El Wanda, por primera vez, se vistió de Champions. Escuchó la música, memorizó el ritual y dio la bienvenida al Chelsea. Hasta vio adelantarse primero a los colchoneros. Griezmann, que ya hizo el gol inaugural en el primer día del Metropolitano, también anotó el primero en Europa. Sin embargo, esa felicidad, idílica hasta el minuto 59, no llegó a su culmen. La culpa, por orden, fue de Morata, que venía de marcar seis goles en siete partidos y no quiso fallar en su ciudad, y de Batshuayi, que la empujó en el minuto 93 para dar la victoria a los blues. Y, de paso, dejan al Atlético como tercero de grupo tras un empate (ante la Roma, 0-0) y una derrota [narración y estadísticas: 1-2].



Ocurre que la fiesta sí podría haber sido completa. A veces, la vida, o el fútbol, tan solo consiste en aprovechar las oportunidades, en llegar más rápido que el resto, en no fallar en el momento justo y en el lugar adecuado. Da igual que antes, el otro, en este caso el Chelsea, fuera mejor. Incluso, que contara con las mejores oportunidades, casi todas de Hazard. Importa poco, en realidad, que el belga, jugador de vértigo y fantasía, forzara a Courtois a estirarse, al palo a repeler uno de sus disparos y al Wanda Metropolitano a contener la respiración. Todo eso, al menos en los primeros 45 minutos, pasó a mejor vida. Como también lo hicieron las intentonas de Morata, omnipresente en el conjunto de Conte. Lo realmente importante, lo único que afectó al marcador, fue que el Atlético se adelantó antes. Y lo hizo gracias a un penalti cometido por David Luiz, que agarró a Lucas y dejó que Griezmann marcara el primero desde los once metros.



Suficiente, quizás, pero también preocupante de cara a la segunda mitad. Porque sí, el Chelsea había sido el que había mantenido la posesión, el que había creado las ocasiones y el que se había sentido mejor en el campo. El Atlético, en cambio, no logró carburar. El centro del campo, formado por Thomas, Koke y Saúl, no fue capaz de rebañarle la pelota a los blues. Pero lo importante, en la primera parte, estaba hecho: el conjunto rojiblanco se marchó por delante al túnel de vestuarios. ¡Y hasta se podría haber logrado una ventaja mayor si Saúl no hubiera fallado a puerta vacía!



La tónica, incluso, continuó en la segunda parte. Saúl volvió a rematar de cabeza, pero de nuevo la pelota quiso irse fuera. Y, claro, después llegó el Chelsea, que falló mucho en la primera, pero reaccionó tras el descanso. Gracias, de nuevo, a Hazard, que le puso el balón en la testa a Morata para que éste empatara el partido. Dictaba justicia el marcador y el partido. Pero, eso sí, tras el dominio del Chelsea y otra ocasión de Morata (se plantó solo ante Oblak, pero la mandó lejos del palo), el Atlético recuperó sensaciones.



Simeone cambió el dibujo y de jugadores. Torres, Gaitán y Giménez entraron en el campo y, para qué engañarnos, el equipo fue a más. Se hizo con la pelota, mantuvo la posesión y creó ocasiones. El ‘Niño’ lo intentó desde lejos y Saúl hizo lo propio. Ambos disparos, sin embargo, acabaron en las manos de Courtois. Y, por si fuera poco, cuando mejor estaban los rojiblancos, llegó el gol del Chelsea. En el dichoso minuto 93, Marcos Alonso se la puso a Batshuayi y el delantero dio la victoria al equipo de Conte, que ya suma seis puntos en esta fase de grupos.

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