A. M.
Publicada

Cuando se habla de futbolistas y dinero, la imagen que suele venir a la cabeza es la de los sueldos astronómicos de la Premier League, coches de alta gama y mansiones imposibles.

Sin embargo, para la mayoría de jugadores que se mueven en las divisiones inferiores, el final de la carrera deportiva supone un brusco aterrizaje en un mercado laboral muy distinto y, muchas veces, sin un colchón económico sólido.

Guy Branston, exdefensa de larga trayectoria en el fútbol inglés, es uno de esos ejemplos que desmontan el mito de que todo profesional del balón queda resuelto de por vida. Durante años vivió muy bien gracias al fútbol, pero al retirarse se encontró ante el reto de reinventarse profesionalmente y ajustar su nivel de vida a unos ingresos mucho más modestos.

En su época dorada, Branston llegó a ganar cifras muy altas para el contexto de las ligas en las que jugaba. "Tenía 26 años, tres casas grandes, tres hipotecas cuantiosas, un buen BMW y ganaba unas 5500 libras al mes. Y luego, obviamente, al cabo de dos años lo perdí todo", afirmó hace tiempo en una entrevista con el medio ITV.

Su propio relato muestra a un futbolista que, con poco más de 20 años, se ve con casas, hipotecas importantes y un coche de gama alta, viviendo un estilo de vida que para muchos jóvenes jugadores parece el objetivo natural. Pero la realidad del fútbol de categorías inferiores es volátil: un cambio de norma, una mala racha o un movimiento de mercado pueden derrumbar en muy poco tiempo esa sensación de seguridad.

Eso fue lo que le ocurrió cuando descendió de categoría y se vio obligado a fichar por clubes de menor nivel competitivo, donde los sueldos estaban muy lejos de los que había disfrutado antes. En cuestión de dos temporadas, sus ingresos se redujeron de forma drástica y el peso de las hipotecas y los gastos acumulados convirtió aquel sueño en una carga difícil de sostener.

"El fútbol no es seguro, es un deporte muy inseguro. Los chicos de las categorías inferiores deben entender que es una carrera corta; es muy difícil tener una carrera de dos o tres años. Si vas a ser futbolista, planifica el futuro: ¿qué harás después del fútbol?", comentó.

Branston ha contado que perder prácticamente todo fue un golpe muy duro, pero también una llamada de atención sobre cómo muchos jugadores gestionan el dinero mientras el balón sigue rodando. Su caso ilustra cómo un futbolista puede pasar, en un margen muy corto, de sentir que lo tiene todo a luchar por recolocarse en el mercado laboral sin una red de seguridad real.

Un jugador inquieto

Guy Branston fue un defensa central inglés que desarrolló casi dos décadas de carrera en el fútbol profesional, principalmente en las divisiones inferiores del sistema inglés. Pasó por numerosos clubes, entre ellos Torquay United y Plymouth Argyle, construyendo un perfil de jugador duro y experimentado, habitual en plantillas que peleaban por ascensos o por evitar descensos.

Su trayectoria no tuvo los focos de la Premier, pero sí la intensidad de quien encadena contratos cortos, cesiones y cambios de ciudad, con la incertidumbre constante de no saber dónde jugará la temporada siguiente. Cuando anunció su retirada a mediados de la treintena, se encontró con que debía activar un "segundo oficio" y capitalizar la experiencia acumulada en el fútbol para emprender nuevos proyectos.

Con el tiempo, Branston se orientó hacia el mundo de los negocios ligados al deporte, involucrándose en proyectos digitales enfocados a dar visibilidad a jóvenes futbolistas y a crear puentes entre talento y ojeadores.

Ese giro profesional refleja el mensaje que ahora intenta trasladar a las nuevas generaciones: que la carrera deportiva es corta, frágil y que, aunque durante unos años se puedan manejar cifras importantes, sin planificación el final puede llegar con mucha más dureza de la que imaginan.