Publicada

El Real Madrid viaja a Talavera con una carga de presión que en el banquillo blanco ya se ha convertido en algo familiar para Xabi Alonso. Este miércoles, en el modesto estadio El Prado, no es solo un partido de Copa del Rey más. Es, de facto, un ultimátum sobre hierba.

El técnico vasco llega a Toledo con el cuerpo técnico en alerta roja y la dirigencia analizando alternativas en los despachos. Fallar aquí significaría añadir otro capítulo sangrante a una trayectoria que hace menos de dos meses tenía aspecto de campeón y hoy transita por el filo de la navaja.

El recuerdo persigue al Real Madrid desde el año 2000, cuando el CD Toledo eliminó a los blancos en Copa. Fue lo que los cronistas bautizaron como una 'noche toledana', esa etiqueta que permanece en el imaginario colectivo merengue como sinónimo de una velada de pesadilla.

Ahora, un cuarto de siglo después, la amenaza vuelve a merodear El Prado, aunque el rival sea distinto. La diferencia es que entonces el equipo tenía estructuras sólidas. Hoy, Xabi Alonso pilota un vestuario que tras la derrota 0-2 ante el Celta en el Bernabéu comenzó a cuestionar la viabilidad de su proyecto.

Tres victorias en nueve partidos. Este es el registro que define la crisis actual. Ese guarismo no era sustentable en un club que también invirtió el pasado verano casi 200 millones de euros en fichajes. La derrota ante Celta fue el punto de quiebre.

Sin embargo, Xabi Alonso logró una prórroga con dos golpes de timón consecutivos. La mejora de actitud ante el Manchester City en Champions League -a pesar de la derrota- y el posterior triunfo ante el Alavés actuaron como desfibrilador de un proyecto que parecía clínicamente muerto hace diez días.

Esos dos visos de gloria permitieron que la rueda girase y el entrenador no desayunara una carta de despido. Pero el club fue claro: aquello era el inicio de la recuperación, no una amnistía definitiva.

Xabi Alonso, en el entrenamiento de este martes del Real Madrid EFE

Ahora, en Talavera, se plantea el primer acto de una trilogía de exámenes que determinarán si Alonso llega a la Supercopa de España. El calendario no concede clemencia: después de Toledo, los blancos reciben a Sevilla -el sábado- y Betis -el 4 de enero- en el Bernabéu en La Liga.

Si cae en cualquiera de estos tres encuentros, la Supercopa en Arabia Saudí se convierte en un destino no asegurado, y eso significa que el Real Madrid podría ejecutar una decisión ya delineada en los despachos.

Entre Arbeloa y Solari

Porque mientras Alonso dirige al equipo sobre el terreno, dentro del club ya se tejen planes alternativos. Los nombres ya están sobre la mesa. Álvaro Arbeloa, actual entrenador del Castilla, se perfila como la opción más accesible y cercana.

Antigua gloria blanca, conocedor del ADN merengue y con relaciones consolidadas en el vestuario, representa el perfil de 'solución de la casa' que resulta atractivo cuando hay que gestionar egos de élite mundial. Su ventaja radica en que no necesita ser introducido en los códigos blancos.

Santiago Solari es el plan B. El argentino es un hombre de club, mantiene relaciones fluidas con la directiva y ha demostrado capacidad para dirigir a megaestrellas. Su perfil es distinto al de Arbeloa: más experimentado en crisis, con un historial de rescatador desde su experiencia en la 2018/19.

Álvaro Arbeloa y Santiago Solari, en un collage Europa Press

Sin embargo, lleva el estigma de ser visto como 'técnico interino', una percepción que podría envenenar la relación con jugadores acostumbrados a entrenar solo bajo entrenadores percibidos con plena autoridad.

Lo cierto es que a Alonso se le acaba el tiempo en forma de partidos. Los de Talavera, Sevilla y Betis son sus tres últimas municiones. Si alguno cae, la rueda ya está girada. Si logra ganarlos, habrá comprado oxígeno al menos hasta que termine la Supercopa.

Pero incluso entonces, la sensación de fragilidad permanecerá porque sabe que sus sustitutos están en primera línea, esperando, con el uniforme de trabajo listo en casa.

El técnico que llegó de Leverkusen con el aura de un mesías capaz de domar titanes ahora se juega su continuidad en un campo modesto de Toledo. Las finales son así. Llegan sin avisar, disfrazadas de partidos normales, en lugares insospechados. Si hay 'noche toledana', la historia mudará de autor.