La victoria en Mendizorroza ha llegado en el momento justo para el entrenador del Real Madrid. A las puertas de una semana decisiva que incluye la Copa del Rey, la proximidad de la Supercopa en Arabia y una agenda de encuentros que puede ser determinante, Xabi Alonso respira un poco más aliviado.
Conseguir los tres puntos ante el Alavés con un marcador de 1-2 que, más allá de lo que reflejan las estadísticas, le abre una pequeña ventana de oxígeno en el Santiago Bernabéu. Lo significativo de la tarde en Vitoria no fue tanto el juego como la imagen que proyectó el interior del vestuario madridista.
Cuando Vinicius asistió a Rodrygo en el gol definitivo, su gesto en la celebración marcó un giro sustancial en la narrativa que rodeaba al equipo. Lejos de cualquier señal de fricción, el extremo brasileño se acercó directamente a su entrenador para sellar un abrazo que resultó elocuente.
Este momento, capturado por las cámaras, vino a corroborar lo que desde hace días se percibía en los pasillos del club: el vestuario se ha unido alrededor de su técnico. Xabi no está solo.
Comparar el presente con el pasado más inmediato es inevitable. Hace apenas siete semanas, en el Clásico de octubre, la misma Vinicius protagonizaba una escena diametralmente opuesta. Su marcha airada al vestuario, sus declaraciones de descontento y sus aspavientos en el terreno de juego simbolizaban una desconexión que generó una gran alarma institucional.
Aquella noche parecía que la brecha entre el entrenador y su estrella era insalvable. Ahora, ese abrazo en Vitoria traza una línea divisoria clara: existe, al menos por el momento, una voluntad de apoyo hacia Alonso desde los hombres que más influencia tienen en el vestuario.
Para el presente inmediato, las matemáticas futbolísticas son implacables: los resultados mandan. En un horizonte próximo que abarca apenas tres semanas, únicamente una catástrofe de proporciones mayúsculas podría sellar el destino de Xabi Alonso.
Xabi Alonso, en el banquillo en el estadio de Mendizorroza
Un fracaso ante el Talavera en la Copa del Rey este miércoles, un desastre en casa contra el Sevilla u otro traspiés ante el Betis el 4 de enero sería suficiente para que la directiva considerase cambios en el banquillo.
Sin embargo, mientras las victorias continúen llegando, el técnico tolosarra gozará de un margen de maniobra que le permitirá transitar sin peligro hacia la Supercopa de España, que comenzará el 7 de enero en Arabia Saudí.
La clave está en el juego
Pero la tranquilidad está lejos de ser completa. En los despachos del Bernabéu continúa prevaleciendo una preocupación que los tres puntos de Vitoria no han disipado completamente: la imagen de un equipo que, pese al resultado favorable, volvió a no convencer futbolísticamente.
El rendimiento en el juego sigue sin ser el esperado de un Real Madrid que pretende competir por los grandes objetivos. Si bien las victorias compran tiempo, la inquietud sobre la capacidad real del equipo para luchar por los títulos permanece.
La Supercopa en Arabia Saudí será, en cierta medida, la primera prueba de importancia que reflejará si este equipo tiene realmente el potencial para competir en los grandes escenarios o si, por el contrario, sigue siendo un proyecto en construcción que necesita ajustes más profundos.
Hasta entonces, Xabi Alonso cuenta con un aval que va más allá de los goles y las estadísticas: el respaldo implícito de hombres como Vinicius, cuyo abrazo en Vitoria fue una declaración de intenciones casi más valiosa que cualquier victoria cómoda.
