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Nadie esperaba verlo así. Hace apenas unos meses, cuando el Real Madrid optó por no renovar a Luka Modric, el panorama parecía el destino inevitable para cualquier futbolista de 40 años: el declive silencioso, los minutos robados, el papel de acompañante en la sombra de los nuevos líderes.

En su última temporada en el Bernabéu, el croata experimentó exactamente eso: un rol secundario, casi testimonial, con rotaciones constantes que dejaban clara la dirección de la institución. El Madrid ya había decidido su futuro sin él. La edad pesaba más que el palmarés y la clase.

Pero Modric escribiría un guión distinto. Cuando el Milan lo llamó hace apenas seis meses, pocos imaginaban que se convertiría en el capitán general que ahora lidera a los rossoneros con la autoridad de quien no tiene nada que demostrar ni tiempo que perder.

A los 40 años, el croata se ha transformado en el futbolista con más minutos de toda la plantilla milanista, acumulando 1.395 minutos en las primeras 16 jornadas de la Serie A, siendo titular indiscutible en cada encuentro. Ni siquiera Mike Maignan, su portero, ha jugado tanto.

Su impacto trasciende las estadísticas. En el vestuario rossonero ha surgido como referente absoluto, transmitiendo esa coherencia táctica y ese raciocinio que faltaba en el juego del equipo durante años.

Luka Modric ejecuta un saque de esquina. REUTERS

No solo ordena el juego desde la medular, recupera balones y enfrenta los tiempos del partido con inteligencia de veterano: también se ha convertido en la voz que guía a los más jóvenes, en el ejemplo de mentalidad competitiva forjada en más de una década ganando títulos de blanco.

El liderazgo que antes ofrecía desde el banquillo en Madrid, ahora lo ejerce sobre el césped, en cada mitad, en cada decisión táctica. Modric ha demostrado que la edad es apenas un número cuando la clase permanece intacta. El Milan no solo fichó a un centrocampista: fichó su liderazgo incombustible.

Sus números

En el campo, todo pasa por él. Se encarga de pausar el juego cuando es necesario, siempre elige la mejor opción y lleva la batuta de un equipo que amenaza el liderato del Inter en la Serie A.

Ha sido titular en todos los partidos de liga y tan solo se ha perdido 16 minutos en la primera jornada, cuatro en la cuarta y 20 este pasado domingo en la victoria contra el Hellas Verona. Son 1.395 minutos, a tan solo 425 de los 1.820 que jugó en La Liga el año pasado con el Real Madrid.

Modric habla con Rabiot durante un partido. REUTERS

Del cuadro milanista, es el futbolista con más asistencias (2) en la Serie A. También lidera el apartado de pases acertados por partido (91% intentando 63,3), el número de pases clave (1,8), balones largos (5,1) e interceptaciones (1,3).

Un jugador único que ha sido capaz también de devolver al Milan ese gen competitivo que perdió la pasada campaña y le dejó sin jugar competiciones europeas.

Su último baile

Si su resurgimiento en el Milán ya era una narrativa de película, Modric acaba de escribir el epílogo perfecto y jugará el Mundial 2026 que podría ser, en términos históricos, el broche de oro a una carrera sin precedentes.

Estar presente en cinco Mundiales es un honor reservado a una élite minúscula. Messi y Ronaldo jugarán su sexto y apenas un puñado de leyendas históricas como Buffon, Matthäus o el mexicano Guardado han alcanzado ese estatus.

Modric se unirá a ese exclusivo club de inmortales en el fútbol mundial, habiendo saltado a su primer Mundial en 2006 en Alemania, con la frescura de un futbolista en ascenso. 20 años después, regresará como lo que es: un monumento viviente a la longevidad, la excelencia y la capacidad de reinventarse.

Su historial mundialista es excepcional: fue esencial en la mejor actuación de Croacia, la final de Rusia 2018 frente a Francia, que a la postre le sirvió para ganar el Balón de Oro. También participó en el bronce de Qatar 2022.

En seis meses, con casi 41 años, regresará con la misión de liderar a una Croacia que aún mantiene intacta el hambre de grandes competiciones bajo la dirección de Zlatko Dalić.

Luka Modric conduce el balón. REUTERS

Es el equilibrio perfecto entre la codicia deportiva y el cierre de ciclo. Modric no busca simplemente jugar un Mundial más: quiere dejarlo todo en el campo, para demostrar que, en el fútbol, la verdadera juventud reside en la mentalidad, en la capacidad de impactar, en la inteligencia sin edad.

El Milan es el trampolín; el Mundial 2026 será su último baile, la culminación de una trayectoria que ya es leyenda.