Madrid

El fútbol, a veces, lo que te da, te lo quita. Lo que haces, te lo hacen. Un día marcas en el tramo final del partido y otro, te lo marcan a ti. Un día consigues salvar un punto en el Camp Nou y otro, pierdes dos y con ello el liderato de grupo en Champions. Reus se vistió de médico y le recetó al Madrid aquello que Ramos le había dado al Barcelona hace cuatro días. Un gol en el minuto 87 tiró por la borda un buen partido del Real Madrid pero, sobre todo, un primer puesto que aunque no fuera la mejor opción, deportivamente hablando, te daba prestigio y demostración de equipo grande. El Madrid se dejó empatar un 2-0 y será segundo de grupo, lo que les da la seguridad de que no se enfrentarán ni a Manchester City, Bayern de Múnich o PSG, además de la imposibilidad de un duelo ante Barcelona o Atlético. Lo más difícil puede ser la Juventus o el Arsenal. [Narración y estadísticas: Real Madrid 2-2 Borrussia Dortmund]

Al margen de las cuentas y futuros bombos, la sensación no fue ni mucho menos buena. El Madrid no ha sido capaz de ganar al Dortmund ni aquí ni allí y al final, el tonto empate de Varsovia le condena a ser segundo de grupo, a jugar el partido de vuelta de octavos lejos del Bernabeú y dar una imagen de fragilidad, de no estar tan preparado para las grandes citas como se preparaba. No se puede sacar tampoco conclusiones alarmistas, ya que el empate no es el fin del mundo ni un desastre mundial. Pero sí deja algunas lagunas, algunas también positivas como la aparición de hombres que parecían sepultados por el día a día blanco.

El Madrid pilotó en la primera parte en cuatro jugadores que asentaron la seriedad del equipo. Primero, Keylor, que no es que tuviera un trabajo agobiante pero sacó dos buenas manos a disparos de Pulisic y Schürrle. Especialmente decisiva fue la que le sacó al alemán, en un disparo de falta que le botó a un metro y que desvió de forma precisa el meta costarricense. La parada destacó por el momento en el que se produjo, con el descanso ya asomándose. El segundo pilar fue Varane, que no falló en absolutamente nada y que se dio el lujo de dejar dos exquisiteces con el balón cuando fue a sacar el peligro del Dortmund. Más adelante apareció Casemiro, que recordó al que fue clave en el tramo final de la temporada pasada. Achicó y barrió todo balón que rondaba por el centro del campo y volvió a ser el perfecto amortiguador que necesita el Madrid en su esquema de juego. Por último quedaría James, que dejó destellos de calidad (y otras jugadas de lucha) en el día en el que más focos tenía encima.

Pero no acabarían siendo ninguno de los cuatro la figura del partido, porque al final los goles mandan y más en un partido igualado. Fue el cuestionadísimo Benzema el que aparecería como figura celestial para solicitar el perdón de la grada. El francés marcó los dos tantos blancos en una noche en la que reivindicó su figura. El primer gol lo celebró con rabia, sacando todo lo que llevaba dentro. Quizá ese momento, en el que remataba a puerta vacía para poner el 1-0, acabe siendo clave en el ánimo del delantero. Ese primer gol llegó por la banda de Carvajal, que le brindó más de medio gol a Benzema con una asistencia de muchos quilates. Karim solo tuvo que vestirse de Raúl González Blanco y empujar el balón. El 2-0 acabaría siendo muy parecido en el fondo, con asistencia y gol de primeras. La forma, eso sí, fue diferente, al igual que el asistente, James.

El colombiano, como decíamos, había hecho un notable primer tiempo. Se le veía enchufado, incluso haciendo más de lo que le podía tocar. Estaba claro que era consciente de la importancia del partido para él y la verdad, no lo desperdició. Su toque en la asistencia del segundo gol de Benzema es de esas que tanto le gustan a James. También lo hizo con Morata en el decisivo gol ante el Sporting de Lisboa en el último minuto. Benzema, otra vez en el segundo palo, cabeceó para aumentar la ventaja. Tuvo este tanto más mérito que el anterior, aunque conviene comentar que pilló descolocado a Weidenfeller, portero del Borussia. Treinta segundos antes había tenido Benzema otra ocasión que le sacó el meta alemán en un cara a cara, posteriormente olvidado por la hinchada blanca por el gol. Y no se fue con el balón a casa Karim porque otro cabezazo suyo golpeó en la pierna de Reus, que estaba en la línea de gol a la salida de un córner.

Otra vez se achicó el Madrid

Con el viento a favor, el Madrid volvió a tener su habitual 'caraja', esos minutos en los que se electrocuta y se va del partido. A veces le cuesta poco pero esta vez lo que le costó fue un gol, el de Aubameyang entrando solo fácil al área sin apenas oposición. El Madrid despertó a tiempo. Pasados los minutos de siesta, el partido se convirtió en una preciosa lucha entre dos grandes conjuntos, algo parecido a lo que ya pasó en el partido de ida en Dortmund. Los alemanes atacaban, pero también lo hacía el Madrid. Cristiano tuvo dos muy claras, con un paradón de Weidenfeller y un palo como final de las jugadas. A Marcelo se le fue algo un disparo a pocos metros de la portería.

Pero al Madrid le dieron de su propia medicina y regaló el gol de Reus en una contra que empezó un Aubameyang inmenso por banda y en el que el gabonés cedió el balón al alemán, ya bestia negra del Madrid porque siempre que se enfrenta a los blancos, moja. Era el 87 y no hubo tiempo de reacción. Zidane ya había hecho los cambios mirando al final, dando minutos a Morata y Kroos, que venían de lesión. Ni había argumentos ni fuerzas para lograr la épica conseguida otras veces. El empate acabó quedando como una derrota, igual que el empate hace cuatro días en el Camp Nou supo a victoria. Es el fútbol, que provoca que un mismo resultado sepa de distintas formas. Ya con el 2-2 inamovible, si se hace un análisis en frío, es indudable que el Madrid tiene un mejor sorteo siendo segundo que primero. Sus posibles rivales son más fáciles que los posibles rivales hasta ese minuto 87. Al final, el sorteo del lunes juzgará si el gol de Reus en el tramo final fue bueno o malo.