Champions, Liga y Copa, por este orden) y es por ello que hacer un buen papel en la primera te hace ser diferente, especial. En resumen, mejor.

A Cristiano Ronaldo, durante una época, se le acusó de no aparecer en los partidos grandes. Le minimizaron, en algunos casos con razón, porque cada vez que llegaba una cita relevante, él no era decisivo con su equipo. Se encogían, decían. El portugués cerró aquella etapa hace muchos años, desde los primeros tiempos de Mourinho, y, como si fuera un partido de ping-pong, pasó la pelota a Messi. Y el argentino no la coge.

Nadie duda de la dimensión futbolística de Leo Messi. Cuando se retire, la mejor manera para juzgar a un futbolista, habrá tiempo para colocarle en su lugar en la historia del fútbol. Muy arriba, como mínimo estará. Ahora bien, ¿puede ser el mejor jugador de la historia un futbolista incapaz de hacer que su equipo pase a semifinales tres años seguidos, siendo intrascendente en todos ellos?

El árbitro del Barcelona - Roma saca una amarilla a Messi, ausente en todo el partido.

El desastre del Barcelona en Roma, con la enésima eliminación en cuartos del equipo azulgrana, ha vuelto a abrir el debate sobre qué es ser el mejor futbolista, ya que el fútbol, como decíamos, tiene escalones entre sus propios partidos. ¿Es lo mismo hacer una gran actuación en una final o semifinal de Champions que hacerla en una jornada de Liga ante Levante, Sevilla o Girona?

Leo Messi lleva tres años seguidos eliminados en cuartos de Champions, una ronda inaceptable para un equipo como el Barcelona y para un jugador como el argentino. El conjunto catalán ganó la Champions en 2015 y lo que entonces podía ser considerado como el inicio de un ciclo ha quedado demostrado que fue una excepción, un título que era un hecho aislado (desde 2011 a 2015 los culés no llegaron a ninguna final, igual que desde 2015 en adelante). El Barça, y Messi, en Champions son equipo y jugador lejos de la lucha por el título.

Además de los datos, también es una realidad la ausencia del crack argentino en estos partidos en los que se decide la vida deportiva (y también económica y mediática) de un equipo. No es que el Barça pierda, sino que Messi no aparece. El argentino no marcó (y jugó mal) en las tres últimas eliminaciones del Barcelona en Champions: ante el Atlético en 2016, ante la Juventus en 2017 y ante la Roma en 2018. Y los datos van mucho más allá.

Leo Messi se lamenta tras la derrota contra la Roma. Reuters

Existe un denominador común en todas las eliminaciones del Barcelona en Champions desde que Messi lidera a los culés: nunca el argentino marcó en esas eliminatorias. El Barça, en la última década, ha caído antes de la final en 2007 (octavos, Liverpool), 2008 (semifinales, United), 2010 (semifinales, Inter de Milán), 2012 (semifinales, Chelsea), 2013 (semifinales, Bayern), 2014 (cuartos, Atlético), 2016 (cuartos, Atlético), 2017 (cuartos, Juventus) y 2018 (cuartos, Roma). En todos esos partidos, Messi ni marcó ni apareció. No fue relevante. No fue decisivo.

De estos datos, que no son ni mucho menos aislados, se sacan dos conclusiones. El lado negativo para Messi, que es incapaz de irrumpir cuando su equipo está al borde del KO. El lado positivo para que todo no se centre en el jugador, que el Barcelona ha sido incapaz de construir alternativas para cuando Messi, que es humano, no esté fino.

Si Messi jugara en equipos 'menores' podría justificarse que él no puede hacer lo que a sus otros diez compañeros no llegan, pero el argentino no juega ni en la Roma ni en el Liverpool ni en el Sevilla. Lo hace en el equipo que más dinero se ha gastado en un solo año en la historia del fútbol (392 millones de euros) y un club lleno de estrellas mundiales, muy superior a muchos rivales, entre ellos la Roma.

Ernesto Valverde habla sobre la eliminación del Barcelona en Champions

A pesar de ser grandes equipos, en el fútbol es imposible estar siempre bien. Habrá uno o varios partidos en los que bajas el nivel. Y es ahí cuando tu mejor jugador debe aparecer, porque para eso es el mejor y, además, el que más cobra. Messi, recuerden, percibe 36 millones de euros netos anuales más 20 brutos por temporada (en los próximos cinco años) por la primera de renovación. 

A Messi, para tener el calificativo de "mejor jugador de la historia" (e incluso en la actualidad), se le debe pedir, al menos, todo lo que hace Cristiano Ronaldo con el Real Madrid en Champions League. Sin ir muy lejos, tanto la temporada pasada como la actual, el portugués salvó a su equipo e hizo actuaciones para la historia de la competición. Cinco goles al Bayern en cuartos (de seis que marcó el Madrid), tres al Atlético en semifinales (de cuatro que anotó su equipo) y dos a la Juventus a la final (de cuatro). Este año ya lleva tres al PSG en octavos (de cinco) y dos a la Juventus, chilena incluida, en cuartos. Es aquí donde se ganan los trofeos individuales.

Es indudable que el fútbol de Messi es primordial, de disfrute para cualquier aficionado al fútbol. Sus carreras, sus remates desde la frontal, su desequilibrio, su manejo del balón, sus faltas... todo. Messi es un jugador brillante, más completo que cualquier jugador, también que Cristiano. Sin embargo, en lo que falla Messi es en lo más importante: los días grandes. Ni con el Barcelona (desde el 2011 y a excepción de 2015) ni con Argentina, Messi es desequilibrante. Con la albiceleste jugó tres finales consecutivas en estos últimos años (dos de Copa América, 2015 y 2016, y una de Mundial, 2014) y en todas no apareció. Incluso falló (penalti) en el momento decisivo. A su vez, Cristiano hacía campeona de Europa a Portugal en un entorno mucho más difícil y con un equipo peor.

Messi, con impotencia, en la eliminación del Barcelona en Roma. REUTERS

La historia del fútbol, como cualquier otro deporte y cualquier ámbito de la vida, se escribe por los días grandes. Al Barcelona, y al propio jugador, siempre le perseguirá no haber dominado en Europa en la era Messi, tiempo en el que teniendo al argentino como principal estandarte (a partir de 2007, él apenas jugó en la Champions ganada por los culés en 2006), el Real Madrid tiene las mismas Copas de Europa e incluso Cristiano, en la comparación como líderes de sus equipos, tiene más Champions que Messi. 

Mientras, Cristiano Ronaldo arrasa a los grandes y ha salvado a un Madrid que a veces ha renqueado en Europa (y ha sido el portugués el que ha tirado del carro), Messi se esconde cuando su equipo le necesita. Ni en Roma ni en Turín ni en Madrid. En las últimas tres Champions, Messi perdió credibilidad futbolística. Sigue siendo muy bueno, excelente, pero en los días grandes falla. Y siempre tendrá ese pero.

 

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